TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO: CREENCIAS, CONOCIMIENTOS Y ESTIGMA EN EL ÁMBITO DOCENTE.

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Introducción

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) está catalogado como un trastorno caracterizado por dos síntomas que otorgan el nombre de la patología; las obsesiones y las compulsiones. A pesar de la existencia de tratamientos eficaces, en muchas ocasiones, el trastorno no se reconoce, y, en consecuencia, no se trata. La falta de conocimiento (por ejemplo, pobre alfabetización en salud mental (Mental Health Literacy)) sobre el trastorno obsesivo-compulsivo en el ámbito docente puede ser un impedimento para la búsqueda de ayuda profesional y tratamientos, y la consecuente cronificación del trastorno.

Objetivos: El presente estudio intenta evaluar el conocimiento, las creencias y el estigma asociado al TOC en el ámbito docente. Concretamente, se plantean los siguientes objetivos: (1) conocer los niveles actuales de conocimientos sobre el TOC en el ámbito docente; (2) conocer si los docentes manifiestan conductas estigmatizantes con respecto al alumnado que padece un problema de este tipo, y (3) realizar una comparativa entre las diferencias existentes sobre conocimientos en salud mental entre docentes dedicados a la enseñanza en niveles de educación primaria, con los conocimientos presentados por profesorado en educación secundaria obligatoria.

Método: Ciento veinte docentes de la población de Dénia (Alicante) participaron en la investigación cumplimentando un cuestionario en el que se pedía que leyeran una viñeta en la que se describía a un alumno con TOC y que evaluaba el conocimiento sobre salud mental que éstos poseían y el estigma asociado al mismo.

Resultados: La mitad (50,8%) de los docentes reconocen en la viñeta presentada que los síntomas descritos se corresponden con un trastorno obsesivo-compulsivo. Además, un 39,17% de los docentes reportan que este desorden está relacionado con aspectos de salud mental y que según un 95% de los encuestados se hace necesario la búsqueda de ayuda profesional para mejorar o tratar los síntomas. Respecto a los indicios de estigma hacia el sujeto descrito en la viñeta, los resultados muestran bajos niveles entre los docentes encuestados. Por otra parte, centrándonos en los conocimientos en TOC y en el estigma que poseen los docentes de educación infantil-primaria y los de secundar, a rasgos generales, no se encuentran grandes diferencias.

Conclusiones: La mayoría de los docentes encuestados afirman que existe necesidad de que el sujeto busque ayuda profesional. Sin embargo, el reconocimiento o categorización del trastorno y el conocimiento de las causas que lo provocan puede mejorar, por lo que se discute, por una parte, la necesidad de que los docentes reciban formación complementaria y apoyos de profesionales especializados en salud mental en los centros educativos, y por otra, el diseño, basándose en los componentes del MHL, de programas o talleres para aumentar el conocimiento sobre TOC entre los docentes de todas las etapas educativas.

¿QUÉ ES EL “MENTAL HEALTH LITERACY” O CONOCIMIENTO EN SALUD MENTAL?

«Mental health literacy» (MHL) o conocimiento en salud mental, fue un término que empezó a utilizarse en Australia por Anthony F. Jorm. en 1997 (Jorm et al., 1997). Se trata de un término que deriva del concepto de Health literacy (conocimiento en salud), haciendo referencia éste, en términos generales, a «las habilidades cognitivas y sociales que determinan la motivación y la capacidad de los individuos para tener acceso, comprender y utilizar la información de manera que promuevan y mantengan una buena salud» (Kickbush, 2001; pg. 289-297).

Ampliando el anterior concepto, podemos afirmar que MHL se define como «el conocimiento o creencias sobre los trastornos mentales, incluyendo su reconocimiento, manejo o prevención.» (Jorm et al., 1997, pg. 182-186). Además esta definición abarca algunos componentes esenciales (Jorm et al., 1997; Lauber, Ajdacic-gross, Fritschi, Stulz, y Rössler, 2005; Coles, Heimberg y Weiss, 2011) como:

  • la habilidad de reconocer desordenes específicos o diferentes tipos de trastornos psicológicos;
  • el conocimiento y creencias sobre los factores de riesgo y causas;
  • el conocimiento y creencias sobre acciones de autoayuda en caso de padecer trastornos mentales;
  • el conocimiento y creencias sobre la ayuda profesional disponible en el entorno;
  • las actitudes que faciliten el reconocimiento y la búsqueda de ayuda adecuada a la situación;
  • el conocimiento sobre cómo encontrar recursos e información acerca de la salud mental.

¿QUÉ ES EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO?

El trastorno obsesivo-compulsivo está catalogado, según la última versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), como un trastorno caracterizado por dos síntomas que otorgan el nombre de la patología; las obsesiones y las compulsiones. Según diversos autores (por ej., Foa et al., 1995) normalmente ambos síntomas se dan simultáneamente, aunque no es imprescindible.

A pesar de la existencia de tratamientos eficaces, en muchas ocasiones, el trastorno no se reconoce, y, en consecuencia, no se trata. La falta de conocimiento (por ejemplo, pobre alfabetización en salud mental (Mental Health Literacy)) sobre el trastorno obsesivo-compulsivo en el ámbito docente puede ser un impedimento para la búsqueda de ayuda profesional y tratamientos, y la consecuente cronificación del trastorno.

LAS OBSESIONES

Las obsesiones según Seymour Rachman (1981) son «pensamientos, imágenes e impulsos repetitivos e intrusos que son considerados inaceptables para el individuo, le ocasionan malestar y a menudo están acompañados de alguna resistencia».  Se trata de una de las características primarias del trastorno, es decir, sin la presencia de estos pensamientos intrusivos la patología no se puede desarrollar como tal.

Por lo tanto, las características principales de las obsesiones se pueden sintetizar de la siguiente forma:

CARACTERÍSTICAS DE LAS OBSESIONES


  • Las obsesiones poseen un carácter intrusivo, es decir, interrumpen de manera involuntaria el pensamiento normal de la persona.

  • Pueden manifestarse como una imagen mental, un impulso y/o pensamiento. Normalmente suelen ser repetitivas.

  • No son voluntarias, es decir, el sujeto no puede controlar la aparición de esos pensamientos.

  • Los pensamientos intrusivos u obsesivos suelen estar considerados por los sujetos que los padecen como socialmente no aceptados, por ello intenta reprimirlos a toda costa.

  • Tienen efectos negativos en la salud, el estado de ánimo y el bienestar del sujeto que las padece.

  • El sujeto es totalmente consciente de que ese pensamiento intrusivo es irracional, que son ideas absurdas que no tienen por qué darse en realidad, pero, sin embargo, no puede evitarlos.
  • Adaptado de Belloch, Cabedo y Carrió (2011).

    Debemos tener en cuenta que las obsesiones no se presentan en todos los pacientes de la misma manera sino que aparecen de manera variada, tal y como podemos apreciar en la siguiente tabla.

    TABLA 1. Contenidos típicos de las obsesiones.

    Obsesiones agresivas Empujar a alguien desde un piso alto o desde un balcón.Tirar a un bebé escaleras abajo.Matar o agredir a un ser querido o a un desconocido.Obsesiones autoagresivas Clavarse objetos punzantes.Romper objetos con la cabeza.Autolesionarse con cuchillas.Tirarse por la ventana.
    Obsesiones de limpieza-contaminación Ensuciarse por tocar objetos que pasa por las manos de muchas personas, como por ejemplo, pomos de puertas, bancos de lugares públicos, etc.Contagiarse por usar la cubertería de un restaurante.Ensuciarse por acariciar animales o tocar personas.Obsesiones sobre dudas Dudar si se ha cerrado bien las luces, el gas, las puertas, ventanas, etc.Dudar si el grifo se habrá quedado abierto y la casa se inundará.Si llevas las llaves, documentación, etc. contigo.Si se ha cerrado el coche o se ha puesto el freno de mano.
    Obsesiones sexuales Impulso de desnudar a un desconocido.Imágenes de violar a alguna persona.Pensamientos de tener relaciones sexuales con niños, con animales, etc.Impulso de desnudarse en un lugar público.Obsesiones supersticiosas o mágicas Tener mala suerte si no hago algo o digo determinadas cosas.Suspender exámenes si no me pongo la ropa de esta forma, color, etc. o sino llevo conmigo un objeto-amuleto. Que familiares tengan un accidente o que me ocurra algo malo sino hago o digo algo.Que ocurra una desgracia porque he visto este número, ha pasado un gato negro, he tocado este objeto…Que un ser querido muera porque he pasado cerca o he visto pasar un coche fúnebre.
    Obsesiones sobre aspectos blasfemos Imágenes sucias de figuras bíblicas.Insultos al clero.Desnudar imágenes de la Virgen.Gritar obscenidades dentro de una iglesia. 
    Adaptado de Belloch, Cabedo y Carrió (2011).

    LAS COMPULSIONES

    Las compulsiones son el segundo elemento diagnóstico del TOC, y están íntimamente relacionadas con las obsesiones.

    Rachman y Shafran (1998) definieron las compulsiones como «acciones repetitivas, estereotipadas e intencionales», es decir, son conductas manifiestas o actos mentales, a menudo repetitivos o estereotipados que normalmente se realizan en respuesta a una obsesión con el objetivo de prevenir o reducir el malestar o estrés que produce en el sujeto (American Psychiatric Association [APA], 2014), pudiendo llevarse a cabo de manera manifiesta o encubierta.

    JUSTIFICACIÓN, OBJETIVOS E HIPÓTESIS INICIAL DEL ESTUDIO

    La OMS revela que un considerable porcentaje de población infanto-juvenil a nivel mundial padecen problemas de salud mental, de los que aproximadamente la mitad son manifestados antes de los 14 años.

    El diagnóstico temprano de estas patologías implica numerosos beneficios entre los que podemos destacar, en primer lugar, la evolución más favorable y, por lo tanto, un mejor pronóstico de los problemas de salud mental, y en segundo lugar, la prevención de una posible cronificación de las patologías, reduciendo así el posible coste que pueda suponer para el sistema sanitario.

    Puesto que es posible que los síntomas sean manifestados en edad escolar, los profesionales de la educación pueden tener un papel central en su detección temprana, siempre que estén formados en este ámbito. Sin duda, existen buenas razones para centrar nuestra investigación en el ámbito escolar. En primer lugar, mientras los niños/as o adolescentes acuden a los centros educativos, pocos tendrán acceso a servicios de tratamientos en salud mental mediante el sistema de sanidad público, por su escasa detección temprana (Canadian Psychriatic Association, 2012); en segundo lugar, se ha puesto de manifiesto que la salud mental tiene un impacto relevante en el rendimiento académico del alumnado, así como en las tasas de abandono escolar (Koller y Bertel, 2006; Owens et al., 2012); y en tercer lugar, la población infantil y adolescente permanece aproximadamente entre unas 5-6 horas al día en presencia de un profesional de la educación (Kirby y Keon, 2006), por lo que son los profesionales que antes podrían detectar dichos trastornos.

    Pese la relevancia que los docentes pueden llegar a tener en la detección temprana de estas patologías entre la población infanto-juvenil, actualmente, nos encontramos con una escasa existencia de literatura científica y de investigación relacionada con la alfabetización con respecto al área de salud mental y al estigma asociado a estos trastornos entre los profesionales educativos del territorio español. Por lo tanto, he visto necesario iniciar el estudio y la investigación en esta área del conocimiento psicológico y psiquiátrico, puesto que, su estudio beneficiará en cierta medida a la mejora del conocimiento que tenemos sobre MHL, especialmente en el ámbito docente.

    A partir de las ideas expuestas a lo largo de la revisión teórica nos planteamos los siguientes interrogantes que se intentarán resolver a través de la presente investigación:

    1. ¿Cuál es el nivel de conocimientos sobre el trastorno obsesivo-compulsivo en el ámbito docente?
    2. ¿Poseen los docentes conductas estigmatizantes hacia alumnos o alumnas que padecen un trastorno obsesivo-compulsivo?
    3. ¿Existen diferentes niveles de conocimiento sobre TOC entre los maestros y maestras de educación infantil-primaria y el profesorado de educación secundaria obligatoria?

    Intentaremos aclarar las incógnitas planteadas en las cuestiones anteriores a través de los objetivos que exponemos a continuación:

    • En primer lugar, conocer los niveles actuales de conocimientos y la conciencia sobre salud mental, concretamente sobre el trastorno obsesivo-compulsivo, en el ámbito docente.
    • En segundo lugar, conocer si los docentes manifiestan conductas estigmatizantes con respecto al alumnado que padece un problema de este tipo.
    • En tercer lugar, realizar una comparativa entre las diferencias existentes sobre conocimientos en salud mental entre docentes dedicados a la enseñanza en niveles de educación primaria, con los conocimientos presentados por profesorado en educación secundaria obligatoria.

    A partir de la revisión bibliográfica realizada previamente al comienzo de esta investigación planteamos tres hipótesis que se corresponden con los tres objetivos de nuestro estudio. En primer lugar, partimos de la idea de que existe un moderado-bajo reconocimiento y etiquetado correcto de los síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo. Pese a este moderado-bajo reconocimiento podemos suponer que los docentes serán conscientes de la necesidad de que el sujeto busque ayuda profesional para tratar los síntomas que, a la larga, pueden afectar a su vida cotidiana. En segundo lugar, podemos hipotetizar que los docentes no mostrarán indicios estigmatizantes hacía el alumnado que sufre trastornos mentales. Por último, respecto a las diferencias de conocimiento entre docentes de infantil-primaria y docentes de secundaria, pensamos que los docentes de etapas educativas iniciales poseerán un conocimiento ligeramente más elevado, ya que se presupone que su formación universitaria está más centrada en la atención individualizada del alumnado y en las particularidades de éste.

    MÉTODO EMPLEADO EN EL ESTUDIO

    Ciento veinte docentes de la población de Dénia (Alicante) participaron en la investigación cumplimentando un cuestionario en el que se pedía que leyeran una viñeta en la que se describía a un alumno con TOC y que evaluaba el conocimiento sobre salud mental que éstos poseían y el estigma asociado al mismo.

    RESULTADOS DEL ESTUDIO

    La mitad (50,8%) de los docentes reconocen en la viñeta presentada que los síntomas descritos se corresponden con un trastorno obsesivo-compulsivo. Además, un 39,17% de los docentes reportan que este desorden está relacionado con aspectos de salud mental y que según un 95% de los encuestados se hace necesario la búsqueda de ayuda profesional para mejorar o tratar los síntomas. Respecto a los indicios de estigma hacia el sujeto descrito en la viñeta, los resultados muestran bajos niveles entre los docentes encuestados. Por otra parte, centrándonos en los conocimientos en TOC y en el estigma que poseen los docentes de educación infantil-primaria y los de secundar, a rasgos generales, no se encuentran grandes diferencias.

    CONCLUSIONES

    A través del siguiente apartado se intentarán mostrar algunas conclusiones extraídas a partir de la presente investigación desde el punto de vista de la mejora del conocimiento en salud mental en el ámbito docente, especialmente en TOC, y de las implicaciones que pueda tener el estudio para futuras investigaciones.

    • MEJORA DEL CONOCIMIENTO EN SALUD MENTAL EN EL ÁMBITO DOCENTE:

    Tras la presente investigación y otros estudios realizados (Jorm, 2000; Coles y Coleman, 2010; Coles et al., 2013), se hace evidente que el público general y, especialmente, el ámbito docente, presentan un moderado conocimiento sobre salud mental. Si focalizamos la atención en el TOC, patología sobre la que se centra la presente investigación, podemos concluir que existe un reconocimiento y un conocimiento moderado sobre ésta entre los docentes encuestados, hecho que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de informar a este sector de la población, pues son los profesionales que más tempranamente pueden detectarlo, sobre los diferentes síntomas, tipos y características de la patología, ya que como exponemos en el estudio su epidemiologia es de entre un 1% y un 2%, mostrándose sus primeros síntomas, por norma general, antes de los 25 años de edad (Karno et al., 1988).

    Tras los resultados obtenidos podemos aportar evidencias de la necesidad real que existe en el ámbito educativo de formación complementaria y, tal vez, apoyos y un mayor contacto con profesionales especializados en salud mental, por ejemplo, de las unidades de salud mental correspondientes, con el objetivo de mejorar el reconocimiento de trastornos relacionados con esta área, sus posibles causas y despejar las posibles dudas que pueden surgir entre docentes sobre la necesidad o no de recomendación de búsqueda de ayuda profesional. Por lo tanto, los docentes de las diferentes etapas educativas deben recibir formación e información de diferentes aspectos, tales como, el reconocimiento de los síntomas manifiestos y encubiertos como pueden ser las obsesiones, o las consecuencias que estos síntomas en la vida académica y personal del alumno/a (Daniszewski, 2013). Así como el uso de diversos indicadores, como, por ejemplo, la progresión académica, la capacidad que tiene el sujeto para relacionarse con el resto de compañeros/as, los cambios significativos en su vida social, etc., al evaluar si un discente debe ser derivado a un profesional por posibles problemas de salud mental (Rothi et al., 2008). Conocer como incluir estos indicadores en el proceso de identificación de una posible patología en el alumno/a aumenta las probabilidades de, en primer lugar, detectar el problema, en segundo lugar, combatir el auto-estigma del sujeto y, en tercer lugar, saber derivarlo al profesional adecuado. Por lo tanto, hay que tener presente que a la hora de elaborar programas para la mejora este conocimiento, tanto para el público general como para el ámbito docente, es importante ser conscientes de que éstos no deben ser diseñados con el objetivo de solucionar problemas puntuales, sino ir más allá, es decir, hacia la prevención, y que se deben organizar, tal y como hemos expuesto en la fundamentación teórica de la presente investigación, basándose en los diferentes elementos que componen el MHL. Además estos programas de mejora del conocimiento en TOC deben, en primer lugar, tratar de erradicar el estigma relacionado con el trastorno, aunque los docentes encuestados no muestren conductas estigmatizantes hacia el sujeto descrito en la viñeta, pues es posible que los bajos niveles de estigma informados estén influidos por la deseabilidad social; en segundo lugar, deben proporcionar conocimientos relacionados con el área, tanto de reconocimiento de la patología en sí como de las manifestaciones que tiene en la vida cotidiana y/o escolar, con el objetivo de mejorar esos moderados-bajos conocimientos que presentan los docentes; en tercer lugar, deben dar pautas de gestión y prevención de los problemas emocionales y de comportamiento asociados (Wei, Kutcher & Szumilas, 2011); y por último, sería interesante que impulsasen medidas y legislación asociada a la salud mental en las escuelas (Daniszewski, 2013).

    • IMPLICACIONES PARA FUTURAS INVESTIGACIONES

    Esta investigación puede abrir las puertas a futuros estudios, pues pese a que el 95% de los docentes recomendarían al sujeto de la viñeta de TOC o a los familiares de éste, la búsqueda de ayuda profesional, estos datos son inconsistentes con los datos que muestran que solo una minoría de los individuos que padecen TOC realmente buscan ayuda profesional (Coles et al., 2013), y que cuando lo hacen, solo una minoría lo hace por sus conocimientos previos sobre el trastorno (Belloch et al., 2009).

    Por ello, en futuras investigaciones se podría centrar la atención en analizar si aquellos docentes que consideran que los sujetos con estos síntomas deben buscar ayuda profesional, a la hora de la verdad darían ese consejo o esa recomendación. Aunque cabría destacar que para que este tipo de recomendaciones tengan un efecto positivo, es decir, que realmente los sujetos busquen ayuda, es necesaria la influencia de diferentes factores, tales como la fuerza de la relación, la percepción de las actitudes de la víctima hacia el tratamiento y la normalidad con la que se hablan de los temas de salud mental con los sujetos, es importante (Woolcock y Campbell, 2005). Otro aspecto que podría ser interesante evaluar es si los niveles de conocimientos sobre el TOC aumentan tras realizar con esta muestra un taller relativo a la patología, realizando una evaluación antes y después del taller para comprobar si los conocimientos han aumentado o han permanecido estables.

    En definitiva, podemos concluir diciendo que debido a las tasas de población que sufre problemas de salud mental, y especialmente TOC, en España, sería necesario tomar más en consideración el área de salud mental, tanto en el ámbito sanitario como en el educativo, además de adaptar los planes de estudios universitarios de los futuros profesionales educativos, incluyendo más contenidos en las diferentes asignaturas sobre esta área, pues cuanta más formación se dé a nuestros docentes sobre este aspecto, mayores conocimiento y recursos tendrán a disposición para poder detectar tempranamente estas posibles patologías, facilitar la búsqueda de ayuda temprana y evitar así la cronificación de los problemas de salud mental.

    REFERENCIAS. BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

    • American Psychiatric Association (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5. Editorial Médica Panamericana.
    • Belloch, A., Cabedo, E. y Carrió, C. (2011). TOC: Obsesiones y compulsiones. Tratamiento cognitivo. Madrid: Alianza Editorial.
    • Coles, M., Weiss, B. y Heimber, R. (2011, octubre). Exploring Literacy in Mental Health and Illness. Ponencia presentada en el 3rd Annual Health Literacy Research Conference. Illnois: Chicago.
    • Corrigan, P. W. y Kleinlein, P. (2005): The impact of mental illness stigma. En P. W. Corrigan (Eds.), On the Stigma of Mental Illness (pp. 11-44). Washington D.C.: American Psychological Association.
    • Daniszewski, T. (2013). Teachers’ mental health literacy and capacity towards student mental health. (Tesis doctoral). Universidad de Western Ontario, Canadá.
    • Jorm, A.F. (2000). Mental health literacy: Public knowledge and beliefs about mental disorders». The British Journal of Psychiatry, 177, 396-401.
    • Kickbush, I. (2001). Health literacy: Addressing the health and education divide. Health Promotion International, 16 (3), 289-297.
    • Matey, P. (2001). Muchos niños para el diván. Recuperado el 20 de marzo de 2014,  http://www.elmundo.es/elmundosalud/suplemento/2001/420/980928816.html
    • Tallis, F. (1995). Obsessive-compulsive disorder: A cognitive and neuropsychological perspective. Chichester, R.U: Wiley.

    Lorena Gallego Candel

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