Resiliencia y su aplicación en la etapa de Secundaria: Un cambio necesario de punto de vista.

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Hace unos días sufrí una caída de mi bicicleta de montaña con la que recorría una ruta por senderos en compañía de unos amigos. A pesar de mi baja velocidad, la sorpresa y la violencia del accidente concluyeron en dolores y heridas de diversa consideración por todo mi cuerpo y cara, pero no requerí de intervención médica ni operación.

Un amigo que hace un año también sufrió otra caída similar terminó con sus huesos en urgencias y hubo de ser operado de un hombro que no recuperó al 100%.

En el caso de mi colega, la conclusión a tal episodio fue “colgar las zapatillas” y abandonar la práctica del ciclismo para sustituir tal deporte por el atletismo, a todas luces menos peligroso.

Ahora, unos días después de mi golpe, reviviendo tal momento me planteo mis salidas sobre dos ruedas habida cuenta mi edad y mis nulas aspiraciones competitivas. Por un lado es el deporte menos agresivo con las articulaciones y como soporte aeróbico es fantástico pero por otra parte una mala caída puede acarrear lesiones serias sobre todo en hombros o codos.

Cambiemos nuestra visión por un momento, ¿acaso no conducimos todos los días a sabiendas que hay accidentes mortales cada uno de ellos?, ¿no nos excedemos en algunas comidas y festejos conociendo las consecuencias que tales ingestas pueden traernos?.

Como quiera que estoy señalado por las heridas recibidas en nariz, boca y frente pero solo de forma superficial, quedó sometido a un sinfín de bromas por parte de mis amig@s y familiares con comparaciones a ciertos personajes famosos como Frankestein, algún zombie y demás.

El lector conocerá una estrategia básica ante tales pullas consistente en sumarse a tales gags y reírse de uno mismo, lo que podría ser un claro ejemplo de una de las herramientas más usadas en la resiliencia. Por otra parte y en el momento que mis sangrantes rodillas me lo permitan volveré a subirme a una bicicleta para superar los miedos causados por el incidente.

De hecho, la resiliencia como tal se empezó a nombrar en España como la “superación de adversidades de forma efectiva dando lugar a ganancias y mejoras” sin citar el complejo término como tal.

Figura 1. Superación de adversidad

En su formulación teórica la resiliencia es vista como lo opuesto al riesgo si bien algunos investigadores como Beardslee (1989) y Garmezy (1991) la plantean también como la capacidad de recuperación ante un trauma.

Tomemos como primer ejemplo la colocación de aparatos dentales complejos como brackets, rejillas palatinas o similares y las consecuencias fisiológicas que puede acarrear su implante en las bocas de l@s alumn@s de la ESO en una etapa en la que están fijando su personalidad, tienen una alta necesidad de aceptación por sus coetáneos y sufren el riesgo de rechazo por su aspecto físico, su fonética alterada o simplemente por el retraimiento que tales aparatos pueden conllevar en sus relaciones interpersonales.

La aceptación de tratamientos dentales de meses e incluso años en estas edades es una prueba de madurez en un periodo de sus vidas en el que normalmente están abandonando la niñez y enfrentándose a un escenario de pubertad ya de por si complicado sin tener que añadir otros instrumentos artificiales como los referidos.

El apoyo familiar, la comunicación constante con el adolescente, la comprensión del problema por parte de sus compañer@s, la atención a distancia por parte del profesorado (para no significar al niño) serán clave en estos momentos para una adecuada superación de esta etapa y el crecimiento personal del más que nunca paciente.

Un aspecto clave es la deformación del habla con el uso de muchos de estos aparatos y es por ello que se debe fomentar que el estudiante hable lo más posible para tratar de paliar la natural inhibición que el miedo al ridículo creará en el.

Figura 2. Aparato dental

Entendamos cualquier ayuda al adolescente como un factor de resiliencia y cualquier contrariedad en el proceso de superación del trauma o adversidad como un factor de “no resiliencia”.

Si los factores de resiliencia son abundantes y potentes será más o menos sencillo vencer el problema a pesar de las dificultades o factores de no resiliencia que vayan surgiendo.

En principio la escuela, al ser un contexto básico de socialización y estar centrada en torno al aprendizaje y al desarrollo de competencias y habilidades, tiene los elementos necesarios para ser un foco único de resiliencia personal y comunitaria. Sin embargo, también está sometida a presiones e influencias que inciden negativamente en los procesos de resiliencia.

En este sentido, existen factores de no resiliencia ante los cuales debemos tener presentes las limitaciones del propio individuo o del entorno que harán difícil eliminar tales factores. Como estrategia se pueden incorporar estos factores al proceso resiliente, ya que a medida que se recorre este camino se van adquiriendo fortalezas y mejoras que pueden contribuir a superar o transformar esos factores de no resiliencia.

Como segundo ejemplo en Institutos donde tenemos alumn@s procedentes de entornos socio-afectivos pobres que inicialmente supusieron obstáculos en su educación, tales factores de no resiliencia llegaron a ser en palabras de los profesores entrevistados una fuente de motivación y de espíritu de superación de sus pupil@s.

Como quiera que la casuística es alta en cuanto a los posibles problemas, adversidades y traumas del alumnado en nuestros centros, se proponen los siguientes pasos para la integración de la resiliencia en nuestro entorno socioeducativo;

  • Formación específica en resiliencia tanto para alumnado como profesorado.
  • Indagación sobre factores de resiliencia y no resiliencia en los diferentes grupos que conforman la comunidad educativa así como en el entorno socio-cultural de la zona donde se ubica el centro.
  • Análisis de resultados
  • Diseño del programa de promoción de resiliencia
  • Implementación del programa
  • Evaluación e incorporación de aprendizajes para la mejora del programa.

Como idea básica de la resiliencia en la confrontación de adversidades y su posterior superación debemos cambiar el ¿Por qué? por otra pregunta más útil a nuestros intereses; ¿para qué?, es decir, cambiar nuestro punto de vista lógico del ¿por qué me pasa esto a mí? y empezar a mirar desde otra óptica y pensar ¿para qué me pasa esto? ¿Qué puedo aprender y que puedo sacar de esta experiencia por traumática que sea?.

Nos construimos y educamos a través de las buenas preguntas que hacemos, aún cuando en el mismo mar de preguntas nos debatimos con las grandes dudas existenciales. Dejar entrar a la pregunta, apostar por una pedagogía de la pregunta, es permitir que las inseguridades aparezcan y que asumamos el riesgo y el placer de perdernos porque muchas veces es el único camino para encontrar lo que no sabíamos que existía.

Muchos son los testimonios de personas que enfrentan adversidades como por ejemplo Dani Vidal quien perdió un brazo y parte de otro de niño por una descarga eléctrica. Como respuesta sus ineludibles preguntas se dijo a sí mismo tengo 2 posibilidades; quedarme amargado el resto de mi vida o enfrentar mi ser. Dani se impuso como meta cruzar el estrecho de Gibraltar nadando y lo consiguió años más tarde en 6 horas y veinte minutos convirtiéndose también en campeón paralímpico de natación. Nuestra meta está donde queramos colocarla.

Figura 3. Juegos paralímpicos

Otra de las claves en la resiliencia es el sentido del humor, llegar a reírse de nuestros problemas y situaciones en nuestras horas más bajas, existen, por ejemplo, un sinfín de pacientes con enfermedades severas como el cáncer o el SIDA que en las salas de espera de sus tratamientos habituales inventan chistes sobre las mismas o escriben artículos y cartas que pueden ayudarles a si mismos a sobrellevar estas vivencias y también a otr@s como estímulo en su futuro.

Es plausible afirmar que el humor proporciona importantes beneficios en relación a la salud mental, ayudando a las personas a afrontar los problemas, ser más resilientes y disfrutar más de la vida (Jauregui, 2007).

En la última década numerosos estudios han investigado los diversos efectos cognitivos, emocionales y sociales de la risa, algunos de los cuales podrían favorecer la resiliencia psicológica en una amplia gama de situaciones. Esos efectos incluyen el placer que produce la risa, la reducción del estrés y otras emociones negativas, un cambio de enfoque cognitivo, una visión más optimista e incluso un sorprendente efecto analgésico.

Resultados

Si bien la resiliencia es una técnica reciente sus resultados donde ha sido promocionada y testada son altamente prometedores. Bien es cierto que muchas personas ya la practicaban sin siquiera conocer la palabra en si, pero este artículo está más orientado a la mecanización de estos procesos para aquell@s alumn@s cuya personalidad no trae la resiliencia de “serie”. y son susceptibles de quedar atrapados en bucles tipo ¿porqué me pasa esto a mi?.

Por ejemplo ha quedado evidenciado que el humor estimula la creatividad y la motivación, mejora la toma de decisiones y acerca a las personas permitiendo a quien lo experimenta ampliar y construir recursos (físicos, culturales, sociales, etc) que sirvan para resolver sus problemas.

Evidentemente la formación en este sentido es el paso previo para docentes y alumn@s antes de empezar a promocionar la resiliencia, proyectar programas o analizar resultados.

Bibliografía y referencias.

  • The role of self-understanding in resilient individuals. The development of a perspective. American Journal of Orthoprychiatry. Beradslee, W. R. (1989)
  • Resilience in children´s adaptation to negative life events and stressed environments. Pediatric Annals. Garmezy, N. (1991)
  • La resiliencia en entornos socioeducativos. Anna Forés Miravalles y Jordi Grané Ortega. Narcea S.A. de ediciones (2018).
  • El sentido del humor. Manual de Instrucciones. Barcelona; RBA. Jáuregui, E. (2007).

Figuras

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