Contaminación acústica en los centros educativos

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Niveles sonoros    

La OMS (Organización Mundial de la Salud) (s.f.) considera que 35 dB es el sonido ambiente adecuado para permitir unas buenas condiciones de enseñanza y aprendizaje en las clases, la mayoría de los centros superan con creces esos niveles. Por ejemplo, el timbre que indica el tiempo de recreo puede originar un nivel de ruido de 115 dB.

La recomendación del BIAP (Bureau International d’Audiophonologie, s.f.) es que el nivel sonoro recomendable dentro de un aula no debe superar los 40 dB  para que el mensaje oral sea inteligible.

El estudio “La seguridad integral en los centros de enseñanza obligatoria de España” (2012) publicado por iniciativa de la Fundación Mapfre y realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona, reveló que seis de cada diez centros sufren contaminación acústica en las aulas.

Nosotros mismos en nuestros centros podemos hacer un pequeño proyecto de investigación, a través del cual, podamos conocer los niveles sonoros a los que estamos sometidos. Hay numerosas aplicaciones (sonómetros) para móvil que se pueden descargar gratuitamente, con los que podemos tomar medidas de los niveles sonoros de nuestro centro educativo.

Figura 2: Aplicaciones de sonómetros en play store

Estos niveles sonoros se deben principalmente a los ruidos producidos por el alumnado y el uso del mobiliario. En los centros ecativos urbanos, ubicados en los centros de las ciudades el ruido procedente del exterior también puede influir en la contaminación acústica del centro.

Alteraciones

En el caso del alumnado,  la contaminación acústica altera la capacidad de aprendizaje, aumenta la irritabilidad, disminuye la capacidad de atención y dificulta la correcta escucha de las instrucciones del profesor. Además, distintas investigaciones indican que entre el 30 y el 40 por ciento de los alumnos de primaria presentan algún grado de pérdida auditiva. (SEORL-PCF, s.f.)

La Organización Mundial de la Salud (s.f.) advierte que los niños expuestos a ruidos excesivos sufren problemas de atención, memoria, resolución de problemas y dificultad para aprender a leer.

Es importante recordar que el grado de molestia de un ruido dado no sólo depende de la cuantía en que dicho ruido sobrepasa el nivel de fondo acústico (….), sino también de la actividad específica que estamos realizando en ese momento (estudio, conversación, trabajo manual, etc..)

Amando García,1988

En cuanto a los docentes, La AsociaciónCLAVE, atención a la deficiencia auditiva” (s.f.) alerta del riesgo que supone para la salud de los docentes la contaminación acústica de las aulas. Todos los docentes hemos tenido grupos en los que dar clase nos obliga a elevar nuestra voz para hacernos oír por nuestro alumnado. Si durante nuestra jornada laboral, tenemos varios grupos con estas características, el resultado que sufrimos es el aumento del agotamiento, estrés, dolores de cabeza, ansiedad, trastornos vocales etc.

El 25% de los profesores en nuestro país sufren trastornos vocales, según revela «Patología de la voz«, una publicación de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial (SEORL-PCF, 2010).

Estas alteraciones pueden tener mayor incidencia en docentes con especialidades como música o educación física, por las propias características de su metodología didáctica.

Medidas

Por todo lo dicho anteriormente, surge la necesidad de disminuir los niveles sonoros en nuestras aulas. Esto lo podemos desarrollar atendiendo a dos vías de actuación:

1) Sobre nuestro alumnado:  A través de las tutorías o en nuestras propias clases, podemos realizar charlas y talleres con los que inculquemos a nuestro alumnado la importancia de mantener unos niveles sonoros adecuados y las consecuencias negativas que conlleva la contaminación acústica. Ya no es solo una cuestión de disciplina y orden en las aulas, sino además, una cuestión de salud.

2) Sobre el mobiliario: Los ruidos en el aula también proceden de la reverberación del sonido y del propio uso del mobiliario (Ej. ruido al arrastrar las sillas). Muchos de nuestros centros se construyeron hace ya muchos años y no se tenían en cuenta consideraciones como los riesgos laborales relacionados con la contaminación acústica.

Algunas medidas pueden suponer un considerable gasto económico (Ej. cambio de suelos por unos de goma que amortigüen los ruidos), no obstante, podemos tomar algunas medidas más económicas y sencillas:

  • Colocar pelotas de tenis viejas en los extremos de las patas de las sillas y mesas.
  • Utilizar cartones de huevos para forrar las paredes.
  • Paneles acústicos decorativos.
  • Utilizar burletes de caucho en los marcos de las ventanas para reducir el ruido exterior.
  • Etc

La asociación CLAVE, en su web, publica un artículo sobre la adaptación acústica de los espacios en el que se proporcionan pautas y medidas sencillas para la elección de materiales, la colocación de adornos y mobiliario y el mantenimiento como medio para disminuir la reverberación y mejorar las condiciones acústicas de las aulas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • Universidad Autónoma de Barcelona, 2012 “La seguridad integral en los centros de enseñanza obligatoria de España
  • García A., (1988), La contaminación acústica, Valencia, España, Servicio de publicaciones Universitat de Valencia.
  • Motivos de deficiencias auditivas y alteraciones educativas, (s.f.), CLAVE atención a la deficiencia auditiva. Recuperado de: http://www.oiresclave.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1989&Itemid=127
  • Disfunciones auditivas en el sector docente, (2010), Sociedad Española de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial (SEORL-PCF). Recuperado de: https://seorl.net/

REFERENCIAS DE FIGURAS:

Pablo Moreno Jiménez

6 pensamiento sobre “Contaminación acústica en los centros educativos

  1. Fernando

    Debería ser incluso más restrictivo el nivel acústico en el aula, para tener un ambiente lo mas tranquilo posible para la concentración de los estudiantes y del profesorado.

  2. Esther

    Totalmente de acuerdo. Al problema de la contaminación acústica no se le da la importancia que se debería y nos estamos acostumbrando a «soportar» cada vez más ruidos.
    Saludos.

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