Las TIC en la reforma educativa.
En las últimas décadas el discente es considerado como el centro de todo proceso educativo, razón por la cual, los docentes deben formarse para avanzar en la misma línea en que lo hace la sociedad que le rodea, como ocurre con las TIC, que juegan un papel central en la actualidad y por tanto, deben estar presentes en el aula. Esto debe llevar al profesorado a reconsiderar sus prácticas y promover el desarrollo de competencias.
En este sentido La Unión Europea propone un conjunto de directrices que nos obligan a reflexionar sobre as necesidades y competencias emergentes que deberemos satisfacer y desarrollar. Además, en nuestro país, las reformas de la LOE (2006) posteriormente modificada parcialmente por la LOMCE, pretenden paliar las insuficiencias formativas, promoviendo medidas que pretenden recuperar la actitud del esfuerzo y la potenciación de la autoridad de los Directores en los Centros, que deberán por tanto exigir a sus docentes la formación necesaria para llevar a cabo su proyecto de centro. No cabe la menor duda de que la formación es un factor determinante para producir un cambio positivo en todos los elementos que configuran el entramado educativo, y esa formación debe estar relacionada con las necesidades de la sociedad actual. En este sentido, las TIC pueden jugar un papel muy importante en las grandes líneas en las que se enmarcará nuestro sistema educativo en este nuevo siglo. Con alta probabilidad se centrarán en innovación, la globalización, la ruptura de las fronteras culturales y lingüísticas, la movilidad virtual de los estudiantes, la emigración y la formación continua. En este panorama la figura del profesor puede jugar un papel fundamental, siempre que se le ofrezcan las condiciones y medios para moverse con soltura en el uso psicopedagógico y didáctico de las herramientas que conforman las TIC.
Las TIC como oportunidad de cambio.
Asimismo, las TIC deberían incorporar un cambio en la forma de organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Tal como lo vemos en la actualidad, dado que lo que se pretende es que el alumno aprenda, habrá que focalizar las acciones sobre el aprendizaje del alumno, pero esto solo es posible cuando los procesos de planificación y desarrollo de la enseñanza reconozcan el aprendizaje que se pretende.
Nuestros jóvenes, gracias a la familiarización con las TIC, han entrado en una nueva cultura donde impera el ordenador sobre el libro o el profesor y, afortunadamente, ya no les sirve solo lo que dicen los libros, pues pueden aprender, cada vez más, por sí mismos, plantear, planificar estrategias y resolver situaciones en permanente transformación, gracias a su gran accesibilidad a los medios telemáticos.
Este esquema cultural y pedagógico es nuevo para muchos profesores de determinadas franjas de edad a quienes les atemoriza la idea de perder parte de su estabilidad para tener que afrontar el reto de formarse en un área que les resulta totalmente desconocida y que les supone, por tanto, la realización de un esfuerzo extraordinario. Sin embargo, todos, tanto los docentes de nuevo acceso, como los que ya cuentan con una reconocida experiencia en el sector, deben adaptarse a los cambios que se producen en la sociedad. Como Marcelo (2002) apunta, “una ciudadanía activa no puede construirse con sistemas educativos obsoletos en cuanto a su organización y estructura tanto didáctica como curricular. Unos sistemas escolares que siguen anclados en los principios de selección y clasificación, donde se asume que los alumnos llegan a las escuelas con deficiencias que las escuelas deben arreglar; que el aprendizaje tiene lugar en la cabeza y no en el cuerpo en su conjunto; que todos aprenden o deberían aprender de la misma forma; que el aprendizaje tiene lugar en las aulas, no en el mundo; que hay chicos listos y torpes y que eso es inevitable; que el conocimiento es por naturaleza fragmentado, que la escuela comunica la verdad, y que el aprendizaje es principalmente individualista y la competición acelera el aprendizaje”.
Las tecnologías nos ofrecen la oportunidad de cambiar este modo tradicional de enseñanza y de romper las barreras que el espacio y tiempo educativo nos limitan, no únicamente como un sistema de apoyo para facilitar los aprendizajes formales que los docentes dominan. Se trata de ir mucho más allá, de permitir al discente descubrir el conocimiento, que será guiado por el docente, que deberá prestarle su ayuda como experto en caso necesario, tal y como propone el constructivismo piagetano en el que está basado nuestro sistema educativo, basado en el aprendizaje por descubrimiento que indudablemente facilita la inclusión de las TIC en el aula.
El profesor como “mediador” del autoaprendizaje deberá posibilitar los medios que sirvan para interaccionar con las TIC, haciendo sentir al alumnado como los artífices y mediadores de su propio aprendizaje, con una información que, al tener la posibilidad de obtenerla de fuentes muy dispares, le permita acrisolarla y formarse una opinión crítica y personal de la misma. Para ello, el docente deberá tener una serie de competencias relacionadas con el uso y manejo de las herramientas tecnológicas –destrezas y habilidades, capacidad de simplificación de procedimientos, dominio de software específico, etc.-; competencias personales vinculadas al proceso de aprendizaje del alumno y de enseñanza del profesorado – gestión de las interacciones, habilidades sociales y comunicativas, capacidad de orientación y guía, capacidad de adaptación a condiciones nuevas y situaciones singulares de los estudiantes, etc. -; competencias metodológicas y de aprendizaje – conocimiento de las implicaciones y paradigmas del aprendizaje centrado en la actividad y colaboración del estudiante, reacción rápida, trabajo interdisciplinar, capacidad de ajuste y adaptación a nuevas situaciones, conocimiento actualizado del área, capacidad de creación, evaluación, selección y difusión de materiales, etc.–
Los centros educativos no pueden estar de espaldas a la sociedad, no pueden estar minusdotados tecnológicamente en comparación con lo existente en la generalidad de hogares, empresas y centros docentes privados. Existe todavía una enorme distancia entre la escuela, como centro de enseñanza, y las realidades socioculturales. Estamos perdiendo una gran oportunidad para transformar en profundidad a los elementos claves de nuestro sistema educativo: el profesorado y el alumnado.
En la misma dirección, y con un esfuerzo de adaptación del profesorado, los centros educativos han de ser espacios en los que participen, además de los profesores, otros profesionales, padres, agentes sociales y organizaciones ciudadanas, expertos de diferentes materias, recuperándose el concepto de educación para la ciudadanía.
Los aspectos innovadores de las TIC obligan a realizar una cadena de cambios, nuevos enfoques y alternativas con la sensibilidad suficiente para que el profesorado las integre sin rechazo, partiendo de la justificación razonada y cauta de las oportunidades y ventajas que ofrecen.
Algunas de esas ventajas son las que establece Marqués (2006):
- Fomentan el iterés, la motivación y la interacción por parte del alumnado.
- Desarrollan la iniciativa.
- La comunicación entre alumnos y profesores es más fluida.
- Promueven el aprendizaje cooperativo.
- Ofrecen múltiples recursos y la posibilidad de desarrollar proyectos.
Las TIC constituyen un elemento de eficacia en la educación, pues facilitan los procesos de aprendizaje y autoaprendizaje; también pueden ahorrar energías al profesorado en el acto de desmenuzamiento y repetición de contenidos curriculares, gracias a su valor interactivo y, por tanto, constituyen un elemento motivador tanto para los propios docentes, como para el alumnado. Las TIC, dentro de una comunidad de aprendizaje, impiden reducir al alumno a un sujeto pasivo, puesto que permiten en tiempo real la interacción, mediante el intercambio de experiencias, el diálogo, la aproximación a realidades muy lejanas, el intercambio multicultural y la reducción de actitudes xenófobas. Las TIC refuerzan la tradición porque resulta imprescindible el dominio escrito y leído de dos idiomas para acceder al entorno telemático.
En resumen, dada la enorme importancia de la inclusión de la TIC en el aula, resulta imprescindible elaborar “planes de formación” para el profesorado, porque España como muchos países europeos han sufrido un cambio en estos años en todos los ámbitos de la sociedad, exigiendo que la educación de sus ciudadanos tenga unos índices elevados de calidad para formar parte de la sociedad del conocimiento. En estos planes formativos deberá estar necesariamente la incorporación e integración de los elementos tecnológicos que faciliten su trabajo y ahorren energías y de paso, preparen a al alumnado para lo que serán más tarde sus herramientas laborales.
La correcta utilización de la TIC abre infinitas posibilidades en el desarrollo personal, laboral, familiar, lúdico y en el campo de la innovación de la enseñanza y es preciso formar al profesorado para acceder y explotar sus posibilidades didácticas.
Referencias bibliografícas
- ESCUDERO, J. M. (1989). La escuela como organización y el cambio educativo. En Q. Martín-Moreno: Organizaciones educativas. Madrid, UNED, pp. 313-348.
- GAIRÍN SALLÁN, J. (2002). La innovación educativa, cultura y transformación permanente de las instituciones educativas. En A. Medina Rivilla, J. L. Rodríguez Diéguez y M.ª L. Sevillano García (Coords.). Diseño, Desarrollo e Innovación del Currículum en las instituciones educativas. Madrid, Universitas.
- MARCELO, C. (2002). Aprender a enseñar para la sociedad del conocimiento. Education Policy Analysis Archives. 10. 35.
- SEVILLANO GARCÍA, M.ª L. (Coord.) (2003). Nuevas tecnologías aplicadas a la educación. Madrid, UNED.
Susana López Rubio