La escuela, como fiel reflejo de la sociedad en la que vive, ha visto cómo en los últimos años ha aumentado en sus aulas la violencia. Esta situación, nueva desde hace algunos años, precisaba la consiguiente multiplicación de todos los esfuerzos y recursos disponibles para poner fin a ésta; por tanto podemos decir que la convivencia en los centros ha pasado a ser una asignatura pendiente.
Antes de todo, para intentar prevenir la violencia hemos de darnos cuenta que sus causas son variadas y bastante complicadas. Como maestros debemos observar el entorno en donde se producen, la relación que tienen los personajes de dicha acción con el medio, la influencia que genera en ellos la sociedad; etc.
Desde un la perspectiva ecológica o sistemática, se ha comprobado que en la mayoría de casos, los niños se encuentran con escasa protección y normalmente son niños que tienen problemas de rechazo social, aislamiento por parte de sus compañeros, o se sienten poco queridos, sufren el llamado “over bullying” o acoso escolar, pertenecen a bandas identificativas con la violencia, a veces provienen de ambientes desfavorecidos, no han vivido en ambientes de ocio constructivos, no han tenido la presencia de un adulto para ayudarles.
Como afirma el modelo planteado por Bronfenbrenner (1979), es en «La ecología del desarrollo humano» donde se consideran múltiples factores (culturales, sociales, políticos y personales) para explicar la etiología de la violencia familiar y diseñar propuestas de intervención.
Tal y como alega Bronfenbrenner, se distinguen cuatro niveles:
- microsistema, es el más interior y corresponde al ambiente del diario vivir y al de la escuela o trabajo.
- mesosistema, o conjunto de contextos en los que se desenvuelve. Ejemplo.: la comunicación entre la familia y la escuela.
- exosistema, estructuras sociales que no contienen en sí mismas a las personas pero que influyen en los entornos específicos que sí las contienen. Ej. Televisión o la facilidad para acceder a las armas…
- macrosistema, conjunto de esquemas y valores culturales del cual los niveles anteriores son manifestaciones concretas.
El primer nivel, el microsistema familiar afecta directamente al entorno escolar ya que una parte de la violencia que existe en nuestra sociedad tiene su origen en la violencia familiar.
Los padres y madres de los niños y adolescentes tienen una responsabilidad interna y egoísta en el desarrollo de los valores de sus hijos, ya que desean para ellos las máximas posibilidades de adaptación y éxito social. Les indican qué valores deben desarrollar como la libertad, la convivencia, el respeto, la tolerancia y la defensa de los propios derechos de modo asertivo, aunque no siempre es así. En muchos casos, cuando los niños en sus casas están expuestos a la violencia, pueden aprender a ver el mundo como si solo existieran dos papeles: agresor y agredido, aprendiendo a utilizar la violencia como arma de defensa. Es la pescadilla que se muerde la cola. Ej. Maltrato porque me maltrataron.
Según Kauffman y Zigler (1989) en sus estudios demuestran que el 67% no reproducen dicho problema con sus hijos y que también puede producir violencia personas que no fueron maltratadas en su infancia.
Burgess y Conger, (1978) afirman que en ocasiones el tratamiento absolutamente inadecuado que los adultos le proporcionan a los niños representa un grave obstáculo para su desarrollo ya que deteriora aún más la interacción familiar; disminuyendo la posibilidad de establecer relaciones positivas, repitiéndose crónicamente y haciéndose con ello más grave; y extendiéndose a las diferentes relaciones que en el sistema familiar se producen
Como alega Strauss en sus estudios realizados en este sentido, encuentran que más del 40% de los padres que maltratan a sus hijos tienen relaciones violentas entre sí (reproducen con los propios hijos lo sufrido en la infancia.) Otras veces, la probabilidad de la violencia aumenta cuando el nivel de estrés que sienten los padres es superior a su capacidad para afrontarlo; por ello, habrá que mejorar las condiciones de vida de las familias que atraviesan por graves dificultades económicas, establecer vínculos afectivos no violentos, que proporcionen experiencias positivas acerca de uno mismo y de los demás, relaciones terapéuticas, relaciones afectivas segura; etc.
En el segundo lugar, el microsistema escolar hace referencia a que el acoso en la escuela es un fenómeno creciente, en lenguaje técnico se conoce como bullying. La conducta bullying se define como “violencia mantenida, física o mental, guiada por un individuo en edad escolar o por un grupo y dirigida contra otro individuo también en edad escolar que no es capaz de defenderse a sí mismo es esta situación, y que se desarrolla en el ámbito escolar”.
Estudios de seguimiento han demostrado que los niños que han sufrido esta desagradable situación escolar, son más proclives a sufrir mobbing en su etapa laboral como adulto y es que como sucede con las otras formas de violencia, la intimidación y victimización que se produce en la escuela puede dañar a todas las personas que con ella conviven, es decir dañan a:
En primer lugar, la víctima que produce miedo y rechazo al contexto, así como disminución del rendimiento y baja autoestima; después, al agresor, el cual disminuye su capacidad para la empatía; a continuación, a las personas que no participan directamente en violencia, por último, 4al contexto institucional en el que se produce, reduciendo la calidad de vida de las personas, y aumentando los problemas y tensiones que la provocaron, activando una escalada de graves consecuencias.
Para prevenir o detener la violencia que a veces se produce en la escuela es preciso entrenar en habilidades sociales concretamente, en la asertividad, facilitando así la solución de conflictos en el aula. Para evitar la violencia escolar lo más importante es apostar por la prevención y actuar antes de que se potencie el problema en la escuela. Es mejor actuar con mano dura pero con afecto, fomentando su integración y nunca su discriminación, ya que ésta podría ser un motivo más para fomentar su violencia.
Referencias bibliográficas
-BURGESS, R. L. & CONGER, R. D. (1978): Family Interaction in Abu74 sive, Neglectful and Normal Families. CICCHETTI, D. & RIZLEY, Child Development, 49 1163-1173.
-Kaufman, J. y Zigler, E. (1987). Do Abused Children Become Abusive Parents? American Orthopsychiatric Association, 57(2), Abril 186-192.
– Straus, M. (1979). Measuring Intrafamily Conflict and Violence: The Conflict Tactics (CT) Scales. Journal of Marriage and the family, 41(1), 75-88.
-Jiménez, J. E. y Artiles, C. (2001). Cómo prevenir y corregir las dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura. Madrid: Síntesis.
-Gómez, E., Defior, S. y Serrano, F. (2001). Mejorar la fluidez lectora en dislexia: Diseño de un programa de intervención en español. Universidad de Granada, España. Escritos de psicología, Vol. 4, nº2, pp. 65-73. Mayo- agosto 2011.
Referencias de figuras
-Felipe (2014) Imagen de portada. Recuperado de: https://pixabay.com/es/illustrations/ira-nervioso-brave-estr%C3%A9s-477044/
Mª José Honrubia Tolosa