Uno de los objetivos prioritarios de todo sistema educativo es la adquisición y consolidación de la competencia comunicativa de los estudiantes y, por consiguiente, la mejora de la comprensión escrita. En este sentido, una tertulia literaria dialógica consiste en una serie de encuentros en torno a la lectura de obras clásicas de la literatura universal, donde los participantes leen, comparten, dialogan e intercambian sus interpretaciones, alcanzando una construcción colectiva de significado y generándose, de este modo, un intercambio enriquecedor. En palabras de Valls, Soler y Flecha (2008), “la lectura dialógica implica desplazar el centro del acto de significado de una interacción subjetiva entre persona y texto a nivel individual hacia una interacción intersubjetiva entre niños y/o personas adultas en relación con el texto” (p. 73).
Se trata de una de las actuaciones de éxito que se desarrollan en el seno de las Comunidades de Aprendizaje. Pero más allá del contexto español, han tenido una gran repercusión internacional. De hecho, fueron seleccionadas dentro del Proyecto Integrado Europeo INCLUD- ED (2006- 2011), y ya en el año 2000 fueron reconocidas como práctica educativa innovadora por la Universidad de Harvard. Además, recientemente han sido transferidas a centros de Latinoamérica (Flecha y Álvarez, 2016).
Las tertulias literarias dialógicas tienen su origen en los años ochenta, en la Escuela de Personas Adultas La Verneda-Sant Martí de Barcelona (Flecha, 1997), como una experiencia cultural y educativa no formal. Es decir, surgen en el contexto de la educación de personas adultas, sin titulación universitaria, en un proceso de posalfabetización (Valls, Soler y Flecha, 2008).
Posteriormente, se han extendido, debido a las evidencias científicas que demuestran el beneficio que reportan a la educación en cualquier nivel, a otras etapas educativas como Primaria, Secundaria e Infantil; así como a otros contextos más allá del ámbito formal, como a bibliotecas y centros penitenciarios (Flecha, García y Gómez, 2013). Además, su incuestionable ha provocado su difusión a otros ámbitos como el arte, la pedagogía, la música o la ciencia.
Por lo que respecta a la metodología de las tertulias literarias dialógicas, esta no implica demasiada complejidad, lo cual facilita su implementación. El número de personas, la duración y la frecuencia de la tertulia variará en función de las condiciones del grupo. Puede tener lugar una vez a la semana, durante una o dos horas, por ejemplo.
Los propios integrantes del grupo son quienes consensuan la lectura, clásica, que van a leer.
Se parte del convencimiento de que si este tipo de obras literarias se han convertido en clásicas, trascendiendo en el tiempo y en el espacio, es por su gran riqueza y valor cultural, así como por los temas universales que abordan, que continúan resultando influyentes en la actualidad. (Flecha y Álvarez, 2016, p. 7)
A continuación, se acuerda la lectura de un número determinado de páginas o capítulos para el siguiente encuentro. Los participantes las leerán, por su cuenta, y señalarán los párrafos o fragmentos que han seleccionado porque les han gustado o no (desde un punto de vista estético), les han suscitado algún pensamiento o llamado la atención (ya sea porque están de acuerdo o en desacuerdo), porque les recuerdan a algún hecho de su vida o entorno, porque se sienten identificados o, simplemente, porque no los entienden.
En la tertulia, los participantes exponen los fragmentos escogidos. Al mismo tiempo, dialogan sobre el contenido, los temas, sus impresiones… Se trata de compartir las reflexiones motivadas por la lectura de esas páginas. Para exponerlos ordenadamente y que se produzca ese intercambio de ideas, la tertulia cuenta con una persona moderadora, que puede ser el profesor o la profesora (en un contexto académico reglado) o bien cualquier integrante, alumno/a o voluntario/a. En cualquier caso, es una persona más dentro de la tertulia y no debe imponer su punto de vista. Su papel consiste en favorecer que todas las personas aporten sus argumentos, garantizar que se respetan los turnos de palabra, y priorizar a quienes intervienen con menor frecuencia para que la tertulia sea lo más igualitaria y diversa posible. Es importante subrayar que en este tipo de dinámica no hay una figura experta que dirija cuál es la interpretación más adecuada del texto. La persona moderadora concede los turnos de palabra a cada participante, quien lee en voz alta el párrafo o fragmento escogido y explica los motivos por los que lo ha elegido.
Posteriormente, se abre el turno para que el resto de miembros pueda comentar cada párrafo expuesto. Se aplica el mismo procedimiento en cada sesión, siguiendo en el orden de capítulos o partes de la obra.
Este procedimiento se asienta en los siete principios del aprendizaje dialógico que instaura Flecha (1997):
- Diálogo igualitario: se produce al reconocer y valorar las aportaciones, la inteligencia y la sensibilidad de todos los participantes. Prima la validez de los argumentos de todos los participantes en lugar de sus posiciones de poder, puesto que la relación es bidireccional y todos aprenden y enseñan al mismo tiempo. En ningún caso se debe monopolizar el debate ni imponer interpretaciones particulares.
(…) la lectura dialógica es el proceso intersubjetivo de leer y comprender un texto sobre el que las personas profundizan en sus interpretaciones, reflexionan críticamente sobre el mismo y el contexto, e intensifican su comprensión lectora a través de la interacción con otros agentes, abriendo así posibilidades de transformación como persona lectora y como persona en el mundo (Valls, Soler y Flecha, 2008, p. 73).
Por tanto, el diálogo es el elemento generador del aprendizaje. Esta idea está patente también en autores como Bakthin (1986) y su concepción de la vida humana como un proceso dialógico, donde solo a partir de nuestras interacciones con el resto, encontramos significado (Valls, Soler y Flecha, 2008).
- Inteligencia cultural: cada persona es capaz de aportar en función de su aprendizaje vital, de sus experiencias cotidianas y de su contexto. Lo importante es que todas las personas sin excepción tienen las mismas capacidades para participar en este diálogo.
Todo el mundo podemos soñar y sentir, dar sentido a nuestra existencia. La aportación de cada uno es diferente a la del resto y, por tanto, irrecuperable si no se tiene en cuenta. Cada persona excluida es una pérdida irremplazable para todas las demás. (Flecha, 1997, p. 35)
- Transformación: aprender dialogando y valorando lo aprendido implica una transformación, un cambio a nivel individual. Los participantes amplían sus puntos de vista a partir de sus propias contribuciones y las de los demás.
- Dimensión instrumental: el diálogo propicia que aprendamos otros contenidos, como la época en la que se inscribió, el movimiento literario al que se adscribe, apreciar sus características formales… De hecho, se pueden incorporar todos los contenidos que se acuerden.
- Creación de sentido: se comparten opiniones y reflexiones conjuntas, de forma que se construye un nuevo sentido. Es más, cada persona y cada grupo dan un nuevo sentido a la lectura, ya que “la interpretación de los textos no es monopolio de unos pocos expertos sino el resultado del diálogo entre personas diversas (…)” (Pulido y Zepa, 2010, p. 296). Esto da lugar a lo que estas autoras denominan “la interpretación interactiva de los textos” (p. 301).
- Solidaridad: como podemos apreciar, las tertulias literarias dialógicas conforman un espacio donde todas las personas sienten que se pueden ayudar y se practica la solidaridad, el respeto y la tolerancia.
- Igualdad de diferencias: precisamente, estas tertulias surgieron para acabar con las barreras elitistas que impiden a personas sin formación académica, aproximarse a la literatura clásica universal. Tradicionalmente se les ha apartado, bajo el pretexto de que no están preparadas para acceder a este tipo de literatura ni apreciarla desde un punto de vista estético. En cambio, en las tertulias la participación se produce en igualdad de condiciones, ya que no se requiere una experiencia lectora previa ni una titulación académica.
Las autoridades académicas construyen muros entre personas con menos formación y determinados tipos de literatura, al considerar que las personas excluidas de esa ‘minoría selecta’ dan interpretaciones deficientes de los textos, olvidando que también las élites relacionan las lecturas con sus contextos particulares. (Flecha, 1997, p. 62)
Así pues, ¿por qué implementar las tertulias literarias dialógicas en Secundaria?
Básicamente, porque los docentes de Secundaria nos encontramos continuamente con que la lectura se suele realizar de forma individual, sin apenas intervención del alumnado en la elección de los libros y con la obligatoriedad de realizar un control, ficha o trabajo de lectura. Esto genera desmotivación tanto entre el alumnado como el profesorado, lo que corrobora las dos premisas que expone Loza (2004):
a) al alumnado actual no le gusta o no le atrae la lectura (se ponen como disculpa los medios de comunicación y la informática) y b) al alumnado con dificultades se le hace más difícil, por no decir imposible, la lectura, ya que además de lo señalado, carece de las competencias lectoras necesarias para enfrentarse con la literatura. (p. 67)
Por estos motivos, necesitamos un cambio, replantearnos cómo abordar la lectura sin generar rechazo entre los estudiantes o que la perciban negativamente. En este contexto, las tertulias literarias se erigen como una excelente opción.
Una vez que hemos decidido implementar las tertulias literarias dialógicas en esta etapa educativa, debemos tener presentes una serie de consideraciones previas:
- La tertulia literaria dialógica no debe plantearse como una tarea obligatoria (caeríamos de nuevo en el mismo error), pero sí valorar de alguna manera la implicación y participación del alumnado. Por ejemplo, en un grupo de veinte alumnos, pueden establecerse dos formas de participación (Rekalde, Alonso, Arandia, Martínez y Zarandona, 2014): un grupo interviene activamente en la tertulia, en el intercambio de ideas; mientras que la otra mitad desempeñan un rol de observadores activos, los cuales intervienen tras la tertulia y comentan las impresiones que les ha producido lo que han escuchado. Después se invierten los roles. Otra propuesta (Valls, Soler y Flecha, 2008) consiste en dividir el aula en grupos heterogéneos y que cada cierto tiempo cambien de mesa, de actividad y de tutor. En un grupo realizan una actividad de lectura; en otro, de escritura; en otro, de lenguaje oral y en otro, de tipo manipulativo.
- Es fundamental la elección de textos literarios de valor para conectar con las temáticas de nuestra asignatura, en este caso, Lengua castellana y literatura. Lo mismo se puede aplicar en el resto de materias.
- Es necesario crear un buen clima de aula, un ambiente libre, con un mínimo de normas de regulación, de modo que el diálogo fluya y no se vea coartado o limitado. Incluso, los espacios deben acondicionarse para la ocasión: desde el cambio de disposición de las sillas (en círculo, por ejemplo) a otros espacios como el salón de actos o la biblioteca del centro.
- El diálogo no debe centrarse en una comprensión mecánica del texto, sino en una reflexión sobre lo que se ha leído.
- Durante las primeras tertulias, el docente debe ofrecer un seguimiento y una guía al alumnado en esta dinámica de tipo dialógico. Puede introducir temas, relacionarlos con la materia y, sobre todo, animar a participar a quienes lo hacen con una menor frecuencia.
- Debe evitarse la evaluación de las aportaciones de los alumnos en términos de respuesta correcta o incorrecta. Ante todo, se fomentan la reflexión, el razonamiento, la argumentación, etc.
- Las interacciones deben producirse entre los alumnos, evitando que se dirijan únicamente al profesor o profesora. Para ello, también es esencial afianzar previamente la dinámica grupal a través de juegos cooperativos y técnicas activas que promuevan el conocimiento entre compañeros y la confianza.
- Los alumnos son los protagonistas del proceso, mientras que los profesores deben desempeñar un papel de facilitadores o guías, creadores de un clima de respeto y seguridad.
- Se deben respetar los turnos de palabra y cuidar la importancia del lenguaje no verbal, como las miradas, los gestos mientras una persona habla o cómo una posición corporal es capaz de mostrar una escucha activa y respetuosa.
- Si es posible invitar a los familiares a participar, el aprendizaje es mucho más enriquecedor.
Por otra parte, la ingente literatura científica publicada al respecto de estas dinámicas de lectura las avalan a partir de la exposición de sus numerosos beneficios, entre los cuales destacan:
- El fomento de la lectura y del hábito lector. Se potencia el acercamiento directo, sin distinción de edad, género o cultura a la literatura clásica universal y al conocimiento científico.
- Se promueve el aprendizaje lector más allá del aula ordinaria. Es decir, se refuerza una lectura crítica, mejoran la comprensión lectora y otras habilidades de lectoescritura. Al mismo tiempo, se incita a los alumnos a la lectura voluntaria de otros textos.
- Permite introducir cambios metodológicos en las diferentes asignaturas y aumenta la motivación y la curiosidad de los alumnos por aprender contenidos académicos.
- Mejora de la expresión oral en público. El diálogo y el respeto de los turnos de palabra y las opiniones de los demás incrementan la competencia comunicativa.
- Mejora de la capacidad de escucha activa.
- Aumento de vocabulario.
- Se profundiza en el aprendizaje de hechos históricos y se reflexiona críticamente sobre estos.
- Mejora de la ortografía.
- Adquisición de una visión más amplia y rica del mundo que nos rodea a partir de los clásicos.
- Revierte en una mayor confianza en uno mismo y, por tanto, en el aumento de la autoestima, lo que facilita la participación en cualquier espacio público, ya sea debates públicos o en sus relaciones personales. En palabras de Pulido y Zepa (2010): “empoderan a las personas participantes en el ejercicio de una capacidad lingüística y reflexiva crítica en cualquier situación cotidiana que se enfrenten” (p. 303). Esto redunda en su desarrollo y bienestar emocional.
- Se da un enfoque inclusivo y se favorece la socialización del alumnado, ya que todas las aportaciones son válidas y significativas.
- Se fomentan valores como la solidaridad, ya que todos pueden ayudar y dejarse ayudar por el resto; así como la tolerancia, la amistad y la empatía.
- Constituyen “una herramienta eficaz para reducir el fracaso escolar y hacer frente a los posibles problemas de convivencia” (Malagón y González, 2018, p. 130).
En definitiva, con la implementación de las tertulias literarias dialógicas en Secundaria podemos contribuir tanto al crecimiento académico de los alumnos, al despertar en ellos el gusto por y con la lectura, como a nivel personal, en su formación como ciudadanos libres, críticos y activos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- CONFAPEA (2012). Manual de Tertulia Literaria Dialógica. Recuperado [07/04/2020] de http://comunidadesdeaprendizaje.net/wp-content/uploads/2010/11/Manual-Tertulias-Literarias-Dialógicas_CONFAPEA.pdf
- Flecha, R. y Álvarez, P. (2016). Fomentando el Aprendizaje y la Solidaridad entre el Alumnado a través de la lectura de clásicos de la Literatura Universal: El caso de las Tertulias Literarias Dialógicas. Educación, Lenguaje y Sociedad, 13 (13), pp. 1- 19.
- Flecha, R., García R. y Gómez, A. (2013). Transferencia de tertulias literarias dialógicas a instituciones penitenciarias. Revista de Educación, 360, pp. 140- 161.
- Flecha, R. (1997). Compartiendo palabras. El aprendizaje de las personas adultas a través del diálogo. Barcelona: Paidós.
- Loza, M. (2004). Tertulias literarias. Cuadernos de Pedagogía (341), pp. 66- 69.
- Malagón, J. D. y González, I. (2018). Evaluación del impacto de las Tertulias Literarias Dialógicas en Comunidades de Aprendizaje. Profesorado. Revista de Curriculum y Formación de Profesorado, 22 (4), pp. 111- 132.
- Pulido, C. y Zepa, B. (2010). La interpretación interactiva de los textos a través de las tertulias literarias dialógicas. Revista Signos, 43 (2), pp. 295- 309.
- Rekalde, I., Alonso, M. J., Arandia, M.; Martínez, I. y Zarandona, E. (2014). Las tertulias literarias dialógicas en los procesos de enseñanza universitarios: reflexiones desde la práctica docente. Revista de Formación e Innovación Educativa Universitaria, 7, 155- 172.
- Valls, R., Soler, M. y Flecha, R. (2008). Lectura dialógica: interacciones que mejoran y aceleran la lectura. Revista Iberoamericana de Educación, 46, pp. 71- 87.
REFERENCIAS DE FIGURAS
- Figura 1. Reunión [imagen]. Recuperada [13/04/2020] de: https://pixabay.com/images/id-23820/
Paula Gómez Tarancón
cuando se habla de tertulia, se dice que es un espacio para dialogar. y decir dialógica significa lo mismo dialogar, es un pleonasmo. es un barbarismo.
Me parece que debían replantear si van a incentivar la literatura, como se le explica esto a los estudiantes.