Nuevos desafíos para las Bibliotecas Escolares en la era digital

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1. Introducción

Las bibliotecas escolares han sido tradicionalmente vistas como lugares de acceso a información y apoyo al proceso de aprendizaje. Sin embargo, con la digitalización creciente y el auge de las TIC, su rol está cambiando al menos sobre el papel. Según García y Fernández (2018), las TIC han ampliado considerablemente las funciones de las bibliotecas escolares, teniendo como nuevo desafío que el alumnado acceda a recursos electrónicos y mejore sus habilidades digitales.

Este cambio no solo implica la digitalización de los materiales, sino también la creación de nuevos entornos de aprendizaje y su adaptación a los intereses del alumnado, variables y fluctuantes según las modas y el contenido viral. En este contexto “líquido”, las bibliotecas ya no pueden ser simplemente repositorios de libros, sino que han de transformarse en centros multimedia que ofrecen herramientas para el aprendizaje colaborativo, plataformas de acceso a la información y espacios de innovación educativa (Martínez, 2019).

2. TIC y el aprendizaje personalizado

Uno de los mayores impactos de las TIC es su capacidad para ofrecer un aprendizaje más personalizado y acorde a la heterogeneidad de nuestro alumnado hoy en día. Las herramientas digitales permiten que los alumnos y alumnas puedan acceder a información de manera autónoma y ajustada a sus intereses y necesidades. Según López (2020), las plataformas de gestión bibliográfica basadas en TIC ofrecen la posibilidad de que los alumnos seleccionen los materiales más adecuados a sus niveles y estilos de aprendizaje, lo que potencia la autonomía y el aprendizaje autodirigido además de cumplir con los principios del Diseño Universal de Aprendizaje (DUA). Estas plataformas serían los servicios de préstamo digital o los soportes de lectura en la nube del tipo Fiction Express.

3. Bibliotecas escolares y modernidad líquida

¿Por qué al hablar de bibliotecas escolares inmediatamente asocio su adaptación a nuestro tiempo con el concepto de “modernidad líquida”? La respuesta es porque en este escenario, Bauman describe un mundo en constante cambio, donde las estructuras sociales y las certezas tradicionales se disuelven ante la fluidez y la incertidumbre del nuevo entorno global. La obra de Bauman destaca cómo las instituciones tradicionales, como las escuelas y las bibliotecas, están obligadas a adaptarse rápidamente a las transformaciones tecnológicas y sociales. La inmediatez, la rápida propagación de modas, retos o contenidos y su fulminante desaparición una vez que son consumidos no puede ser obviada por los animadores a la lectura o bibliotecarios escolares que, de no saber adaptarse a esta situación tendrán muy complicado la creación de nuevos lectores y el fomento lector que ha de partir de su labor dinamizadora.

Bauman señalaba que, en esta era líquida, el acceso a la información es casi ilimitado, pero también más superficial, ya que se prioriza la velocidad y la cantidad sobre la profundidad y la comprensión. Esto plantea un reto muy importante para las bibliotecas escolares, que deben enseñar al alumnado a ser críticos ante la avalancha de información disponible en internet y las redes sociales.

Además, deben ser atractivas a sus intereses y competitivas frente al aluvión de entretenimiento multimedia. ¿Puede la lectura reposada y reflexiva de un libro sobreponerse a la inmediatez de un videojuego o una aplicación basada en hacer scroll? Nuestra respuesta es que sí es posible, pero también muy complicado y que, parte de no enfrentarse a estas tecnologías, sino a integrarlas en el proceso dinamizador de la lectura.

Esta integración de las TIC en las bibliotecas escolares es una respuesta directa a las necesidades de nuestro tiempo. Las bibliotecas escolares deben dejar de ser simples almacenes de libros físicos para transformarse en centros dinámicos de aprendizaje, adaptándose a las necesidades cambiantes del alumnado en la era digital. Sin embargo, al igual que Bauman advierte sobre la «liquidez» de la información, las bibliotecas deben encontrar el equilibrio entre proporcionar acceso rápido y fomentar el pensamiento crítico y profundo; es decir, podemos introducir pantallas en nuestras bibliotecas pero con un fin claro: fomentar la lectura que fomenta el conocimiento y dar valor al libro en papel y a la información que crea sedimento en la etapa escolar que en ellos se contiene.

4. La alfabetización digital como competencia fundamental

El cambio hacia un entorno digital en las bibliotecas no solo afecta el acceso a la información, sino que también refuerza la importancia de la alfabetización digital. Según Carrillo (2020), uno de los mayores retos para las bibliotecas escolares en la era digital es garantizar que el alumnado desarrolle competencias críticas en el uso de las TIC. La capacidad de navegar, evaluar y usar la información de manera efectiva se ha convertido en una habilidad esencial en el siglo XXI que apenas es trabajada como saber básico en el currículum escolar. La iniciativa debe partir de las bibliotecas, que, además de fomentar la lectura tradicional, han de trabajar la capacidad del alumnado para interactuar con la tecnología de manera segura y eficaz. Esto implica la creación de programas de alfabetización digital y la formación continua de los docentes y bibliotecarios en el uso de herramientas digitales (González y Hernández, 2019) para así poder formar al alumnado teniendo una base teórico-práctica adecuada para ello.

5. El futuro de las bibliotecas escolares

A medida que las TIC continúan avanzando, es necesario considerar cómo será el futuro de las bibliotecas escolares. Un aspecto clave será la creación de bibliotecas híbridas, que combinen recursos físicos y digitales. Estas bibliotecas no solo proporcionarán libros impresos, sino que también ofrecerán acceso a bases de datos, recursos multimedia y plataformas de aprendizaje en línea.

Imagen 1. Cuentacuentos basado en apadrinamiento lector en biblioteca escolar. / David Fueyo

Rodríguez (2021) destaca que las bibliotecas escolares del futuro deben ser espacios flexibles, que fomenten tanto el aprendizaje colaborativo como el individual. Este enfoque permitirá a los estudiantes trabajar en proyectos interdisciplinarios y acceder a la información desde cualquier lugar y en cualquier momento, tanto de forma individual como en grupo.

Otro factor importante será el papel de las bibliotecas como centros de innovación educativa. Las TIC permiten la creación de laboratorios de ideas y espacios de experimentación donde el alumnado, progresivamente según su edad, pueda explorar la tecnología de manera creativa y crítica (Morales y Sánchez, 2020). Estos entornos deben promover habilidades del siglo XXI como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad, habilidades que serán fundamentales para enfrentar los desafíos del futuro. Partimos de que en un centro educativo todo espacio es biblioteca, pero ha de ser la biblioteca como ente, no como espacio, la que aglutine la enseñanza-aprendizaje de estas habilidades básicas para el día a día de nuestro tiempo.

Conclusion

El futuro de las bibliotecas escolares está profundamente vinculado a la integración de las TIC y la digitalización. Las bibliotecas dejarán de ser meramente espacios físicos para convertirse en centros de aprendizaje híbridos, personalizados y colaborativos. Para que estas transformaciones sean exitosas, es fundamental que las bibliotecas continúen promoviendo la alfabetización digital, adapten sus espacios a las nuevas demandas educativas y aseguren el acceso equitativo a la tecnología.

Los bibliotecarios escolares tienen un papel crucial en este proceso, ya que deben liderar la transición hacia el uso de TIC, ofreciendo a los estudiantes y docentes las herramientas necesarias para navegar de manera eficaz por el mundo digital. Según Lage Fernández (2013), deben contar con formación técnica, científica y profesional al mismo tiempo que ha de reconocerse su estatus para poder llevar a cabo sus proyectos con dignidad y responsabilidad a la vez que se implican en la formación permanente y disponen de tiempo dedicado en exclusiva a la biblioteca escolar.

Referencias bibliográficas

Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

Carrillo, S. (2020). La alfabetización digital en la era de las TIC: Retos para las bibliotecas escolares. Revista de Innovación Educativa, 18(3), 45-60.

García, M., & Fernández, A. (2018). Las bibliotecas escolares y las TIC: Un desafío para el siglo XXI. Revista de Educación y Tecnología, 10(1), 33-48.

González, L., & Hernández, R. (2019). El rol del bibliotecario escolar en la era digital. Educación y TIC, 15(4), 58-75.

Lage Fernández, J. J. (2013). Bibliotecas escolares, lectura y educación. Barcelona: Ediciones Octaedro, S. L.

López, J. (2020). Personalización del aprendizaje en bibliotecas escolares: El papel de las TIC. Pedagogía Digital, 22(1), 23-39.

Martínez, P. (2019). La transformación de las bibliotecas escolares en espacios multimedia. Cuadernos de Educación, 27(2), 11-28.

Morales, T., & Sánchez, I. (2020). Las bibliotecas escolares como centros de innovación en el siglo XXI. Revista de Pedagogía Contemporánea, 12(2), 88-102.

Rodríguez, C. (2021). El futuro de las bibliotecas escolares en un entorno digital. Educación y Sociedad, 10(5), 34-52.

 Imagen

 Figura 1. Cuentacuentos basado en apadrinamiento lector en biblioteca escolar. / David Fueyo

David Fueyo Fernández

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