Más allá de la pantalla: El sedentarismo en la infancia

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1.INTRODUCCIÓN

El teletrabajo, las compras por internet, videojuegos…en los últimos años hemos visto como la sociedad ha avanzado hacia formas y estilos de vida que nos incita a quedarnos en casa; pero, la vida sedentaria a la que nos estamos malacostumbrándonos, en la que levantarse a trabajar desde el ordenador de tu casa o de no tener que recorrer más que unos pasos para poder tomar un café, nos pasa factura.

Y si para nosotros, los adultos, esta baja actividad física es perjudicial, imagínense para los niños/as. Debemos ser conscientes de los beneficios y perjuicios que esto conlleva para la salud de los más pequeños, pues de nosotros dependerá que establezcan y asienten unos hábitos saludables y una buena base para que en ellos surja el deseo de mantener el bienestar.

2. SEDENTARISMO

Pero comencemos por el principio. ¿Qué es el sedentarismo? Desde un punto de vista etimológico, el término “sedentario” proviene del latín sedere, que significa “estar sentado”. Esto ya nos está dando una pista de lo que realmente representa y abarca este término. De hecho, antiguamente se utilizaba esta palabra cuando una sociedad nómada finalmente se establecía en un lugar determinado.

Este término ha ido evolucionando hasta llegar al día de hoy, el cual tiene unas connotaciones clínicas muy importantes, considerándose como un “desajuste entre las calorías ingeridas y las gastadas con la actividad física; llegando a afectar a la salud del individuo”. Pero debemos tener en cuenta que el concepto de Salud va más allá que la “ausencia de enfermedad”, sino que abarca todas las dimensiones de la persona: física, psíquica y social.

Estas dimensiones, como ya apuntaba Perea Quesada (2004), se ven influenciadas por el ambiente en el que la persona se encuentra; por lo que podemos afirmar que la salud estará determinada en gran medida por ese estilo de vida sedentario y la inactividad física que esta conlleva. Todo ello se eleva en lo que a la infancia se refiere. Los niños/as necesitan de esa actividad física para conocer el mundo, para desarrollarse y adquirir habilidades y destrezas que le permitan realizarse personal y socialmente.

Según la Encuesta Nacional de Salud realizada en España en 2017, el 75% de la población infantil entre 1 y 14 años pasan a diario una hora o más de su tiempo libre frente a una pantalla y, en el grupo de 1 a 4 años, más de uno de cada dos pasa por encima de una hora. Esta realidad que encontramos contribuye en gran medida a incrementar los problemas de salud en niños y jóvenes.

2.1. Consecuencias físicas del sedentarismo.

La principal y que más riesgos conlleva es la ya mencionada obesidad infantil. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llegado a considerar la obesidad como una de las grandes epidemias del siglo XXI. Según sus estudios, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad era de un 30% de la población.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición lleva un seguimiento de ello, denominado Estudio ALADINO (ALimentación, Actividad física, Desarrollo INfantil y Obesidad). El último publicado en septiembre de 2020, muestra que la tasa de sobrepeso en la población infantil de entre 6 y 9 años es del 23,3%, y la de obesidad, del 17,3%, siendo mayor en niños que en niñas. En otras palabras, cuatro de cada diez alumnos muestran un exceso de peso. Pero lo que realmente nos importa son las consecuencias y repercusiones que esta obesidad tiene en el día a día de los más pequeños.

Haciéndonos eco de las palabras de Cigarroa, Sarqui, y Zapata-Lamana (2016); de forma general, los niños con sobrepeso muestran una competencia motriz inferior a la esperada para su edad. Esto conlleva que interactúen menos con su entorno, disminuyan la cantidad de actividad física, y se termine por autoexcluir de diversas actividades físicas, conduciéndolos a la inactividad y al aislamiento en los momentos de juego.

Como bien dijeron Aranceta-Bartrina y Pérez-Rodrigo (2018) “Las acciones preventivas son la clave para atajar una enfermedad que, una vez instaurada, tiene difícil solución.” Pero no únicamente debemos abordar problemas físicos o fisiológicos asociados al sedentarismo, sino que puede afectar a los otros ámbitos de la salud como a su desarrollo socio-afectivo.

Por ese motivo, no podemos olvidar lo que Rodríguez-Hernández, De la Cruz-Sánchez, Feu, & Martínez-Santos (2011) apuntaron: que la dimensión psíquica y afectiva también puede verse afectada por este estilo de vida pudiendo derivar incluso en trastornos psicológicos, baja autoestima, o una imagen corporal inadecuada.

Pero ¿por qué se da esta baja actividad física en este periodo de nuestras vidas? Podríamos encontrar diferentes factores que lo explicaran. Algunos de ellos son biológicos y propios de la fisiología del niño; no obstante, otros son de origen sociocultural, derivados del propio desarrollo de la sociedad en la que los niños/as están inmersos (Cigarroa, Sarqui, y  Zapata-Lamana; 2016).

Los juegos, el ocio y la manera de divertirse de los más pequeños, ha cambiado en los últimos años. Mientras a principios del siglo XX los niños corrían en el campo o en la plaza; hoy pueden permanecer horas sentados delante de la pantalla del ordenador, la televisión o el móvil. Y aunque el uso de los diferentes aparatos electrónicos y tecnologías pueden ser de gran utilidad, se han asociado a una menor participación en actividades físicas y a patologías infantiles como la falta de atención o concentración.

Sumado a todo ello, también nos encontramos con un cambio en el tipo de alimentación de los pequeños. Si bien hoy en día tenemos a nuestro alcance una gran variedad de información sobre los alimentos, en ocasiones se nos olvida contar con lo más importante: si no le aportamos a nuestro cuerpo la cantidad de nutrientes, vitaminas o grasas que necesita, difícilmente tendremos energía para poder realizar una actividad física completa, lo que nos incitará al sedentarismo. Así pues, no le podemos exigir al niño que realice una actividad demandante a nivel físico si su cuerpo no está recibiendo el aporte energético suficiente.

Aunque debemos cuidar dicha ingesta, pues si por el contrario los niños se encuentran “sobrealimentados”, estaríamos en la misma situación. Un exceso de componentes alimenticios hará que estén pesados, que tengan mucha energía en el momento pero que se consuma rápidamente, dejándoles cansados y exhaustos. De hecho, un niño/a con una alimentación y nutrición inadecuada, puede llegar a mostrar trastornos alimenticios, anemia, caries, o incluso problemas de aprendizaje escolar; allanando ya desde pequeños el camino para el desarrollo de ciertas patologías en la edad adulta (enfermedades cardiovasculares, diabetes…) He aquí la necesidad de que sigan una dieta equilibrada, variada, y que les aporte lo que necesitan sin excesos ni carencias. Pues si desde pequeños creamos ese buen hábito, los acompañará en su desarrollo.

Y ¿cómo fomentamos este tipo de alimentación y de vida activa, si los niños/as son bombardeados por anuncios sobre alimentos poco saludables?

Las diferentes campañas publicitarias que podemos ver en horario infantil, refuerzan el consumo de dichos productos, influyendo en las preferencias o pautas de consumo que tienen. Razón por la cual, los recursos utilizados en este tipo de publicidad están orientados a fomentar su consumo.

Uno de ellos es el etiquetado, que usualmente utiliza colores, letras y mascotas muy llamativas; captando su atención incluyendo en su interior juguetes, cromos o incluso artículos coleccionables que incitan a continuar comprando el producto.

Estos productos, además, suelen ubicarse en las estanterías más bajas en las tiendas o supermercados, con el fin de que sean los más pequeños, su grupo objetivo, los que primero lo vean y demanden su compra. Toda esta publicidad está regulada por el CÓDIGO PAOS de corregulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a menores, prevención de la obesidad y salud; el cual pretende regular la cantidad de información que se transmite a niños que todavía no son conscientes ni responsables de su alimentación y nutrición.

2.2. ¿Cómo podemos fomentar un estilo de vida saludable y evitar que los más jóvenes caigan este estilo de vida sedentario?

Lo primero de todo es no olvidar que los adultos funcionamos como un espejo donde los niños se miran. Es lo que Bruner apuntó en su Teoría del Aprendizaje Vicario. Se ha demostrado que cuando padres y madres tienen un estilo de vida sedentario, los niños desarrollan un mayor número de hábitos sedentarios. Por lo que debemos primero de todo realizar una reflexión interna hacia nuestras propias acciones.

Para ello, podemos plantearnos diferentes tipos de intervenciones.

Una de las más importantes, la cual ya hemos mencionado es un cambio en el tipo de alimentación. La desinformación que ha existido en lo referente a una alimentación variada y saludable, puede ser un factor que repercuta en la salud global de los niños. Es lo que ocurre con batidos, zumos y bebidas preparadas a base de frutas y vegetales que pueden parecer saludables pues a simple vista están elaborados con alimentos saludables, pero que al llevar añadidos azucares y aditivos lo convierten en insanos y poco recomendables.

A día de hoy, se tienen muchos más conocimientos sobre nutrición y alimentación, pero todavía nos queda camino que recorrer. Por supuesto, no podemos olvidarnos las intervenciones en el ejercicio físico.

El Comité Directivo de la Sociedad Canadiense de Fisiología del Ejercicio y la Agencia de Salud Pública recalcan la poca importancia que se le dan a las recomendaciones sobre actividad física que se realizan en la educación de los niños, un factor relevante para que a largo plazo se disminuya este sedentarismo.

Por lo tanto, podemos decir que las intervenciones sobre ejercicio físico, se diferencian en dos: las que van dirigidas a realizarse en el hogar y las que van dirigidas al entorno escolar.

Desde casa, debemos planificar actividades como excursiones, visitas o paseos al aire libre que los niños puedan disfrutar al mismo tiempo que realizan una actividad física beneficiosa; reduciendo el tiempo de actividades sedentarias.

Y desde la escuela, contamos con la Educación Física, que ha de estar dirigida no solo a que el niño realice actividades sino a que comprenda las ventajas que conllevará en su salud y bienestar la práctica de ejercicio moderado de forma continuada.

De hecho, el programa SOPLAY (Sistema de Observación de Actividades de Juego y Ocio en la Juventud) llevado a cabo en California, llegó a la conclusión de que los niños tienden a participar más cuando las zonas para realizar actividad física contienen juegos que libremente pueden utilizar; así como que esta actividad aumenta en los momentos de descanso antes o después de las clases, siendo mayor en chicos que en chicas. Esto, vendría a estar relacionado con las Cuñas Activas incluidas en el Programa HERVAT. Se trata de aprovechar esos momentos de descanso para volver a motivar y activar la atención de los niños a través del ejercicio físico.

Y es que sociedad en la que la tecnología está ganando cada vez más peso en la realización de tareas cotidianas, es necesario la enseñanza de un uso responsable y adecuado de dichas tecnologías.

Esta “inactividad” que nos lleva al sedentarismo, se ve incluso más acrecentada en los periodos vacacionales. Gorely et al. (2009) diseñó un programa en el que se realizan actividades de diferente índole y que pretende mantener ese equilibrio durante estos periodos en que los niños no asisten a clases, llevando un registro de estas actividades.

A lo largo de los años se han planteado diferentes estrategias para hacer llegar el mensaje a todos los agentes educativos, pero ¿son las apropiadas? ¿van dirigidas al público adecuado? ¿nos ofrecen una información real, útil y adaptada a todos los usuarios?

Según un estudio realizado por el Grupo de Actividad Física y Deporte en el Espacio y Tiempo de Ocio (AFYDO) realizado por Esther Gargallo en 2015, se ha determinado la probabilidad de que los adolescentes no practiquen actividad física es cuatro veces mayor si los padres son sedentarios o no le otorgan gran valor a la actividad física como una forma de sentirse bien y sano. Este estudio también se centró en la valoración que las familias otorgan a los resultados académicos, otorgándole una menor importancia a las actividades físico-deportivas, lo que envía el mensaje de la baja consideración que se tiene a un estilo de vida activo.

Para evitar todo esto y concienciar a la comunidad educativa en general contamos con diferentes campañas y promociones.

La Fundación España Activa, universidades y otras entidades públicas y privadas, ha puesto en marcha La campaña “Actívate por una vida mejor” para luchar contra el sedentarismo de los escolares y concienciar sobre los beneficios que nos otorga la práctica deportiva. Esta campaña consta de distintas acciones y materiales que están dirigidos a sensibilizar a niños y adultos.

Imagen 1: Niños en la naturaleza

Por su parte, la Fundación Española del Corazón ha puesto en marcha la segunda fase de la campaña «Children in the City», con el objetivo de promover la actividad física en familia; pues como decimos, ellos son el espejo en el que los niños se miran.

Y es que, la inactividad física y el sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular; patologías que se pueden prevenir adoptando hábitos de vida saludable.

A todo esto, debemos añadirle que, según la OMS, realizar actividades físicas puede tener un impacto positivo no solo en su bienestar físico, sino también en su rendimiento escolar; pues como hemos dicho, el término salud abarca todas las dimensiones del individuo.

Stephen Whiting, técnico de la OMS para la prevención y el Control de Enfermedades No Transmisibles, afirmó en su estudio que el movimiento y la actividad contribuye a ese desarrollo cognitivo, además de promover una buena salud motora y social que conlleva un adecuado funcionamiento de nuestro cuerpo. Se observó que el rendimiento mejoró cuando se le otorgaba más tiempo al área de Educación física, ya que rompe con las clases y asignaturas más sedentarias y traslada los aprendizajes a un entorno activo en el que prima el cuerpo, el movimiento y la actividad.

 

3. ALIMENTACION Y EDUCACIÓN

Como he dicho anteriormente, la familia junto con la escuela son los principales agentes educativos que van a influir en el estilo de vida que van a adquirir y adoptar los niños/as.

En el estudio que Davó et al. realizó sobre la publicaciones de programas y estrategias relacionadas con la educación y la promoción de la salud, podemos apreciar como a lo largo de los años un alto porcentaje de las intervenciones referentes a salud en la escuela se han basado en la prevención de enfermedades y no en el fomento de unos hábitos saludables. Estos autores, destacan la baja implicación de la figura del maestro en comparación con la participación de otros miembros de la comunidad educativa como son los servicios sanitarios o sociales en la difusión de programas y proyectos en materia de salud.

Históricamente, el tratamiento de la educación para la salud, se ha centrado en un abordaje individual, en el que los cambios se centraban en la persona, en sus hábitos, y no en una perspectiva comunitaria y social, pues la salud y bienestar es responsabilidad de todos. Uno de los momentos clave en los que se van a adquirir estos hábitos saludables, y que tiene lugar dentro del entorno educativo, es el comedor escolar; pues estos tienen un papel fundamental en la relación entre nutrición y educación. Pero no todo el alumnado hace uso del servicio del comedor. Es por ello que debemos abordar desde la escuela los hábitos saludables desde diferentes perspectivas. Como, por ejemplo, la promoción, oferta y acceso a la realización de actividad física y deporte en los centros educativos.

Todo ello se enmarca desde una perspectiva positiva y no estigmatizante que busca un cambio sustancial a nivel de comunidad y no a un nivel individual, creando entornos más saludables

CONCLUSIÓN

Un estilo de vida saludable comienza desde que nacemos. Nuestras primeras experiencias, el entorno que nos rodea, los límites y las normas que nos marquen…Como hemos visto todo influye a la hora de que los niños/as asienten unas bases que posteriormente les llevará a tener unos hábitos sanos.

Las extraescolares de carácter deportivo pueden ser una gran forma de que realicen deporte al mismo tiempo que se divierten y socializan con sus compañeros creando y reforzando lazos socioafectivos, como ya hemos visto.

No obstante, debemos tener cuidado de no sobrecargar a los niños con las actividades deportivas, pues podría causar el efecto contrario al esperado y rechazar el deporte; cuidando siempre de esa Curva de la fatiga. El hecho de seguir una alimentación sana es esencial. Una alimentación que no limite sus comidas diarias pero que tenga un sentido y siga un control. Todo ello nos ayudará a que los pequeños se sientan mejor con su cuerpo y consigo mismos, pues llevando estas pautas saludables tendrán energía, realizarán un descanso adecuado, e incluso prevendrán evitarán enfermedades.

Es por ello tan importante que esta Educación Para la Salud comience desde esa primera infancia y que continúe a lo largo de su educación, tanto en el entorno educativo como en el hogar.

 

 

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Imagen 1: Niños en la naturaleza Robert Collins publicada en Unsplash (sitio de fotografías sin derechos de autor): https://unsplash.com/es/s/perfecta/54e11ebd-b1df-4482-b56e-1582dec61a76

SONIA MONGE PELEGRIN

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