Mediación parental digital.

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1.- Introducción y justificación

La era de la tecnología digital no solamente ha cambiado el modo en el que los niños aprenden e interiorizan los conocimientos, sino que también ha cambiado la manera en la que se comunican e interactúan entre ellos y con los adultos (Wartella, Rideout, Lauricella y Conell, 2013). Mientras sigue siendo un motivo de debate si estas nuevas tecnologías tienen un impacto negativo o positivo en el alumnado, los expertos sugieren que dicho impacto sobre los niños depende en gran medida de la mediación y negociación de su uso por parte de los adultos, es decir, padres y maestros (Clark, 2011).

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“Mediación parental” es el término que define la responsabilidad de un padre o madre para con su hijo/a en lo que a su educación digital se refiere (Wall y Lynn, 1993). El objetivo de esta mediación es formar a los menores a fin de asegurar su protección frente a los riesgos de la creciente accesibilidad a Internet y las nuevas tecnologías, una utilización que se ha incrementado de modo exponencial en alumnos de Educación Primaria a raíz de la pandemia por COVID-19 (Ofcom, 2022).

2.- Nativos e inmigrantes digitales

El concepto “nativo digital” se refiere a los niños y jóvenes (generación Z) que han crecido en la era digital (a partir de 1990) y que se distinguen de sus antecesores por un amplio conocimiento de las nuevas tecnologías, adquirido sin necesidad de estudiar y familiarizarse con el tema como hacen sus padres (millennials) y abuelos (generación X y baby boom), a los que se conoce como “inmigrantes digitales”. Estos términos se encuentran establecidos en la Declaración de la Independencia del Ciberespacio de 1996.

Los “nativos digitales” se caracterizan por su:

  • atracción por las nuevas tecnologías
  • impaciencia y versatilidad
  • innovación
  • colaboración natural
  • aprendizaje interconectado

Estas características los hacen diferentes de sus padres es su forma de ver el trabajo, el aprendizaje y la capacidad de jugar. La fluidez en la navegación, su facilidad en el uso del ratón, del audio, de los ordenadores y las aplicaciones para crear blogs, presentaciones multimedia, música, etc. resulta inimaginable para las generaciones anteriores.

Los “nativos digitales” absorben rápidamente la información multimedia (principalmente imágenes y vídeo y, en menor medida, texto), consumen datos de múltiples fuentes, están siempre comunicando y creando contenidos, esperan respuestas inmediatas a todas sus preguntas, desean hacer muchas cosas al mismo tiempo, tomar decisiones rápidas y obtener resultados inmediatos. Para ellos, las opciones son ilimitadas, llegando a tener un tiempo de descarte y decisión de menos de 8 segundos.

Desde el ámbito de la psicología, podemos decir que los nativos digitales tienen conceptos de espacio, tiempo, causalidad, identidad y memoria muy diferentes a los de sus padres y maestros.

Otro es el caso de los “inmigrantes digitales”, especialmente aquellos que se encuentran entre los 35 y 55 años, los cuales han sido forzados a adaptarse a las tecnologías y al uso de la mismas en la sociedad. El “inmigrante digital” ha vivido en dos realidades completamente opuestas: la comunicación tradicional y la comunicación moderna.

La idea del “inmigrante digital” es muy controvertida, porque implica aceptar que existe un vacío, un abismo insalvable entre dos generaciones y que no tiene en cuenta a todas las personas que antes de 1985 ayudaron a crear la misma tecnología que, paradójicamente, hoy los aparta.

Fuera de clasificación se encuentra la enorme cantidad de niños que no tienen acceso a Internet (“apartheid tecnológico”).

3.- Panorama de la exposición de los niños a las tecnologías digitales

De acuerdo con la Oficina de Comunicaciones del Gobierno de Reino Unido (Ofcom, 2022), la pandemia ha cambiado el uso de las nuevas tecnologías y ha influido profundamente en nuestro concepto de la comunicación, el entretenimiento, la cultura y el trabajo, al haberse convertido durante un tiempo considerable en algo principalmente online.

Según el estudio “Familias hiperconectadas: el nuevo panorama de aprendices y nativos digitales”, realizado por Qustodio (una plataforma de seguridad digital) en base a 1.200 entrevistas realizadas en España, Estados Unidos y Reino Unido a padres con hijos de entre 5 y 17 años), se estima que en España los adultos pasan una media de tres horas y media mirando su teléfono; los niños de 15 y 16 años llegan a pasar cinco horas en Internet; seguidos de los de 11 y 12 años, que tienden a pasar cuatro horas y doce minutos. Los que menos tiempo pasan serían los menores de 8 años, con una media de 3 horas diarias. Las aplicaciones más visitadas son Tinder, Disney+, YouTube y Netflix.

En relación con los vídeos sociales, se estima que los alumnos de la ESO y Bachillerato pasan una hora y dieciséis minutos al día en la aplicación YouTube y alrededor de 38 minutos en la aplicación TikTok.

Las compras online realizadas por niños también han aumentado durante los últimos años, a través de aplicaciones que requieren la compra de dinero digital y tarjetas de prepago adquiridas por sus padres. A raíz de la pandemia, en 2020 los alumnos de la ESO llegaron a gastar más dinero en su tiempo online que en la realidad, y esta tendencia ha seguido durante los años 2021 y 2022, en el que los gastos de los menores siguen centrándose en transacciones online.

Especialmente preocupante es la constatación de que uno de cada cinco menores de entre 15 y 18 años ha usado la aplicación de citas Tinder (altamente proclive a “timos románticos”) durante los años 2020 y 2021, dando lugar a pérdidas por estafa que alcanzan los 21 millones de euros.

La investigación EdTech Exposed, en que se han analizado 164 plataformas de educación online en 49 países, ha revelado que millones de niños españoles fueron “espiados” durante sus clases online: el 89% de las aplicaciones y webs utilizadas para las clases durante la pandemia (incluyendo la web Aprendo en Casa del Ministerio de Educación) obtuvieron secretamente datos de los menores, que después se compartieron con empresas publicitarias o tecnológicas sin consentimiento paterno.

4.- Riesgos a los que se enfrentan

Aunque la mayor parte de las plataformas tienen una edad mínima estipulada para el uso (normalmente fijada en 13 años), más de dos tercios de los menores usan las redes sociales antes de los 11, y el 95% antes de los 15.

Nueve de cada diez niños de entre 8 y 15 años dijeron que las redes los ayudaban a sentirse más cerca de sus amigos durante la pandemia, pero la misma proporción sigue diciendo después de la pandemia que necesitan esas redes por motivos de popularidad y que esas redes les producen preocupación sobre su imagen corporal.

Más de la mitad de los menores que usan las redes sociales antes de la edad mínima estipulada dicen haber tenido experiencias negativas online en el último año. La experiencia más habitual son los intentos de acercamiento por parte de desconocidos, algunos de ellos asustándolos o mostrándoles contenido sexual que les hizo sentir incómodos.

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Los riesgos más habituales con los que se pueden encontrar los niños en Internet son los siguientes:

  • Información no apta para menores: hay contenidos que, al ser visualizados, afectan incluso a los adultos, pudiendo dejar traumatizados a los menores. A este respecto, es preciso destacar los inquietantes contenidos protagonizados por Huggy Wuggy, personaje de terror del juego Poppy Playtime que ha llegado hasta la plataforma Youtube Kids en 2022 y que podemos ver a la venta en muchas tiendas. Este personaje de color azul, con apariencia simpática, pelo suave y dientes afilados, amenaza en los videos con “abrazar a los niños hasta quitarles el último aliento”.
  • Contacto con personas sin buenas intenciones: las plataformas de chateo y apps de citas, como Tinder, pueden ser muy divertidas y tentadoras, en tanto ayudan a conocer gente de cualquier lugar y cultura, pero al mismo tiempo entrañan el riesgo de la exposición a depredadores que –haciendo uso de la suplantación– intentar conseguir del menor material audiovisual o verse en persona.
  • Acoso: gracias al anonimato que ofrece Internet, el acoso está a la orden del día, sobre todo entre los menores de edad. Si un niño está siendo acosado es difícil que lleguemos a tener acceso a sus mensajes o conversaciones, ya que suele ocultar la situación hasta que le resulta insostenible. Este ciberbullying es, junto al acaso escolar, uno de los principales factores de riesgo para la conducta suicida en menores, multiplica por 2,55 las probabilidades de suicidio según Save the Children.
  • Juegos o retos virales o peligrosos: continuamente se puede leer en las noticias retos virales que han causado daños graves e incluso la muerte, como el juego de la ballena azul. Se trata de juegos que empiezan como algo sencillo y se van complicando, hasta acabar en pruebas finales como saltar desde un edificio o hacerse cortes graves.
  • La exhibición mediante fotos o videos: se trata de un comportamiento más habitual de lo que creemos y abundan las aplicaciones de chat en video en las que un usuario emite desde su cámara mientras otros se conectan para ver al emisor. Hay menores que se filman de forma continua, incluso durmiendo. En estas plataformas, que normalmente funcionan por sistemas de puntos o regalos, es frecuente que los menores acepten peticiones de enseñar algo a cambio de nimias recompensas.

5.- La mediación parental

Ampliando la definición recogida en la Introducción, “podemos definir la mediación parental como el proceso por el cual los responsables de la educación digital del menor lo educan para que haga un uso responsable y seguro de las nuevas tecnologías, velan para impedir que los riesgos se materialicen, y en el caso de que estos se materialicen, ofrecen soluciones” (Grupo de Software Educativo de Extremadura).

De acuerdo con la página gaptain.com, el objetivo de la mediación parental digital es formar a los menores para que sean capaces de afrontar los riesgos de Internet y las redes sociales, superando las amenazas presentes durante el periodo de aprendizaje. Esto se logra enseñando un uso seguro y responsable de Internet y, adicionalmente, supervisando la actividad de los niños en redes sociales con herramientas tecnológicas que ayuden a estar al tanto sin que aquellos se sientan ‘fiscalizados’ (como Family Link de Google, Microsoft Family Safety, Qustodio, Secure Kids, Spyzie o Kidoz, entre otras).

6.- La importancia de los padres mediadores

De acuerdo con Buijzen y Valkenburg (2003), los padres y los hijos son parte del sistema biológicamente entrelazado que establece la socialización del niño. Los padres están motivados por esta fuerte relación para mediar en el comportamiento de sus hijos y hacer frente a las necesidades sociales y nuevas situaciones que la sociedad exige.

Los padres tienen la responsabilidad principal, apoyados por los maestros, de guiar a sus hijos en el comportamiento más adecuado ante las nuevas tecnologías (Sonck, Nikken y Haan, 2013). Una medición adecuada por parte de los padres resulta positiva y minimiza en gran medida los riesgos de privacidad (Álvarez y cols., 2020), la exposición de los menores a contenidos inapropiados (Laczniak y cols., 2017) y facilita la comprensión de los contenidos.

7.- Tipos de mediación

Livingstone y Helsper (2008) han establecido tres tipos de estrategias de mediación:

  • Mediación activa: basada en la supervisión, el acompañamiento y la orientación, consiste en la implicación de los adultos antes, durante y después del uso de las nuevas tecnologías por parte del menor.
  • Mediación restrictiva: la cual consiste en establecer límites de tiempo, localización y contenido. A fin de que los menores puedan aprender progresivamente a navegar con seguridad, se les establecen unas normas que irán adaptándose a su edad y madurez.
  • Mediación tecnológica: medida que consiste en que los padres se mantienen presentes y comparten la experiencia, pero no hablan ni hacen comentarios sobre el contenido o sus efectos.

De este modo, podríamos decir que la mediación activa se centra en la supervisión, acompañamiento y guía; la mediación restrictiva, en el establecimiento de normas y límites; y la mediación tecnológica, en monitorizar los dispositivos.

8.- Tipos de padres mediadores

Según los estudios de Torrecillas-Lacave y cols. (2017), podemos encontrar cuatro tipos de modelos de padres mediadores:

  • Los preocupados ausentes: aquellos que son conscientes de que su conocimiento de Internet es inferior al de sus hijos, viven preocupados por ello, pero no hacen nada para intentar gestionarlo.
  • Los guías preocupados: aquellos que son conscientes de la superioridad del conocimiento de Internet de sus hijos, están preocupados por la problemática que les afecta e intentan llevar a cabo diálogos y guiar a sus hijos en cuanto al uso de las nuevas tecnologías.
  • Los padres despreocupados y permisivos: aquellos que no creen que Internet influya para nada en sus hijos.
  • Los despreocupados controladores: aquellos que no están preocupados por el efecto de las nuevas tecnologías sobre las vidas de sus hijos, pero, aun así, prefieren establecer medidas de control como limitar el tiempo, controlar qué hacen exactamente en Internet y vigilar lo que publican o conversan por WhatsApp.

9.- Factores que influyen en el tipo de padres mediadores

Numerosos estudios han examinado las características de los padres como mediadores y, aunque han demostrado que, a los progenitores, por lo general, les importa controlar y supervisar el uso que sus hijos hacen de las nuevas tecnologías, no todos establecen los mismos niveles o tipos de mediación. Para llegar a entender este amplio abanico de relaciones es importante explorar qué factores influyen en las prácticas de mediación. A este particular, el estudio llevado a cabo por Shin y Li en 2017 establece tres grupos de factores: las características individuales de la relaciones padres-hijo, la percepción de los padres sobre el uso de las nuevas tecnologías y la interacción padres-hijo:

9.1.- Características individuales de la relación padres-hijo

un gran número de estudios, como los realizados por Nathanson (2001) y Valkenburg, Peeters y Marseille (1999) sugieren que los padres tienden a exhibir un mayor nivel de mediación cuanto más jóvenes son los hijos. Snock (2013) observó en estudios multivariantes que, aunque la edad es un factor importante, resulta menos significativa que la percepción de los padres sobre las nuevas tecnologías. Warren, Gerke y Kelly (2002) han llegado a establecer que la preocupación sobre las nuevas tecnologías es mucho más importante que la edad a la hora de mediar.

Respecto al género de los menores, mientras los estudios de Nathason (2001) indicaban que no existía diferencia alguna en cuanto al género, en línea con lo observado por Valkenburg y cols. (1999) (que afirmaban que la preocupación no está directamente ligada al género de los hijos sino a la percepción de los padres sobre los medios), los estudios más recientes no llegan a un consenso: según Eastin y cols. (2006) y Sonck y cols. (2013), los padres conceden más mediación a los niños que las niñas, mientras Livingstone y Helsper (2008) opinan lo contrario.

Respecto a la influencia del género de los progenitores, existen posiciones encontradas entre los estudios de Nikken y Jansz (2006), que establecen que las madres son más propensas que los padres a la mediación digital, y los de Valkenburg y cols. (1999), quienes mantienen que no existe una asociación directa entre el género de los padres y la mediación.

De este modo, los estudios apuntan a que la percepción sobre los medios digitales es un factor mucho más importante que las características individuales (género y edad), tanto de los progenitores como de los niños.

9.2.- La percepción sobre el uso de las nuevas tecnologías.

Numerosos estudios, como los de Nathanson (2001), han demostrado que la percepción de los padres sobre las nuevas tecnologías es un factor determinante a la hora de hablar de mediación.

En concreto, Nathason observó que los padres que estaban muy preocupados con que sus hijos vieran contenido inapropiado en la televisión establecían una mediación predominantemente restrictiva, mientras que los padres que veían programas violentos tendían a ser mucho menos restrictivos con lo que veían sus hijos.

Fuera del contexto televisivo, Shin y Huh (2011) encontraron que los padres con percepciones negativas sobre los videojuegos eran más restrictivos en la medición parental, en plena coincidencia con los resultados obtenidos una década antes por Nikken y Jansz (2001).

En 2008, Livingstone y Helsper establecieron que los padres que tenían mayor dominio de las aplicaciones informáticas y la tecnología tendían a ser más restrictivos y mediaban más en el uso que sus hijos hacían de Internet.

Sin embargo, aún no se han realizado estudios detallados que analicen la relación entre el tiempo que pasan este tipo de padres utilizando las nuevas tecnologías y el que pasan sus hijos, lo cual es un aspecto de especial interés.

9.3.- Interacción padres-hijos.

La mediación es un proceso que incluye la comunicación interpersonal y la interacción entre progenitores e hijo (Clark, 2011). De este modo, podemos suponer que la interacción padres-hijos juega un papel fundamental en la práctica de la mediación tecnológica o digital. Según los expertos, se han identificado y establecido dos estilos de paternidad muy claros: el que se basa en la necesidad o demanda y el que se basa en la respuesta o apoyo (Baumrind, 1971). Mientras que en la paternidad basada en la necesidad o demanda los padres consideran que la madurez va unida a la supervisión y, por tanto, establecen un comportamiento de control sobre sus hijos, la paternidad basada en la respuesta o apoyo reconoce la autonomía de sus hijos de manera individual y suele estar caracterizada por el apoyo y la comprensión.

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Estudios tempranos, como el de Carlson y Grossbart (1988), demostraron que los padres con estilo parental caracterizado por la necesidad eran mucho más controladores con respecto a la televisión que aquellos que exhibían una paternidad basada en la respuesta. Si trasladamos esos estudios a la situación actual, podemos ver que -según Coyne, 2011- los padres con paternidad basada en la demanda son más partidarios de la mediación restrictiva y tecnológica, mientras que aquellos padres cuyo estilo está más relacionado con el apoyo y la respuesta practican una mediación mucho más activa.

10.- Los padres mediadores actuales

Un reciente estudio realizado por Suárez y cols. (2022) sobre 776 familias españolas con hijos de entre 5 y 17 años apunta a que los patrones educativos varían a lo largo del tiempo.

  • Primeros años: durante estos años, los padres establecen estrategias de mediación restrictivas, basadas en los tiempos y con reglas para la conexión, pero una vez que han seleccionado los canales y aplicaciones que consideran adecuados (como podrían ser YouTube Kids o LingoKids), no continúan haciendo sugerencias de comportamiento.
  • Educación Primaria: durante esta etapa, la medición continúa siendo restrictiva y se refleja principalmente en reglas de conexión, tiempos y el contenido que ven los menores.
  • ESO y Bachillerato: en la ESO y el Bachillerato se incrementa el porcentaje de autorización bajo supervisión, aunque también resulta significativo el acceso sin supervisión.

De este modo, podemos concluir que la mediación por parte de los progenitores va siendo menos restrictiva a lo largo de los años y va evolucionando desde una mediación restrictiva a una mediación activa. Y así debe ser, según los expertos como Arantza Arruti o Ava Hocsem, que establecen que los niños deben ser introducidos poco a poco en el mundo digital, enseñándoles a utilizar Internet de forma segura y consciente mediante los diferentes tipos de mediación parental, aplicados en su justa medida.

El modo de hacerlo es: (1) supervisando, acompañando y orientando a los menores; (2) implicándose durante todo el proceso de utilización de los dispositivos electrónicos; (3) dando ejemplo y hablándoles de los peligros reales de Internet; (4) resolviendo sus dudas y fomentando el pensamiento crítico; y (5) convirtiéndose en parte activa de su desarrollo. Por otra parte, es clave establecer ciertas normas según la edad y madurez del menor, a través de aplicaciones de control parental e implantando límites en el uso o en las aplicaciones a las que tienen acceso, evitando de este modo adicciones y el uso abusivo de los dispositivos.

11.- Conclusión

Tras realizar un análisis de los estudios de Suárez y cols. (2022) y contrastarlos con los estudios de Bartau y cols. (2020), es posible concluir que las estrategias de mediación parental más frecuentes son las de acompañar a los hijos para supervisar el uso de las nuevas tecnologías y explicar cómo funciona Internet (las cuales podríamos considerar estrategias de mediación activa); y las menos frecuentes, las de prohibir el uso de las redes o utilizar las redes conjuntamente (las cuales se pueden considerar mediaciones restrictivas y tecnológicas).

Estos datos confirman que los progenitores son conscientes de la importancia de mediar en la relación de sus hijos con las nuevas tecnologías y que sus estrategias de mediación van cambiando según la percepción que tienen de dicha actividad, según su curso o edad.

Como maestros, debemos reforzar y apoyar a las familias en el aula, proporcionando entornos conectados ciberseguros a los que los menores tengan acceso, y continuar formándonos para detectar casos de riesgo y activar protocolos de actuación cuando sea necesario. También será preciso educar en igualdad y dotar a los alumnos de las competencias digitales necesarias para que no se vean excluidos en la actual sociedad digital.

Clara Martín Ramos

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