El trastorno depresivo en edad escolar.

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Introducción.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo o trastorno del humor en el que predominan síntomas de tipo afectivo (apatía, irritabilidad, tristeza, etc.), cognitivo (dificultad para mantener la atención, ensimismamiento, descuidos, incapacidad para realizar las actividades habituales, etc.) y físicos (agotamiento, cansancio, insomnio, pérdida de apetito y de peso, etc.), afectando de manera global al funcionamiento personal, con especial intensidad al área afectiva.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión afecta a 280 millones de personas en el mundo, convirtiéndose en la principal causa de discapacidad. En España, entre el 1-2% de los niños y niñas en edad escolar y el 4-8% de los adolescentes presentan un trastorno depresivo.

1.- Causas del TD y características clínicas.

La depresión se origina como consecuencia de la interacción entre factores biológicos y factores ambientales.

Entre los factores biológicos, destacan:

  • Heredabilidad genética.
  • Alteración en los sistemas serotononérgicos y noradrenérgicos, que afectan a los neurotransmisores cerebrales como la serotonina, noradrenalina y dopamina.
  • Cambios hormonales (influencia de las hormonas sexuales en la pubertad).

Entre los factores ambientales asociados al Trastorno Depresivo, encontramos:

  • Experiencias vitales relacionadas con abandono o abuso físico/sexual.
  • Adversidades, como el fallecimiento de personas significativas para el niño o niña, separación parental, etc.
  • Entornos familiares disfuncionales (consumo de sustancias tóxicas, violencia, conflicto familiar, etc.)
  • Enfermedad psiquiátrica de alguno de los progenitores, etc.

2.- Características Clínicas.

Para hablar de un diagnóstico de depresión, los síntomas deben estar presentes durante un mínimo de dos semanas y representar un cambio en el funcionamiento significativo del niño o niña, debiendo estar presentes la mayor parte del día al menos uno de estos dos síntomas: estado de ánimo deprimido o pérdida de interés/ placer.

En el caso de niños y adolescentes, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) incluye además como criterio clínico la irritabilidad, ya que debido a la falta de madurez suelen manifestar más enfado e irritabilidad que tristeza, así como conductas desafiantes.

Toda esta sintomatología puede inducir al consumo de sustancia tóxicas, prácticas sexuales de riesgo o conductas autodestructivas, entre otras.  En relación a estas últimas, la OMS señala el suicidio entre las primeras causas de defunción entre los 15 y 29 años. Verbalizar fantasías, ideas o planes suicidas, haber hecho una tentativa con anterioridad o escribir mensajes con ideación suicida clara, son algunas señales que deben poner en alerta ante la posibilidad de una tentativa de suicidio.

3.- Tratamiento del TD: tratamiento psicoterapéutico y farmacológico.

Con respecto al tratamiento psicoterapéutico, la terapia cognitivo-conductual es la más utilizada dentro de las opciones psicoterapeutas, cuya base radica en la suposición  de que las personas con trastorno depresivo sufren una distorsión cognitiva que se manifiesta en la manera en la que perciben su entorno, en el modo en el que se ven y se definen a ellos mismos y en sus expectativas de futuro.

Para el tratamiento de esta distorsión cognitiva se realiza un estudio clínico en el que se analizan y reconocen las emociones y la relación de estas con la conducta, para poder realizar un cambio en las atribuciones negativas. Para ello, suelen utilizarse instrumentos como los registros de pensamientos, con el objetivo de hacer los pensamientos visibles y poder analizarlos y valorarlos desde la observación de los mismos, tomar conciencia y poder, finalmente, realizar el cambio de un pensamiento negativo a un pensamiento positivo. El cambio de pensamiento no es una tarea fácil y requiere de un entrenamiento específico en el que toma una gran relevancia las técnicas de relajación.

En la terapia cognitiva conductual cobra especial importancia además el entrenamiento en habilidades sociales (expresión facial, tono de voz, iniciar y mantener conversaciones, escucha activa, etc.), en resolución de problemas y el fomento de la autoestima. Se promueve también  la realización de hábitos saludables, como el ejercicio físico.

Con respecto al tratamiento farmacológico, los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS) son los antidepresivos que, por su eficacia, tolerancia y seguridad, más utilizados son en el tratamiento de la depresión. La fluoxetina constituye el único ISRS aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para la depresión en la infancia y adolescencia por su acción altamente selectiva sobre los receptores serotoninérgicos y por el bajo perfil de efectos secundarios. Es imprescindible una alta vigilancia y supervisión médica para el ajuste de la dosis necesaria, así como la combinación del tratamiento farmacológico con el tratamiento psicoterapéutico.

Conclusión.

     Los cambios en el estado de ánimo forman parte de la naturaleza del ser humano y de los cambios vitales que conforman su existencia. Sin embargo, cuando la tristeza, la apatía, la irritabilidad o la dificultad para centrar/mantener la atención se manifiestan de una manera intensa y continua, interfiriendo en la actividad personal, social y académica del niño o niña, puede estar indicando la presencia de un trastorno depresivo.

La depresión infantil afecta cada vez a más niños, niñas y adolescentes, cuyos síntomas pueden diferenciarse de los adultos y variar en función de la edad, siendo los más frecuentes: la irritabilidad y hostilidad exagerada, la tristeza frecuente, el aislamiento social, la pérdida de interés, los cambios en el sueño y alimentación o la presencia de ideas sobre la muerte y el suicidio.

Padres, madres y educadores deben conocer y permanecer alerta ante los signos de alarma de este trastorno para poder detectar de la manera más temprana posible la existencia de un trastorno depresivo y poder iniciar el tratamiento psicoterapéutico/farmacológico que resulte más adecuado en función de las características personales e individuales de cada niño o niña.

Bibliografía.

  • Asociación Estadounidense de Psiquiatría (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Evans-Lacko S, Aguilar-Gaxiola S, Al-Hamzawi A, et al. Socio-economic variations in the mental health treatment gap for people with anxiety, mood, and substance use disorders: results from the WHO World Mental Health (WMH) surveys. Psychol Med. 2018;48(9):1560-1571.
  • Sant Joan de Deu Hospital (2019). Trastornos del aprendizaje, de la conducta y afectivos: trastornos afectivos. SJD.
  • Instituto de Sanimetría y Evaluación Sanitaria. Global Health Data Exchange (GHDx).  http://ghdx.healthdata.org/gbd-results-tool?params=gbd-api-2019-permalink/d780dffbe8a381b25e1416884959e88b

Mercedes Parra Gutiérrez.

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