Estudiante…Diseñado para olvidar. Diferencias entre el conocimiento y el aprendizaje

FacebooktwitterpinterestlinkedinmailFacebooktwitterpinterestlinkedinmail

No hay nada más agradable para un profesor que un grupo completo de estudiantes aprobando todos los exámenes y obteniendo calificaciones altas.

Es una situación extraordinaria hoy en día cuando la mayoría de los adolescentes suelen reservar grandes intervalos de tiempo en sus agendas para atender sus teléfonos móviles o para intentar un nuevo récord en el mundo virtual de «Call of Duty» en lugar de estudiar.

Durante mis años de docencia he asistido a la evolución de varios grupos distintos en centros de diferentes localidades de la zona sur y en este artículo voy a exponer su dinámica respecto al tiempo en un intento de explicar comportamientos generales de grupo e individuales así como posibles estrategias de actuación.

Entre los cursos ( 2010-2011) a (2013-2014) impartí clases en un instituto de Fuenlabrada, situado en un barrio de clase social media-baja . Durante esos cuatro años, el mismo grupo de alumnos que yo conocí en 1º ESO fue superando, en general,  cada asignatura en la escuela secundaria con buenas puntuaciones, (menciones honoríficas en ciertos casos) incluso en un ambiente social no propicio. Determinados estudiantes eran incluso brillantes y además de su talento innato apoyaban sus estudios con un sólido trabajo de base.

El claustro de profesores presumía que al menos el setenta por ciento de aquellos alumnos ingresarían en la universidad para estudiar un grado y los padres no cabían en si de orgullo.

 

Para nuestro estupor, un proyecto de campo que realizamos en su último año de secundaria ( 4º de ESO) demostró la facilidad con la que esos mismos estudiantes olvidaban cada pequeño detalle de cursos pasados y qué tipo de dificultades encontraban para resolver problemas prácticos.

El análisis posterior demostró no sólo su incapacidad recordando conceptos simples, sino una preocupante falta de interés en asimilar nuevas ideas.

Las primeras impresiones llegaron de los profesores que asumieron una parte de la responsabilidad. Estos aludían a la cantidad de tiempo y esfuerzo empleado para preparar a los aprendices de forma que pudieran superar pruebas ya fueran internas o externas. “Como debemos medir sus resultados seis o siete veces al año, entre evaluaciones, informe PISA, etc., sólo entrenamos y nunca nos paramos a pensar”  dice  un experto en habilidades de aprendizaje.

Debemos centrarnos en las nuevas tendencias en la enseñanza. Aprender a pensar debe ser nuestra mayor prerrogativa, entender, un compromiso para estudiantes universitarios, reclamar la aplicación de los contenidos de manera flexible un deber, soluciones alrededor de la formación profesional deben convertirse en una obligación para los padres y la comunidad.

Si España fuera un estudiante, llevaría 15 años sacando las mismas notas, décima arriba, décima abajo.

Al año siguiente de aquella promoción, un informe con datos de  2015, recogía esa imagen congelada. Sobre una escala en la que la media es de 500 puntos, España había descendido desde el último examen tres puntos en ciencias (donde suma 493 puntos), sube dos en matemáticas (486) y mejora el lectura con ocho puntos más hasta 496. Se situaba así parejo a la media de los países desarrollados después de que los resultados generales hubieran descendido.

El Ministerio de Educación consideró el resultado del informe “muy satisfactorio”, en palabras del ministro Íñigo Méndez de Vigo. “España rompe la brecha educativa y se sitúa, por primera vez en la historia, al nivel de los países más avanzados el mundo. Los responsables son los maestros. El ministerio contará siempre con ellos para seguir mejorando”. Pero ¿esta mejoría se lleva a cabo a costa del aprendizaje y la capacidad de pensar de nuestros estudiantes?.

Hay un aspecto en el que existe consenso y que España nunca ha abordado: mejorar la profesión docente. Tanto los campeones asiáticos del informe PISA -Singapur, Japón, Corea o Taipei (Taiwán)- como Finlandia tienen un sistema de elección, formación y reconocimiento de maestros mucho más completo que España.

Desde 2009 se lleva hablando del MIR de educación y ahora últimamente se retoma como idea o como “globo sonda” no se sabe, pero el cambio requeriría de algunos puntos más. En este sentido cabría resaltar  la actualización de la formación del profesorado, la mejora en la estabilidad geográfica ( basada actualmente en un sistema completamente obsoleto en el que no se reconoce para nada el conocimiento de los vecindarios adyacentes a los IES o la antigüedad en la localidad pretendida como destino definitivo), un sistema bilingüe en el que no tengamos que “tirar de lo que hay” (porque en realidad muchos de nuestros profesores habilitados no tienen tanto nivel de inglés como sus títulos otorgan) y ¿porque no decirlo?, un salario acorde a la responsabilidad que supone la formación, educación, orientación y cuidado de nuestros hijos.

Por otro lado, los currículos oficiales se establecieron en los años ochenta y éstos anticuados temarios no reflejan en absoluto nuestro mundo moderno  ni motivan a los jóvenes cerebros.

En 2017 se pública otro informe PISA más reciente en el que se apuntaba a una gran debilidad;  los adolescentes españoles sienten una gran ansiedad a la hora de realizar exámenes. Hasta un 48% de los alumnos experimentó tensión al estudiar (la media se encuentra en el 39%), y esto se produce incluso cuando se consideran bien preparados para los exámenes (55%).

 

 

Retomando nuestra historia, en el curso escolar 2015-2016 cambié al sistema bilingüe en el que hipotéticamente se concentran nuestros mejores cerebros y tuve la suerte de trabajar como tutor con un grupo de 1º ESO que ese año llegó a ser no solo la mejor clase de su nivel e incluso haciendo una mala comparación el mejor grupo del IES.

Sin embargo sólo 2 años más tarde, aquel grupo de élite ha pasado a ser el 3º de ESO más flojo de la sección bilingüe del centro. Bien es cierto que algunos de los mejores alumnos de aquel fantástico primero han cambiado a otros grupos por razón de materias optativas o necesidades organizativas. Aún así, el núcleo principal se mantiene pero el cambio de actitud global ha desembocado en una bajada muy significativa de los resultados académicos.

Como quiera que la casualidad me nombrara de nuevo su tutor, estamos atacando la problemática desde varios ángulos a fin de reconducir la situación. Inicialmente se han organizado reuniones extraordinarias con padres, equipo directivo y profesores con el propósito de involucrar a toda la comunidad educativa en el cambio actitudinal y procedimental de los estudiantes.

Con ellos, amén de las consabidas técnicas de estudio que todos los departamentos de orientación promueven y aconsejan, se está trabajando en la planificación informatizada usando agendas web de google, yahoo, Hotmail, etc y la sincronización de exámenes con las posibilidades que las mismas ofrecen en comunicación con sus inseparables smartphones. También se han multiplicado los contactos y entrevistas individuales con padres y alumnos y se ha establecido un seguimiento estricto desde el sistema WAFD y ahora recientemente desde la aplicación RAICES.

A pesar de todas estas líneas de actuación, este grupo sigue sumando asignaturas suspensas e incluso incrementando el ya desmesurado record que alcanzaran en la primera evaluación. En concreto no han sabido abordar dos materias concretas que recientemente han cambiado algún criterio de evaluación y si bien han conseguido reducir el fracaso en ciertas materias y no empeorar en otras, en el caso de Biología y Física/Química han triplicado la tasa de no aprobados en el segundo trimestre.

De cara a la tercera evaluación y a sabiendas de que en el presente curso escolar no contamos con el verano para estudiar puesto que ya no existen los exámenes de septiembre y que merced a fiestas locales, semana santa y extraescolares nos vemos con un tercer trimestre muy condensado, vamos a intentar establecer una estrategia de alumno-tutor en un intento de ayudar a los más rezagados y que los alumnos que están más desahogados crezcan como personas y estudiantes a la par que soportan a sus compañeros.

Además, esperamos que las charlas de orientación sobre su futuro en la educación, les abra los ojos y sirva como revulsivo en este tramo final del curso y les siente a estudiar por fin.

 

En noviembre de 2017, PISA dio a conocer el informe «Collaborative problem solving» en el que han participado 125.000 estudiantes de 15 años de 52 países, 32 de ellos pertenecientes a la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En esta ocasión, se ha evaluado la capacidad de los alumnos para resolver problemas en equipo y los resultados han sido realmente preocupantes pues sólo el 8% de los estudiantes (en España el 4%) es capaz de trabajar en grupo, resolver problemas y afrontar conflictos.

Estos resultados se hacen patentes en el último grupo en estudio el cual denota un alto individualismo a la hora de acometer tareas en equipo y una fobia evidente al trabajo colaborativo. Aquellos alumnos que tienen limpia su casilla de asignaturas suspensas participan menos en el “jolgorio” habitual del grupo durante las explicaciones y realizan sus trabajos y prácticas sin mirar hacia detrás a los compañeros descolgados.

Este conjunto de alumnos está demostrando claramente que es muy difícil forzar una actitud o un estudio diario si sus unidades no tienen curiosidad, sus situaciones familiares son críticas o los estímulos externos en sus grupos de amistades son más fuertes que ninguna otra pulsión.

Desde luego los métodos de trabajo por proyectos y las estrategias y dinámicas grupales pueden contribuir a una mayor cohesión de dicho grupo ahora desintegrado, sin duda una de las grandes diferencias con su etapa dorada de 1º de la ESO.

En un hipotético pacto educativo, nuestros líderes políticos deberían tener en cuenta todas estos puntos que se pueden extraer de los diferentes estudios y pruebas externas y que así, de una vez por todas, dichos análisis sirvieran para algo más que para compararnos con otros países o como cabecera de artículos y noticieros.

Bibliografía y referencias.

  • Informe PISA | La educación española se estanca en ciencias y matemáticas y mejora levemente en lectura. Pilar Alvarez. Madrid 6 DIC 2016 
  • Según el Informe PISA los alumnos españones no saben trabajar en equipo ni resolver conflictos y es preocupante. Silvia Diaz. 27 nov 2017
  • Tres buenas razones para dejar de dar tanta importancia a los exámenes PISA. Hector G. Barnés. 7-12-2017.

ALVARO CABRERO VILLAJOS

Deja una respuesta