Metodologías imperantes en la educación literaria y lingüística

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El ámbito de las metodologías educativas está en constante cambio. Cada vez son más los tipos de métodos y el interés de los distintos docentes por incorporarlos en sus programaciones. A continuación, vamos a exponer tres que consideramos esenciales para la enseñanza de la Literatura: el método de la Clase o Lección Magistral tradicional, el Aprendizaje-Cooperativo (en auge en la Educación Secundaria) y el método de Aprendizaje basado en Proyectos (novedoso, aunque inspirado en antiguas investigaciones). Para todo esto utilizaremos un manual de reciente edición, Jiménez Hernández (2018), que sintetiza brillantemente todos los puntos teóricos de estos métodos didácticos.

A) Metodologías actuales en el aula de Secundaria

La lección magistral

En la lección magistral1La bibliografía sobre la “lección magistral” es escasísima por dos motivos fundamentales: primero, es una metodología conocida por todos y, segundo, cada vez está más en desuso. Los artículos académicos existentes se reducen a una simple reproducción de este tipo de clases impartidas por personalidades de distintas materias., el docente expone una serie de conocimientos que son necesarios para la resolución de unos posibles problemas planteados al final de la sesión. Hoy en día existe un limitado valor concedido a las clases magistrales. Incluso apareció un informe en el año 1972 que indicaba la escasa eficacia que estas poseen para comunicar hechos, ya que el alumnado no atiende durante todo el tiempo y cuando lo hace, los contenidos se pueden distorsionar debido a esta falta de atención constante. En definitiva, los contenidos educativos no están hechos para ser narrados, sino que deben ser un producto activo y constructivo. Este es un principio tan violado en la práctica como reconocido. Ahora bien, esto no implica que los buenos docentes no deban recurrir a las clases magistrales solamente, sino que pueden compaginarlas con otras técnicas educativas. (Páginas 128-131).

Desde nuestro punto de vista, consideramos necesaria esta metodología, pero empleada en su justa medida, es decir, para su éxito debe estar combinada con el otro tipo de metodologías que desarrollamos a continuación: el Aprendizaje Cooperativo.

EL APRENDIZAJE COOPERATIVO

Esta metodología, aunque parezca novedosa, tiene sus orígenes en el siglo XVII cuando el pedagogo Comenius se percató de que los estudiantes se beneficiaban tanto de enseñar a otros semejantes, como de ser enseñados por otros. Aunque esta idea siguió vigente durante el siglo XIX, con la llegada de la crisis económica de 1930 cayó en desuso, pues comenzó la era de la competitividad: ya no interesaba hacer a los demás mejores, sino ser cada uno el mejor en su disciplina.

El Aprendizaje Cooperativo2Aunque es una metodología antigua, su uso está cada vez más extendido por lo que la cantidad de artículos académicos sobre este tema es inabarcable. Aquí dejamos algunos de los más destacados: Herrada Valverde y Baños Navarro (2018) y Mayordomo y Onrubia (2015) El primero enlaza magistralmente esta metodología para ser aplicada con las TIC, mientras que el segundo es una mera revisión y ampliación de algunos de los conceptos clave del Aprendizaje Cooperativo. Ahora bien, si algunos tienen el honor de ser verdaderos expertos en la materia son los hermanos Johnson: otra referencia esencial es la de Johnson et al. (1999). se puede utilizar en cualquier etapa de escolarización y su fundamento básico es la asociación entre dos o más personas con una dependencia mutua para alcanzar una meta común abandonando las individualidades existentes. Es un enfoque interactivo de trabajo en el aula según el cual los discentes aprenden unos de otros e, incluso, el propio profesor puede adquirir algunos conocimientos nuevos. Además, el objetivo último de este método es proporcionar al alumnado los conocimientos, conceptos y habilidades que necesitan para sentirse útiles dentro de la gran masa social (Páginas 54-56). Las características del Aprendizaje Cooperativo son muy variadas, aunque, entre ellas, destacan las siguientes:

La primera es la “interdependencia positiva” que pone de manifiesto la solidaridad del grupo, es decir, cada miembro del equipo no solo se interesa por el desarrollo de su trabajo, sino también por el del resto de los compañeros, ya que cada persona integrante entiende que su aportación es fundamental para que los demás puedan seguir avanzando en su tarea. En este sentido, aparece también la “exigibilidad individual”, pues cada miembro del grupo no sólo debe responder de sí mismo sino también del trabajo realizado por el resto del equipo. Además, se fomenta una “interacción cara a cara” combinada con el desarrollo de habilidades interpersonales y de reflexión, relacionadas con el trabajo en equipo: como todos sabemos, este tipo de actividades colaborativas nunca es fácil de desarrollar porque es necesario ponerse de acuerdo y entablar diálogos y debates constructivos para llevar a buen puerto la tarea encomendada. Puesto que nos encontramos en niveles de Secundaria y Bachillerato, el profesor tiene que pautar la tarea y estar atento al desarrollo de estas actividades, sobre todo los primeros días de implantación. (Páginas 59-61).

Un elemento interesante para muchos autores son las recompensas: son muy necesarias para que el alumnado adquiera compromisos con el rendimiento de sus compañeros de trabajo. Una de las maneras más eficientes de otorgar estos reconocimientos es llevar a cabo una contabilidad del trabajo realizado por cada uno de los miembros y del rol que estos desempeñan dentro del equipo, porque así desarrollamos la capacidad motivacional de los estudiantes. Para conseguir una correcta gestión de estos elementos, el profesor creará un “cuaderno de equipo” en el que debe ir secuenciando a los educandos las acciones a realizar por el grupo mediante un reparto equitativo de los distintos roles y una previa exposición y aceptación de las normas que van a regular el funcionamiento de cada conjunto de estudiantes. En definitiva, esta es una herramienta útil para observar el proceso y, por lo tanto, ayudar a la evaluación final de las distintas tareas encomendadas. El profesor será muy claro en todas estas indicaciones previas a la asignación de la tarea académica. En otras palabras, para que estas actividades funcionen, el alumno debe comprometerse a respetar todo lo expuesto en la fase inicial. (Página 62 y 68).

Los beneficios que proporciona al estudiante esta metodología son muy amplios: uno de ellos es la mejora en la comunicación profesor-alumno ya que se fomenta una actitud receptiva y cercana para el diálogo. El profesor deja de ser la autoridad del aula y se convierte en un mero observador (y, en ocasiones, corrector) del funcionamiento de los distintos grupos. Otro es su carácter solucionador de problemas, muy frecuentes en el ámbito educativo actual: el fracaso escolar, la falta de motivación, el maltrato entre iguales o la integración, entre muchos otros. Como ya hemos comentado, mejora las habilidades sociales (escuchar de manera activa, respetar ideas contrarias, pedir ayuda, dar explicaciones, ser asertivo, aceptar críticas, negociar…) y la aceptación de diversidad de pensamiento ya no solo dentro del grupo, sino también en el conjunto de la sociedad. Por último, también se desarrolla la escritura académica: un alumno se esfuerza más cuando sabe que un igual va a poder leer su trabajo.

Para concluir con esta metodología, hemos decidido incorporar una tabla elaborada por el propio autor de la obra, Jiménez Hernández, en la que sintetiza de forma clara y precisa las diferencias existentes entre el Aprendizaje Cooperativo y el Trabajo en equipo:

Aprendizaje cooperativo Trabajo grupal tradicional
Existe interdependencia positiva entre los miembros. El alumnado no se interesa por el rendimiento de sus miembros.
Hay responsabilidad compartida y retroalimentación
de cada miembro.
No hay responsabilidad compartida ni retroalimentación.
Son heterogéneos. Son homogéneos.
El liderazgo es compartido. Tienen un líder.
La meta es que los miembros aprendan al máximo y consigan buenas relaciones. La meta es completar la tarea.
Se enseñan habilidades sociales. Se suponen las habilidades sociales.
El profesorado observa, analiza e interviene para solucionar problemas y retroalimentar. El profesorado interviene solo en algunas ocasiones.

Datos extraídos de la página 63.

Aprendizaje por proyectos

Los orígenes de esta metodología radican en un movimiento educativo desarrollado en arquitectura e ingeniería, en Italia, durante el siglo XVI, aunque sus huellas modernas datan de 1965. Al comienzo de su aplicación, dada la difícil situación económica del momento, se optó por aplicar la lección magistral, cuyos costes eran menores tanto en el ámbito económico, como en el pedagógico (calidad docente). En España, el Aprendizaje Basado en Proyectos3 La cantidad de bibliografía sobre este método didáctico es inmensa, aunque la mayoría de los trabajos se reducen a la aplicación de esta forma de trabajo a algún área en concreto. Una referencia teórica muy esclarecedora para cualquier etapa educativa (exceptuando la universitaria) es la de Trujillo (2015). (en adelante ABPR) se instauró durante la II República.

La definición más tradicional explica que este método didáctico tiene como fundamento principal que los estudiantes elaboren un proyecto en un tiempo determinado para la resolución de un problema o para abordar una tarea integrada en el currículo del curso en el que se encuentren. Para ello, deben planificar, diseñar y realizar una serie de actividades, a partir de la aplicación de aprendizajes adquiridos. Por lo tanto, lo que se busca es que el alumnado, a partir de un punto de partida relacionado con lo que ya sabe, pueda buscar información, seleccionarla y comprenderla. Además, trabajar con esta metodología supone considerar el aprendizaje como una red interrelacionada de conocimiento en el que conectamos ideas que ya poseemos (conocimientos previos), con las que se van adquiriendo. También, implica utilizar todas las bases proporcionadas por el Aprendizaje Cooperativo. Aunque el eje vertebrador debe ser un contenido relacionado con el currículo de la asignatura, este tendrá que motivar al alumnado, de lo contrario esta metodología será imposible de aplicar. (Páginas 79-84).

Como el método anterior, posee unas características básicas: la primera de ellas, es su estrecha vinculación con las nuevas tecnologías4 Abordaremos el tema de la Literatura y las nuevas tecnologías en el próximo apartado. porque se produce un intercambio y gestión de la información y una creación de contenidos auténticos para los estudiantes, que fomentan la relación con los compañeros y tutores sin tener que personarse constantemente. También son propias de este aprendizaje, las conocidas como actividades de andamiaje, que se definen como una actividad paralela al desarrollo del proyecto, en la que los educandos interactúan con los conocimientos necesarios para interpretar y sacar adelante el proyecto, además de familiarizarse con el nuevo entorno de trabajo y adquirir conocimientos virtuales (comunicación vía correo electrónico, uso de aplicaciones de edición de textos, conocimiento de bases de datos para la búsqueda de información…). Por último, destacaremos el carácter social: con este tipo de trabajos el alumno y el profesor mantienen un contacto más directo y personal que favorece a romper las barreras socialmente establecidas entre ambos. (Páginas 84-86).

A continuación, presentamos un cuadro que sintetiza las fases necesarias para cumplimentar exitosamente un trabajo de este estilo:

FasesDescripción
Definición y organización del proyecto.Se debe partir de los intereses existentes en
el alumnado para que la elaboración del proyecto resulte amena y enriquecedora.
Justificación del proyecto.Bajo nuestro juicio, es necesario aportar a la
clase una serie de argumentos en favor de esta metodología.
Planificación.En esta fase el grupo acuerda cómo va a investigar. Es recomendable disponer de un margen abierto (por parte del profesor) para realizar las revisiones oportunas.
Recopilación y búsqueda de información.Gracias a las actividades de andamiaje el alumno ha podido aprender a manejar algunas bases de datos o repositorios digitales que le sean de utilidad, siempre de acuerdo con su nivel de escolarización.
Ejecución.Comienza el trabajo en grupo, siempre bajo la supervisión y tutela del
docente.
Reajustes y controlSe comparan los resultados alcanzados hasta ahora con la planificación inicial y se hacen las modificaciones que se consideren oportunas.
EvaluaciónLos grupos de trabajo exponen sus resultados de manera escrita u oral y son evaluados por el docente de acuerdo a unos criterios que los propios estudiantes deben conocer.

Datos extraídos de las páginas 85-88.

Para concluir, señalaremos que tanto profesor como alumno tienen una participación activa durante el desarrollo de estos trabajos por proyectos: los estudiantes deben planificar su labor e ir elaborando las distintas actividades de acuerdo al calendario que se han creado al principio; el profesor ejercerá de supervisor controlando y revisando periódicamente el trabajo de sus educandos.

Bibliografía

Herrada Valverde, R. I.; Baños Navarro R. (2018). Aprendizaje Cooperativo a través de las nuevas tecnologías. Una revisión. Revista de Innovación Educativa, nº20 (enero-junio), 16-25.

Jiménez Hernández, D. (2018). Métodos didácticos activos en el sistema universitario actual. Madrid: Dykinson.

Johnson, D. W.; Johnson, R. T.; Holubec, E. (1999). El Aprendizaje Cooperativo en el aula. Buenos Aires: Paidós.

Mayordomo, R.; Onrubia, J. (2015). El aprendizaje cooperativo. Barcelona: Editorial UOC.

Trujillo (2015). Aprendizaje basado en proyectos. Madrid: Secretaría General y Técnica del Ministerio de Cultura, Ciencia y Deporte.

Imagen

Colegio Entrenaranjos (2018). Aula de Secundaria del Colegio Privado Entrenaranjos [Fotografía]. Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Aula_colegio_internacional_entrenaranjos.jpg

Íñigo Grávalos Delgado.

 

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