En toda convivencia, tal y como afirma Sastre Vilarrasa y Moreno Marimon (2002, Pág.15), hay momentos apacibles y momentos conflictivos. Entendemos que el conflicto es una parte natural para el cambio y el crecimiento personal.
Años atrás, en las escuelas no se nos preparaba para compartir ni para resolver con agilidad y de forma no violenta los problemas que iban surgiendo en nuestras relaciones personales. No éramos enseñados para desarrollar la sensibilidad necesaria para interpretar el lenguaje de los sentimientos propios y ajenos.
Además, tampoco se había ejercitado nuestra razón y tampoco poseíamos estrategias para poder salir airosamente de cualquier conflicto.
Por tanto, es más que evidente el déficit de formación que tenemos los actuales maestros y maestras que estamos al mando de grupos de jóvenes que componen las nuevas generaciones. A pesar de ello, algo está cambiando y el profesorado está poniendo su empeño en la llamada educación emocional, en su formación y puesta en práctica.
A pesar de la importancia que sabemos que posee en la actualidad la educación emocional, en numerosas ocasiones no es difícil convertir este proceso de enseñanza en algo motivante y significativo para nuestro alumnado.
En relación a esta motivación necesaria en el alumnado para que el aprendizaje tenga lugar, Vallés Arándiga (2007, pág. 46) propone que los aspectos motivacionales son fundamentales para lograr que el alumno pueda atribuir funcionalidad y sentido a lo expuesto en clase.
Este mismo autor afirma que, a través de determinadas metodologías, el profesor puede lograr atraer a sus alumnos en esta educación emocional. Tal es así, que los maestros y maestras nos encontramos un duro hueso de roer: La importancia de trabajar la educación emocional de manera motivante en nuestras aulas.
Personalmente y en mi clase creo que estamos consiguiendo ambas cosas a través del libro “Emocionario” (2013) y gracias a la sesión semanal de tutoría con la que contamos. Semanalmente, trabajamos una emoción de las que aparece en el libro. Durante toda esa semana, el alumnado comparte situaciones en las que se ha podido sentir identificado con la emoción en cuestión, buscamos canciones que nos relacionen directamente con ella y hasta la representamos a través del arte, llevando a cabo el trabajo cooperativo.
El anteriormente aprendizaje cooperativo, tal y como Johnson y Johnson (1991) afirman, es un enfoque de la enseñanza basado en la influencia de la interacción social y que consiste en la estructuración de los objetivos cooperativamente, de manera que la organización del aula genera pautas de socialización positivas frente a las pautas clásicas de tipo competitivo o individualista. Por tanto, esta manera de trabajar es mucho más que válida para conseguir nuestros objetivos.
Ninguna duda cabe entonces de la importancia de trabajar las emociones en el aula así como la resolución de conflictos que se puedan producir a través de la convivencia. De acuerdo con Ibarrola- García e Iriarte Redin (2012, pág. 61), el aprendizaje de ser compañero forma parte del desarrollo sociopersonal de nuestros alumnos.
El alumno convive en el centro con un grupo de iguales concretos a través del cual surgen relaciones de amistad de mayor y menor grado así como conflictos y roces propios de la convivencia.
Para ello, Boqué (2007) afirma que también es necesaria la mediación escolar con tres objetivos primordiales: intervención en la resolución de conflictos, prevención y formación. Esta mediación, no solo es útil para intervenir y facilitar los procesos de resolución de conflictos que surgen de la convivencia cotidiana, sino que además previene y forma la socialización y la empatía.
En mi aula de primaria, hemos llevado diversas técnicas durante este curso, siempre a través de un enfoque constructivo y positivo con el fin de aprender del conflicto y mejorar la convivencia entre nosotros. Dos de las más fructíferas han sido:
- Super- compañero: Entre todos, creamos nuestros requisitos para ser el super compañero o super compañera de la semana. Por ello, el compañer@ que al finalizar la semana hubiera cumplido todas nuestras “exigencias” recibiría una super chapa y el honor de poder elegir un juego los últimos 20 minutos de la semana además del reconocimiento público entre los demás compañeros y familiares.
- Rincón boca- oreja: Cada vez que se ha producido un conflicto entre varios compañeros con voluntad de resolverlo pacíficamente, los hemos dirigido a nuestro rincón con sus normas donde una silla era la oreja y por tanto solo puede escuchar a la otra persona y la otra silla era la boca, donde solo ha podido hablar. Cuando ambas partes habían terminado de hablar y escuchar, se han cambiado de rol para así poder ser escuchadas y expresadas ambas partes y obtener una conclusión y resolución del conflicto.
Para concluir, tal y como Vallés Arándiga afirma (2007, pág. 147) con la alfabetización emocional pretendemos que tanto los alumnos como los profesores y todos los miembros de la comunidad educativa aprendamos a ser inteligentes para ser más felices. De ahí obtenemos la creciente importancia y lugar que está ocupando la citada educación emocional en nuestras escuelas y aulas. ¡A seguir así!
BIBLIOGRAFÍA
- Núñez Pereira y R. Valcárcel (2013). Emocionario. Palabras aladas.
- Vallés Arándiga (2007). Inteligencia emocional para la convivencia escolar. Editorial EOS
- Ibarrola- García y Iriarte Redín (2012). La convivencia escolar en positivo. Editorial Pirámide.
- Sastre Vilarrada y Moreno Marimon (2002) Resolución de conflictos y aprendizaje escolar. Editorial Gedisa.
NURIA LOSCOS PABLO