LAS MUTUALIDADES ESCOLARES EN ESPAÑA EL CASO DE PEDROSA DEL PRINCIPE (BURGOS), «HORMIGUERO INFANTIL»

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Pedrosa del Príncipe es el clásico pueblo cerealístico castellano, ubicado en los confines provinciales entre Burgos y Palencia; además dispone de cultivos de regadío pues tiene la suerte de encontrarse entre los ríos Odra y Pisuerga, que conforman una fértil vega remolachera. Con poco más de cien habitantes aguantando estoicamente los avatares meteorológicos, es un ejemplo más de esa despoblación desbocada del interior de Castilla. Por fortuna, los veranos Pedrosa recibe un aluvión de hijos del pueblo que llenan sus casas de voces y ruidos infantiles: balones, bicicletas, raquetas y bañadores, esos rudimentos veraniegos que poco han cambiado (aparte de su diseño) durante los últimos cincuenta años.

Fue clasificando fotos antiguas, cuando descubrimos algunas de las aquí impresas, a los más mayores les sonaban algunas caras o recordaban ciertos nombres que nos resultaron de capital ayuda para darles una visión más humana, trascendiendo la propia dimensión de la fotografía, y descubrir la importancia que tuvieron en la escolarización de sus entonces alumnos, que fueron nuestros propios padres y abuelos.

Antes de seguir, conviene recordar que en la época de la que estamos hablando –los años veinte y treinta del siglo veinte-, Pedrosa contaba con unos quinientos habitantes, y que pudo ser uno más de los escenarios de la compañía teatral de Federico García Lorca, La Barraca, que anduvo por estas tierras, por cuanto el autor granadino cita una nana recogida en Pedrosa dentro de sus obras, «A mi caballo le eché/ hojitas de limón verde/ y no las quiso comer». Estuviera o no el poeta, de lo que no cabe duda es de la amistad que le unió con Agustín Escribano, descendiente directo de este pueblo y director de la Escuela Normal de Granada, fusilado como García Lorca en 1936, y cuya hija, Mariluz Escribano Pueo (1935-2019), recoge retazos de su infancia castellana en su libro «Sopas de ajo», de evocador título.

IMAGEN 1.- FOTO DE LA ESCUELA DE PEDROSA EN 1926 CON DON QUIROS

IMAGEN 1.- FOTO DE LA ESCUELA DE PEDROSA EN 1926 CON DON QUIROS

Cuando empezamos a procesar en serio los datos de la foto del grupo escolar, lo único que sabíamos con certeza es que el profesor se llamaba don Quirós, afortunadamente con un nombre tan poco común, no costó demasiado dar en las hemerotecas con más datos sobre su persona y trayectoria profesional: se trataba concretamente de don Quirós Díez del Amo, maestro que llegó a la Escuela de Pedrosa en 1926 desde Caldueño (Llanes), curiosamente el mismo año que arribó el sacerdote que le acompaña, don Alberto Ortega Gonzalo, este último con un bagaje posterior de nada menos que 35 años de ministerio en Pedrosa. Tal vez el fotógrafo quisiera inmortalizarlos en su primer año juntos en el pueblo. De don Quirós supimos además –en una labor realizada con mi convecino, Gerardo Manrique-, que ocupó el puesto de maestro hasta 1933, en que solicitó su traslado a Ribadesella, en una fecha complicada, pues solo un año más tarde estallaría la llamada Revolución de Asturias, hasta encontrarlo en 1941 separado ya temporalmente del servicio por las autoridades franquistas. En Asturias nos informaron de que don Quirós era burgalés y no asturiano, como presumíamos, concretamente de Palazuelos de Muñó, lugar donde nació en 1894, y que tuvo tres hijos: Angelita, Delia y Mario Díez Amieva. Por el apellido materno, de origen asturiano, podemos imaginar que su esposa –de la que enviudó- era originaria del Principado, y alguna poderosa razón familiar le hizo tomar dicho rumbo desde Pedrosa.

La foto por tanto, la podemos fijar en ese curso escolar, 1926/27, y es un fiel ejemplo de las diferencias sociales de la época, con niños ya quemados por el sol por el trabajo al relente, otros con el pecho hinchado por alguna enfermedad, otro con sus humildes zapatos mil veces claveteados, modestas batas pero al lado otros zagales vestidos con chaquetas de buenos paños, tal vez descendientes estos de la aristocracia campesina, y por encima de todos ellos el cura y el maestro junto a la bandera nacional. Nos encandila la mirada austera y serena de don Quirós, cargada de dignidad y suponemos que de responsabilidad, rodeado nada menos que de una cincuentena de niños. La foto está realizada junto a la antigua Escuela, en la Plaza del Reloj, pues todavía no se había inaugurado el nuevo edificio de las Escuelas –hoy tristemente ya vacío de alumnos pero recuperado como airosa sede del Ayuntamiento-, algo que no ocurrió hasta 1933, y que conocieron nuevos alumnos, entre ellos mi propio padre.

IMAGEN 2.- FOTO DE LA ESCUELA DE NIÑAS CON DOÑA DOLORES ESPIGA

Igualmente, existe una foto tomada exactamente en el mismo lugar y tal vez en el mismo momento, del grupo femenino, de cuya profesora, doña María Dolores Espiga Pérez, sabemos por la publicación Magisterio Español, que coincidió con don Quirós, pues ocupó su plaza en Pedrosa entre marzo de 1925 y mayo de 1927, en que se traslada hasta la localidad burgalesa de Pradoluengo, pasando posteriormente a Mecerreyes y siendo nombrada más tarde Inspectora de Primera Enseñanza, primero en Teruel y después en Burgos, donde toma posesión en 1939. Desempeñó una intensa actividad en Acción Católica, falleciendo en 1984 en Burgos, a los 81 años de edad.

Pero lo que queríamos tratar en este artículo eran las Mutualidades Escolares, que se regularon por Real Decreto de 7 de julio de 1911, para inculcar y difundir la denominada previsión popular, o sea, el ahorro, en las etapas iniciales de la vida. Las autoridades del entonces llamado Ministerio de Instrucción Pública, buscaban «advertir a los niños de la importancia de no dejarse seducir por los halagos, sino proceder conforme a los cálculos aritméticos». En la retórica de la época, el ahorro no se presentaba como una virtud, sino como «un semillero de virtudes». La idea era que los niños hicieran unas aportaciones de unos diez céntimos semanales, para capitalizar dichos ahorros y disponer de ellos a la edad de 20 ó 25 años, cuando «de verdad hacen falta para la vida»; también los niños llevaban los libros de cuentas para evitar gastos a las propias mutualidades.

Como antecesoras de las extintas Cajas de Ahorro (todos recordamos que siempre regalaban un libro en el denominado Día Internacional del Ahorro, a finales de octubre), casi cada pueblo tenía su Mutualidad, y el estilo de los nombres variaban según las regiones, en Castilla por norma general los nombres no resultaban demasiado imaginativos, solían referirse al santo patrón o patrona de la localidad, sin embargo encontramos una notable excepción precisamente en Pedrosa, cuya mutualidad –que debió inscribirse en 1921 en el Registro Especial del Ministerio- lleva por nombre «Hormiguero Infantil», una denominación similar a la de Villarreal de Álava, «Hormiguita Previsora», aunque poco común y que emociona solo de leerlo, y pensar en esos niños (o más bien en sus esforzados padres) ahorrando unos céntimos en aquella época de miseria y emigración forzosa a América, en la que ni siquiera existía la Seguridad Social.

IMAGEN 3.-  MUTUALIDADES ESPAÑOLAS RECOGIDAS EN LA GACETA DE MADRID

Las Mutualidades se expandieron fundamentalmente por Levante y Cataluña, donde encontramos nombres como «La Virtud del Ahorro» a la de Villalba de los Arcos (Tarragona); «La Cajita Dorada» en Rabós (Gerona); «La Hucha de San Jorge», en Cedó (Lérida); «La Bolsita de San Antonio», en Ribas de Fresser (Gerona); «El Grano de Mostaza» en Maspujols (Tarragona); «La Precavida Niñez» en Naves, Asturias o «La Economía Infantil» en Torres del Obispo (Huesca). La lista sería interminable, aunque también llaman la atención algunos nombres patrióticos de mutualidades vascas, como el de «Viva España» de Orio (Guipúzcoa) o «Soy Español» de Mundaca (Vizcaya). También hay nombres dedicados a benefactores y alcaldes; yo destacaría especialmente el de la mutualidad de la minúscula población de Llusá, en Lérida, «La Argentinita», probablemente dedicado a la mejor bailaora de flamenco de aquella época, hija de emigrantes españoles en Argentina, de ahí su apodo.

IMAGEN 4.- FOTO CON ESLOGAN DEL AHORRO, AÑOS 80

En lo que respecta a Pedrosa y a don Quirós, localizamos su rastro en diferentes notas de prensa, que nos anuncian su buen hacer en la Mutualidad Hormiguero Infantil, concretamente en febrero de 1929, cuando se presenta el balance de cuentas del año anterior, con unos ingresos de 1.176,20 pesetas en cuotas de los 89 mutualistas, de los que 35 eran nuevas incorporaciones, y 10 causaron baja (uno de ellos por su propio fallecimiento). Los ingresos de la Mutualidad pasan de las 475 pesetas en 1926, a las 650 pesetas en 1927, alcanzando la cifra antes reseñada en 1928, casi el doble, lo que le supuso una distinción a don Quirós, como veremos posteriormente. En el artículo se menciona el procedimiento de bonificaciones que se seguía, otorgando tres pesetas a los 38 primeros ingresados, dos pesetas a los 14 siguientes, hasta una peseta a los ingresados en los dos últimos años, perdiendo esta bonificación los mutualistas dados de baja. Al cumplir los 25 años se cobraba la dote correspondiente a las aportaciones realizadas.

El líquido resultante de los ingresos menos los gastos, se custodiaba en la Caja de Ahorros del Sindicato de Castrojeriz, en una libreta a nombre de la Mutualidad; y es que no todo eran imposiciones, sino que entre los gastos figuraban pagos de socorro por enfermedad a cinco mutualistas (59 pesetas), el dinero enviado a la Caja de Previsión de Castilla la Vieja para dotes infantiles (1.293,35 pesetas), y hasta el socorro funerario a un mutualista fallecido (20 pesetas).

Además, la Junta Directiva de la Mutualidad anunciaba los siguientes proyectos:

1) Adquirir por suscripción en varios años, una Biblioteca con las mejores obras literarias y de utilidad en la práctica de la vida.

2) Crear premios para los mutualistas que más se distingan en el ahorro y

3) Adquisición de un aparato de proyecciones para la enseñanza intuitiva.

 

Todas estas loables iniciativas relacionadas con el ahorro y la pedagogía, le valieron a don Quirós ser premiado a finales de 1929, y junto a otros tres maestros nacionales de la provincia de Burgos, con diploma y 200 pesetas en metálico por su trabajo ejemplar en la obra pedagógico-social de las Mutualidades Escolares, premio otorgado por la Caja de Previsión Social de Castilla la Vieja. Esta entidad se había fundado en 1923 y tenía su ámbito de actuación en las provincias de Burgos, Logroño, Segovia y Soria.

Perdemos la pista de don Quirós Díez en 1941, depurado de la profesión como antiguo Militante de la Agrupación Socialista de Gijón[1]; también fue militante de Izquierda Republicana y de la I.T.E.A. desde 1934, y secretario representante de esta organización en Ribadesella. Debió rehacer su vida en otras latitudes, por cuanto encontramos su pista en varios ejemplares de la revista Escuela Española, hasta 1960, donde lo localizamos como maestro del barrio de Palou, en Granollers (Barcelona). Queremos recuperar su memoria en este pequeño artículo por la importancia de su magisterio entre los abuelos y abuelas de nuestro amado pueblo.

 

 

Bibliografía

  • Biblioteca Virtual de Prensa Histórica y Portal Pares
  • Blog de Pedrosa del Príncipe, por Gerardo Manrique
  • Carles Sudrià: Las Cajas de Ahorro en los orígenes del Retiro Obrero (1900-1939), en Papeles de Economía Española nº 74-75, 1998
  • Imágenes 1 y 2 cedidas por Jesús Toledano y Tino Escribano

[1] Carpeta 46 de la Serie F de Gijón, Exp 1 folio 77 (Portal Pares)

 

Jesús Borro Fernández

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