La evaluación auténtica requiere el uso de instrumentos de evaluación como la diana de aprendizaje, una herramienta que promueve la evaluación participativa, desarrolla la metacognición y la independencia del alumno. De esta manera, el alumno pasa a ser sujeto activo en la evaluación y la percibe de manera positiva ya que le permite ser consciente de su proceso de aprendizaje, de sus logros y dificultades.
La evaluación ha cobrado mayor protagonismo en los últimos años ya que toda la comunidad educativa es consciente de sus implicaciones. Los alumnos necesitan tener una retroalimentación efectiva para poder avanzar en su proceso de aprendizaje. Pero ¿cómo evaluar? Actualmente existen diferentes tipos de evaluación que dependen de factores como el agente evaluador (autoevaluación, coevaluación, heteroevaluación) o el momento de evaluación (inicial, procesual, final), así como toda una gama de instrumentos de evaluación: desde los más tradicionales, como el examen, a los más innovadores, como las rúbricas. Ante este maremágnum, nos centraremos en explicar las posibilidades educativas de la diana que promueve una evaluación participativa.
Tradicionalmente, el profesor era la figura del saber y los alumnos los que debían asimilar ese conocimiento. El profesor corregía el examen y los alumnos obtenían una nota que era reflejo de su rendimiento académico. Ahora, los papeles se han invertido, los alumnos se convierten en protagonistas de su propio aprendizaje y por tanto su evaluación también requiere un sistema diferente, más reflexivo. Para intentar dar solución a esta nueva realidad surgen nuevos instrumentos de evaluación como la diana.
La diana es un método de evaluación visual ya que consiste en dibujar una diana con círculos concéntricos. Cada uno de estos círculos concéntricos indicará un nivel de desempeño, si la diana está compuesta por cuatro podemos asignarle las siguientes valoraciones: excelente, bueno, regular e inadecuado. Además, la diana se dividirá simétricamente en líneas verticales que partirán del eje central del círculo y que representarán los diferentes ítems que se pretenden evaluar. Si, por ejemplo, estamos evaluando la interpretación de una canción con la flauta podremos valorar: 1) la lectura de la partitura, 2) la postura corporal, 3) la interpretación y 4) el ritmo.
En este caso el color amarillo indicará el nivel inadecuado, el rojo el nivel regular, el verde el nivel bueno y el azul el nivel excelente. Los alumnos deben evaluar la tarea, ejercicio, proyecto, etc. en cada uno de los ítems y los colorearán según el nivel que hayan conseguido (si bien la diana del ejemplo está coloreada para facilitar esta explicación a los alumnos se les dará en blanco y negro para que puedan colorearla). Si por ejemplo el alumno cree que la lectura de la partitura ha sido correcta (buena) coloreará esa sección hasta el tercer círculo concéntrico. Si la interpretación ha sido inadecuada lo indicará coloreando el primer círculo concéntrico empezando desde el eje; y del mismo modo coloreará el desempeño en los otros dos ítems. De esta manera, la diana quedará coloreada parcialmente mostrando visualmente el nivel de desempeño del alumno o alumnos.
Se trata de una herramienta precisa y rápida de evaluación: a mayor superficie de la diana que esté coloreada significará que la evaluación es más positiva. Esto nos permite comparar con una simple observación los resultados de la clase y determinar si hay un ítem en el que tienen más dificultades y, por tanto, se debe reforzar o por el contrario hay un concepto que han asimilado y no es necesario incidir en ello.
La diana se puede completar individualmente o por grupos. En el caso de que se realice por grupos, los alumnos tendrán que llegar a un consenso a la hora de evaluar el trabajo cooperativo. Se promoverá el diálogo, la toma de decisiones y la reflexión sobre el propio proceso de aprendizaje. De hecho, se fomenta la metacognición, el alumno evalúa sus logros, hace que tome conciencia de cómo aprende y esto puede favorecer la competencia aprender a aprender y su autonomía.
Por otra parte, los ítems que incluimos en nuestra diana de aprendizaje y que son nuestros criterios de evaluación tienen que ser conocidos por los alumnos antes de iniciar la tarea o proyecto. La evaluación no es una trampa, en todo momento el alumno tiene que conocer qué parámetros van a tenerse en cuenta a la hora de evaluar su trabajo. Así, si les informamos de los objetivos y criterios de evaluación podrán centrar sus esfuerzos en ello. Como docentes, tenemos que intentar que la evaluación se perciba de manera positiva por parte del alumno, como una ayuda que les permita mejorar tal y como afirma la Fundación Trilema.
Por tanto, las nuevas exigencias educativas nos animan a utilizar métodos de evaluación en los que no sólo el profesor toma la palabra. Instrumentos de evaluación como la diana permiten la participación del alumnado, la reflexión sobre su propio proceso de aprendizaje, el desarrollo de la metacognición y de la autonomía. Se trata pues, de una herramienta que fomenta la evaluación auténtica.
Bibliografía
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Ana María Zomeño Gurrea