Fomentar la convivencia desde la escuela

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Introducción

Los centros educativos son espacios donde los niños adquieren conocimientos a la vez que aprenden a convivir entre iguales, capacidades ambas importantes y necesarias para la vida. Pero dentro de las aulas se reflejan los problemas que habitan fuera de los muros, tales como la violencia, la falta de inclusión, las desigualdades y diferencias emocionales, culturales, etc. Todos los problemas de conducta deterioran la convivencia en clase, donde los profesores tienen que cumplir unas exigencias institucionales enseñando ciertos contenidos y al mismo modo entender y atender a alumnos muy distintos.

La escuela como agente socializador

El colegio es uno de los principales recursos con los que cuenta el niño para poder adquirir una serie de valores y normas que le permitirán integrarse posteriormente en la sociedad. Es a su vez el principal medio de socialización de su infancia, donde se le ayudará a convertirse en un miembro responsable y activo del entorno donde vive. Este proceso es gradual y continuo, ya que a la vez que el niño crece y se educa aprende a convivir.

La escuela es una institución que permite reforzar la autoestima del niño integrándolo como miembro activo en una comunidad, en la que se mantienen diferentes relaciones sociales a distintos niveles. Por lo tanto, el acudir a la escuela es un modo de integración social, donde se consiguen la autonomía, el aprendizaje y los recursos necesarios para poder convivir en la edad adulta. Dentro del ámbito educativo conviven profesores, alumnos y familias del entorno, integrándose personas cada vez más diferentes en cuanto a experiencias vividas por sus orígenes y creencias. Cuanto más diferentes son esas personas más ricas y variadas son las experiencias sociales que se puedan dar lugar en la escuela. El abrirse al entorno e intercambiar momentos dentro de una programación organizada amplía el papel socializador.

Problemas de conducta

Los problemas de conducta se están convirtiendo cada vez más en una causa de preocupación para docentes y familias, ya que estas dificultades de convivencia afectan y condicionan directamente el proceso de enseñanza-aprendizaje de todos los estudiantes.

Antes de diseñar iniciativas de actuación es fundamental identificar cuáles son los problemas de convivencia escolar más comunes que aparecen en los diferentes entornos educativos y conocer cuál es la realidad del centro que se está viviendo actualmente.

Los problemas de comportamiento fueron definidos por Kazdin (1988) como conductas que afectan a la relación del sujeto con su entorno e interfieren negativamente en su desarrollo; que se constituyen en síntomas, pero no se organizan de forma de síndrome, sino que se presentan de forma aislada o en combinaciones muy limitadas.  La prevención de dichos conflictos y su resolución pacífica es uno de los principios que sigue la práctica educativa.

Por su parte Calvo (2003) agrupa todas las conductas negativas de los alumnos en cuatro categorías: conductas de rechazo al aprendizaje, conductas de trato inadecuado, conductas disruptivas y conductas agresivas.  Para poder cada una de ellas hay que tener en cuenta el contexto familiar, factores individuales psicológicos y el desarrollo evolutivo. Ya que como apoyaba Cerezo (2001) las conductas que manifiestan nuestros alumnos están condicionadas por tres variables: la maduración, el aprendizaje y el ajuste social. Por lo tanto, si se produce alguna alteración de estas variables es cuando se pueden manifestar esos problemas en el comportamiento.

Actuaciones para favorecer la convivencia

Las medidas que se pueden llevar a cabo en los centros educativos deben comenzar desde la prevención, evitando las situaciones que puedan afectar la convivencia. El siguiente nivel se trataría de reducir las manifestaciones de tipo disruptivo y por último eliminar los problemas de convivencia resolviéndolos de forma armoniosa. Según apuntaba Kazdin (2006) los programas preventivos que se desarrollan en los centros educativos suelen ser efectivos ya que se basan en datos empíricos procedentes de investigaciones contrastadas.  Estos programas han de ser destinados a prevenir la violencia mejorando el autocontrol y a plantear maniobras para la resolución pacífica de conflictos.

Es crucial en el momento de la elaboración de ese programa de convivencia que se plasmen objetivos lógicos y funcionales, así como actividades a realizar durante el curso escolar por los miembros de la comunidad educativa. También es necesario especificar las medidas de los procedimientos de tipo preventivo, las normas de convivencia y conducta que el centro se ha planteado según las condiciones socioculturales de su entorno, así como las medidas correctoras.

Negrillo (2002) propone el uso de estrategias de regulación emocional para controlar el estrés en el ámbito educativo debido al importante papel de las emociones en el aprendizaje. De tal modo teniendo conciencia de las propias emociones negativas y de las emociones de los demás serán más fáciles de evitar los conflictos y los problemas de convivencia. Algunas estrategias que plantea este autor para poder regular esas emociones son el análisis de situaciones emocionales, role-playing, actividades para el control de la ira, así como proyectos a través del arte y la literatura.

Conclusión

El colegio es más que una institución transmisora de contenidos ya que cuenta con la gran función socializadora, formadora de identidades. Los profesores hoy en día tienen el reto de que la violencia que existe en nuestra sociedad no traspase los muros de la escuela, pudiendo transformar esas desavenencias en oportunidades de aprendizaje. Porque como afirmó Daniel Goleman (2012) “educar para la convivencia no es renunciar a la existencia de conflictos, sino saber enfrentarlos positiva y efectivamente”.

Bibliografía

  • Calvo Rodríguez, A.R. (2003). Problemas de convivencia en los centros educativos: análisis e intervención. Madrid. Editorial EOS.
  • Goleman, D. (2012). El cerebro y la Inteligencia Emocional. Barcelona: Ediciones B.
  • Kazdin, A.E (2006). Conducta antisocial: Evaluación, tratamiento y prevención en la infancia y adolescencia. Madrid. Ed Pirámide.
  • Negrillo, C. (2002). Educación en valores para la convivencia en los centros. Tarragona. Universitat Rovira i Virgili.

Ana Palomo Blázquez

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