Los debates y el poder de la elocuencia

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En la antigua Grecia la oratoria tenía gran reconocimiento, sobre todo en el ámbito político. La democracia ateniense permitió su desarrollo ya que los ciudadanos debatían en público en las asambleas. Sin embargo, el arte de hablar, ya no es valorado del mismo modo que antaño como respalda Javier Pagán (2017), a pesar de que sigue siendo fundamental no solo para ser capaz de conmover, persuadir o deleitar al interlocutor con un discurso, sino también para desarrollar el pensamiento crítico.

En los centros educativos trabajamos la competencia oral mediante trabajos de tipo expositivo (presentación de contenidos) en los que la comunicación es unidireccional, es decir, el alumno informa sobre un tema sin obtener respuesta de sus oyentes. Son pocas las propuestas basadas en el intercambio de ideas o en un debate que implica la interacción entre interlocutores y, por tanto, una comunicación bidireccional o multidireccional. Sin embargo, los debates, íntimamente ligados con la oratoria, se perfilan como una tarea atractiva para el alumnado que gusta de sentirse partícipe en el aprendizaje y ser activo en la construcción de conocimiento y además permite la sinergia de diferentes competencias y habilidades necesarias en la educación. Algunas de estas competencias son la competencia lingüística, ya que se refuerza la expresión oral en público, la competencia social y cívica, dado que los interventores en el debate deben respetar el turno de palabra y las opiniones contrarias, y el pensamiento crítico, al argumentar cada uno de los razonamientos que se esgrimen para defender una determinada opinión. De ahí que su práctica en el aula aporte significativos beneficios para el aprendizaje del alumnado y dinamice las actividades curriculares además de aumentar la motivación.

Pero ¿cómo llevar a la práctica educativa una sesión de debate? ¿Qué consejos seguir? A continuación, tomando como referencia las indicaciones de Cristina Górriz (2019), expondremos una serie de recomendaciones a la hora de organizar un debate en el aula:

SELECCIÓN DE UN TEMA: el docente tendrá que seleccionar un tema que interese al alumnado en la medida de lo posible y que pueda despertar polémica para de este modo contar con varias opiniones. Se puede escoger un texto o un vídeo de corta duración que aborde la temática a modo de presentación, o se puede proponer el tema y acto seguido enunciar una serie de preguntas que guíen el debate y que busquen respuestas que vayan más allá de una simple afirmación o negación. Tal y como Ingrid Mosquera apunta:

Para generar un buen debate en el aula, motivador para los estudiantes y con contenidos adecuados, se deben plantear preguntas, reflexiones y controversias que despierten el interés y desafíen las mentes de los estudiantes, haciendo que se cuestionen la propia información y creando dudas que deban resolver (2017).

Si el tema propuesto no es conocido por el alumnado, se recomienda reservar una sesión para su investigación.

ORGANIZACIÓN DE EQUIPOS: se divide al alumnado en dos equipos (se aconseja que el número de alumnos por equipo sea equitativo) y se agrupan en dos zonas diferenciadas del aula. Los alumnos pueden elegir si argumentarán a favor o en contra, aunque desde nuestro punto de vista, es más educativo que sea el docente quien escoja de manera indiscriminada la posición que debe adoptar cada alumno. Es interesante que los alumnos busquen argumentos para defender ideas que incluso no comparten, esto hace que se pongan en la piel de personas con ideas diferentes a ellos y sepan empatizar.

ESTABLECIMIENTO DE NORMAS: antes de empezar el debate es necesario recordar unas normas de conducta ya que los temas polémicos suelen enardecer la conversación. En primer lugar, se debe incidir en respetar el turno de palabra: si un alumno desea intervenir debe levantar la mano y esperar a que el compañero acabe de hablar para que el moderador (el profesor) le ceda el turno de palabra. En segundo lugar, los alumnos no pueden faltar al respeto a ningún compañero ni realizar comentarios ofensivos. Además, es interesante que todos los alumnos puedan aportar sus ideas por lo que los interventores se irán alternando. Si el grupo clase es numeroso y no pueden intervenir todos los alumnos, cada uno de los equipos puede tener un número reducido de portavoces que trasladarán al otro equipo las ideas de su grupo. El profesor, que actuará como moderador en el debate, velará para que las normas se cumplan.

EVALUACIÓN: desde nuestro punto de vista, es recomendable que el alumno sepa cómo se va a evaluar esta práctica educativa antes de realizar la actividad. Para ello, la rúbrica es una herramienta adecuada ya que podremos especificar los ítems que serán evaluados y los niveles de consecución. Entre estos ítems se puede valorar: 1) el respeto de las normas de conducta previamente estipuladas, 2) la capacidad de defender con argumentos las ideas y de ilustrarlas mediante ejemplos (la justificación esto es así porque sí, no tiene cabida), 3) la expresión oral, es decir, el uso de un registro adecuado y el uso de terminología específica vinculada al tema que se está abordando, 4) capacidad de reacción ante los contraargumentos del equipo contrario, 5) capacidad para sintetizar y analizar desde un punto de vista crítico las conclusiones a las que cada alumno ha llegado tras el debate sobre la temática que se ha abordado.

DEBATE: durante el debate el profesor puede apuntar en la pizarra los argumentos esgrimidos en uno y otro equipo para ponerlos en evidencia y para que los alumnos sean conscientes de sus razonamientos.

VALORACIÓN: tras el intercambio de ideas proponemos que los alumnos redacten un texto argumentativo en el que aborden la temática objeto de debate. Se trata de reflexionar sobre lo hablado y construir un punto de vista propio tras el debate y tras haber trabajado en grupo ya que en muchas ocasiones la opinión varía al conocer otros enfoques y puntos de vista. Finalmente, se puede comentar de manera conjunta la actividad para conocer qué dificultades han encontrado a la hora de debatir o si les ha resultado sencillo el posicionarse y defender un único punto de vista.

Por todo lo comentado podemos concluir que el debate es una actividad que se puede incluir en cualquier asignatura ya que se pueden abordar todo tipo de temáticas: ¿existe el cambio climático?, ¿se deben ilegalizar ciertas drogas?, ¿los graffitis son un arte o vandalismo?, ¿el esperanto debería estudiarse? Coincidimos con Laura Esteban y Jaime Ortega (2017) en que permite profundizar en contenidos del currículum haciendo partícipe al alumnado, promoviendo el pensamiento crítico, el aprendizaje significativo y el trabajo cooperativo. Todo ello sin olvidarnos de la asertividad que los participantes en el debate deben demostrar a la hora de defender sus ideas. Por tanto, el debate se perfila como una actividad académica que educa a nivel académico y personal y, en definitiva, ayuda a que nuestros alumnos participen de manera constructiva en la vida social y profesional.

Esteban, Laura; Ortega, Jaime (2017), El debate como herramienta de aprendizaje [archivo PDF]. Universidad de Extremadura y de Sevilla. Recuperado de [14/11/2019]: https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/64625/Debate%20como%20herramienta%20de%20aprendizaje.pdf?sequence=1

Gorriz, Cristina (2019), ¿Cómo preparar un debate en el aula? [Entrada en blog]. Red social educativa. Recuperado de [14/11/2019]: https://redsocial.rededuca.net/debate-aula

Mosquera, Ingrid (2017), El debate como recurso didáctico innovador. UniRrevista. Recuperado de [14/11/2019]: https://www.unir.net/educacion/revista/noticias/el-debate-como-recurso-didactico-innovador/549202750686/

Pagán, Javier (2017), El debate como herramienta educativa. VI. Simposio Internacional de Innovación Aplicada-IMAT 2019 (Valencia). Recuperado de [14/11/2019]: https://www.imat-symposium.com/programa-imat-2019/

Mari Ana (2019), Figura 1. Debate [imagen], recuperado de [14/11/2019]: https://pixabay.com/es/illustrations/debate-discutir-reunión-discusión-4437128/

ANA MARÍA ZOMEÑO GURREA

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