Estrategias psicopedagógicas para alumnado con retraso mental

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Si se pretende partir de una definición actual del término de retraso mental tendremos que indicar que esta ha ido cambiando con el tiempo. Así, esta ha pasado de relacionarse con algo innato del sujeto a establecerse una concomitancia con los déficits biológicos o intelectuales que condicionan la manera que tiene la persona de aprender en relación con el contexto familiar, social y educativo donde vive.

En este sentido la Asociación Americana de Retraso Mental define este en los siguientes términos:

"Retraso mental hace referencia a limitaciones sustanciales en el funcionamiento actual. 
Se caracteriza por una actividad intelectual significativamente inferior a la media, 
que generalmente coexiste junto a limitaciones en dos o más de las siguientes áreas de 
habilidades de adaptación: comunicación, autocuidado, vida en el hogar, habilidades sociales, 
utilización de la comunidad, autodirección, salud y seguridad, habilidades académicas 
funcionales, tiempo libre y trabajo. El retraso mental se ha de manifestar 
antes de los 18 años".

Si tenemos en cuenta dicha definición podemos valorar cinco factores (Rodríguez, 2010):

1) Lo que preferentemente caracteriza a los alumnos[1] con retraso mental es su dificultad en los procesos de enseñanza y aprendizaje que limitan sus diferentes capacidades motrices, sociales, cognitivas y de relación interpersonal.

2) Se caracteriza por un funcionamiento intelectual que es inferior a la media.

3) Hay que valorar y ampliar la capacidad de autocuidado, comunicación, habilidades sociales, utilización de la comunidad, vidas domésticas, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, trabajo y de ocio para llevar un adecuado nivel de vida. A su vez, necesitaran recursos materiales para apoyarles en todas estas áreas.

4) El retraso mental se relaciona directamente con limitaciones importantes en la forma de funcionamiento en la vida ordinaria. Esto es así porque está relacionado directamente con una dificultad esencial en el proceso de aprendizaje y ejecución de determinadas habilidades que son necesarias para el día a día.

5) Se da junto a limitaciones en dos o más aéreas relacionadas con las adaptaciones funcionales. Por tanto, se deben dar aspectos condicionantes patentes en las habilidades adaptativas y no sólo en el ámbito del funcionamiento intelectual para llegar a su diagnóstico.

Habiendo comentado la definición de retraso mental ahora se puede indicar qué respuesta educativa se puede ofrecer a este tipo de alumnado según su definición del currículo realizando adaptaciones de acceso o significación cuando sean necesarias. Así, en la evaluación de ese alumnado hay que tener en cuenta que a la hora de valorarles habrá que seguir los siguientes cuatro principios:

1) Hay que partir de las áreas fuertes donde el alumno destaca y no considerar sólo sus limitaciones y aspectos más débiles.

2) Hay que conocer los obstáculos más importantes que impiden un adecuado progreso del estudiante, sobre todo, en los factores socioafectivos, sensoriomotores y cognitivos.

3) Si se quiere evaluar el progreso que está llevando a cabo un alumno habría que determinar al mismo tiempo el contexto donde se está enseñando para evitar sesgos.

4) Hay que tener siempre muy presente los factores donde el alumno destaca o está más limitado, así como conocer los aspectos psicológicos, físicos, de salud y emocionales en los que se produce la respuesta educativa y el entorno en el que esta se da. Esto es necesario ya que dichos elementos condicionan enormemente la forma de comportamiento futuro ante los refuerzos positivos y negativos que le rodean.

En relación con los objetivos y contenidos a tratar hay que adaptarse a la edad cronológica pero también a la mental del alumno partiendo de sus centros de interés adaptándose al contexto concreto donde se lleven a cabo las actividades.

De forma más específica habrá que tener en cuenta tres aspectos relevantes:

1) Habrá que potenciar los objetivos y contenidos que ofrezcan una mayor funcionalidad:

a) Mediante un lenguaje funcional que permita la comunicación en diferentes contextos a través de contenidos incidentales que estén relacionados con el currículo.

b) En el proceso de la lectoescritura habrá que trabajar los aspectos que más relevancia tienen a la hora de comprender los textos. Eso no quiere decir que no se preste a tención a otros aspectos como la entonación, signos lingüísticos y ortografía, pero sí hay que intentar realizar mensajes donde quede clara la intencionalidad del mensaje.

c) En el área de matemáticas hay que trabajar los conceptos que sirven para la vida real (dinero, medidas, operaciones aritméticas principales,).

d) Se debe dar prioridad a los contenidos que se puedan desarrollar mediante actividades que fomenten la interrelación del grupo de referencia para aumentar la socialización.

e) Habrá que favorecer los contenidos que se relacionen directamente con el desarrollo de la autonomía personal como la orientación espacial, la higiene, alimentación, sueño, aseo personal, …

f) Se deberá partir de los contenidos procedimentales para llegar a aprendizajes significativos que sean funcionales.

 

Gráfico 1. Características del aprendizaje significativo

Gráfico 2. Elementos fundamentales del aprendizaje significativo

2) Habrá que intentar partir de los aprendizajes que se van consiguiendo para generalizar estos en contextos diferentes al original. De esta forma, la idea será adaptar lo aprendido en otras situaciones que, aunque no sean exactamente iguales puedan sentar la base de nuevos aprendizajes. En este sentido, se tendrán que incorporar actividades de normas de comportamiento y de socialización en cada contexto diferente donde se esté.

3) Hay que entender que los tiempos en las actividades que se desarrollen dentro del aula de referencia serán flexibles. Este factor es esencial para no crear inseguridad a estos alumnos, que por ansiedad o por querer hacer las tareas en el mismo tiempo que sus compañeros, pueden sentirse frustrados.

En relación con la metodología, hay que dejar clara la importancia del refuerzo positivo. De esta forma, se debería premiar cada intento conseguido que se aproxime a la conducta/objetivo que pretendemos instaurar mejorándose la motivación intrínseca durante el proceso de aprendizaje. Para conseguir esto, será necesario llevar a cabo las siguientes siete medidas:

a) Partir de las preferencias personales del alumno. De esta forma se pueden ir realizando inventarios ecológicos donde se produzcan conductas o conceptos simples hasta llegar a otros más complicados de forma paulatina subdiviendo en tareas que permitan simplificar los objetivos generales al ir consiguiendo objetivos secundarios previos.

 

Gráfico 3. Tipos de centros de interés para niños pequeños

 

b) Conocer el estilo y canal de aprendizaje de cada alumno y saber si aprenden mejor de forma visual, táctil, auditiva, …

c) Conocer el nivel de competencia del alumno y evitar que se sienta frustrado ante ejercicios que son excesivamente complicados para su nivel académico.

d) Aumentar la seguridad y la autoestima del educando reforzándole positivamente (especialmente desde un punto de vista social ante sus compañeros de clase).

e) Intentar enseñar aspectos prácticos de forma lúdica que estén conectados con las actividades diarias (realizar compras, orientación en el barrio, realización de actividades físicas,). Para ello, las ayudas físicas como dirigirle la mirada o el brazo hacia lo que debe hacer serán fundamentales. Otras asistencias podrían ser la verbal mediante instrucciones simples y directas que ayuden a llegar al objetivo final ofreciéndole preguntas que le acerquen a poder reflexionar si está realizando las actividades de forma correcta y las ayudas visuales (gráficos, pictogramas, colores llamativos y atractivos…) que deberían ser suprimidas conforme el alumno las vaya interiorizando.

Gráfico 4. Tipos de aprendizaje

f) Ofrecer retroalimentación constante de cómo realizar las tareas mediante ejemplos directos de forma gráfica semejantes a lo que se le pide y aclarando las diferentes fases para llegar a la realización de la actividad final.

g) Ser conscientes de las limitaciones que tiene el alumno para no crear expectativas exageradas a la familia y al propio discente. No obstante, será importante al mismo tiempo dotarles de retos personales para poder ser capaces de autoevaluar lo que el estudiante va aprendiendo de forma autónoma demostrando de lo que es capaz haciéndoles asumir las responsabilidades concretas de sus acciones.

Finalmente, en relación con los materiales y agrupaciones que son más atractivas para este alumnado indicaremos que el trabajo en pequeños grupos de cuatro o cinco alumnos, así como la organización de rincones de lectura, espacios de juegos y materiales podrán facilitar el aprendizaje. Destacamos la relevancia del maestro de educación especial y el de audición y lenguaje para ayudar en la intervención educativa de estos estudiantes junto con el apoyo del orientador del centro. La intervención de estos profesionales deberá intentar darse dentro del aula de referencia de forma dinámica e integradora. Hay que evitar los tratamientos individualizados y la sobreprotección hacia estos alumnos (Grau, 2006).

En resumen, la intervención psicopedagógica en alumnos que presentan retraso mental es una oportunidad para estimular el aprendizaje de todos los alumnos del aula al tener que repasar los conceptos y contenidos ya aprendidos mediante diferentes canales y metodologías. Además, es una forma de dar relevancia a los propios alumnos que sirven de modelo a sus compañeros con retraso mental ampliando y reforzando su autoconcepto.

[1] Se utilizará el masculino para hablar de los dos géneros para evitar redundancias y gestionar espacio.

Referencia bibliográfica

  • – Grau Rubio, C. (2006). Educación y retraso mental. Madrid: Aljibe.
  • – Rodríguez M.J. y de Pablo Blanco, C. (2010). Retraso mental. Madrid: Síntesis.

José Antonio Carmona Gómez

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