Introducción
La globalización de un mundo cambiante hace que tengamos que adaptarnos y convivir en entornos diferentes al nuestro y con personas de distintas procedencias. Por ello el trabajo en equipo se ha transformado en uno de los pilares de nuestra sociedad. En el ámbito de la educación esto está conectado con el aprendizaje cooperativo, el intercambio de información entre alumnos, motivados para su propio aprendizaje y el de sus compañeros. Las habilidades de comunicación son herramientas indispensables para este tipo de metodología social, tales como la escucha y el saber preguntar, aspectos que generen un clima de confianza donde todos puedan compartir conocimientos.
Antecedentes y marco teóricos
El concepto de aprendizaje cooperativo se ha ido conformando a lo largo de los años a partir de teorías de autores de diferentes épocas que compartían el mismo fin: el desarrollo íntegro de todos los estudiantes, a nivel emocional, cognitivo y social.
Una de las primeras aportaciones se trata de la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget, que hace referencia a la importancia de interactuar en los conflictos socio cognitivos que ayudan a reestructurar los pensamientos, y por lo tanto a aprender (Woolfolk, 2010).
También en consonancia con estos razonamientos se encuentra Hassard (1990), quien afirmó que el trabajo en equipo es muy eficaz para poder resolver problemas de aprendizaje.
Otro conocido autor en relación con este tema fue Vygotsky (1995), quien aportó que los estudiantes deben agruparse en equipos de estudio y trabajo para cooperar entre ellos, ayudando a los que tienen más dificultades. También señaló que el aprendizaje es un proceso en el que la parte individual y social interactúan, y esa interacción provoca que las personas aprendan. De estas ideas surge el concepto de zona de desarrollo próximo, que se trata del proceso que realizan los alumnos cuando aprenden trabajando en cooperación.
En la actualidad el aprendizaje cooperativo puede ser definido como el uso didáctico de grupos reducidos de alumnos (Pujólas 2009). Siguiendo a este autor los alumnos tienen doble responsabilidad, el asimilar lo que enseña el maestro y ayudar a sus compañeros, y doble finalidad, el aprender contenidos escolares y también a trabajar en equipo.
El objetivo principal de esta metodología, como aportó Johnson y Johnson (1999), se trata de que todos los aprendices lleguen a alcanzar su desarrollo integral.
Técnicas de aprendizaje cooperativo en educación infantil
Para la implementación del trabajo cooperativo en el aula de infantil se debe seguir un esquema de actuación. En primer lugar, es preciso formar los equipos de trabajo, que estarán formados por cuatro o cinco alumnos, dependiendo de circunstancias como el número de alumnos o del espacio del que se disponga. Los grupos deben ser heterogéneos, donde puedan realizarse relaciones en las que todos puedan progresar, logrando una participación equitativa. El maestro debe formar los grupos teniendo en cuenta su nivel de aprendizaje, actitud, sexo y raza, para que sean lo más variados posible. Es conveniente mantener los mismos grupos cooperativos durante un tiempo suficiente para permitir que se conozcan mejor y establezcan una comunicación eficaz.
Una vez formados los equipos hay que disponerlos en el aula. La disposición es importante porque puede influir en el tipo de interacción que se produce, por lo que hay que intentar que haya espacio suficiente entre grupos para evitar conflictos e interacciones, facilitando la tarea del maestro.
Habiendo ya distribuido los equipos alrededor de la clase es el momento de asignar los roles de cada grupo. Las funciones para infantil son las siguientes: el animador, que habla en nombre del grupo e incita a trabajar, el secretario que se encarga de las tareas escritas, el encargado del silencio, que controla el volumen de voz de todos y el responsable del material, que recoge y anima al cuidado de este. Estos roles deberían ir rotando, de modo que cada uno pasara por cada rol, ya que todos se complementan entre sí y son necesarios.
Para la elección del tema en esta etapa dada la edad de los alumnos normalmente es elegido por el maestro, teniendo en cuenta los intereses de sus alumnos.
Posteriormente se establecen los objetivos. De acuerdo con López (2007), cada miembro del equipo sólo puede conseguir sus propios objetivos si los demás componentes del grupo logran los suyos. Para poder lograr los objetivos se necesita una responsabilidad individual y también grupal.
Una vez hecho esto se debe buscar información de diferentes recursos que haya a su alcance. En esta etapa de infantil lo más frecuente es solicitar colaboración a las familias, para que puedan ayudar desde casa. El maestro hará de guía facilitando pautas.
Por último, se debe evaluar el proceso cooperativo. Por un lado, debe haber una reflexión por parte del maestro sobre el funcionamiento de los equipos, su grado de implicación y el logro de los objetivos. Pero también debe existir una autoevaluación de los alumnos, para que puedan mejorar individualmente y como grupo.
El rol del profesor de infantil en el aprendizaje cooperativo
La figura del docente tiene que ser consecuente con el método llevado a la práctica, y en el caso del aprendizaje cooperativo se precisa adoptar un rol de mediador, observador y facilitador.
En primer lugar, la mediación está relacionada con la planificación, ya es el responsable de diseñar las actividades, adaptarlas y analizarlas hasta llevarlas a cabo. Además, debe organizar los grupos en la clase, la distribución del espacio, los materiales y los roles de cada grupo. También debe marcar los objetivos y evaluarlos.
En segundo lugar es observador ya que cuando la situación de aprendizaje empieza a tener lugar el maestro pasa a ser un espectador que analiza como interactúan los alumnos, resolviendo los problemas que se vayan planteando. En este momento se puede percatar de las dificultades de los grupos y también de sus propios errores cometidos al planificar dicha actividad.
Pero como apuntó el doctor en pedagogía Barba-Martín, la finalidad de la figura de mediador y observador es ir más allá y conseguir ser un facilitador de la autonomía en el aprendizaje de sus alumnos. Esto puede entenderse como garantizar una confianza necesaria para que puedan trabajar por si mismos dentro de las limitaciones propias de la etapa de infantil. Para conseguir esta meta se deben programar actividades en donde los estudiantes tengan capacidad de tomar decisiones en conjunto, participar abiertamente y valorar sus resultados en consenso, lo que es lo mismo, en cooperación.
Conclusiones
Desde los precursores de la pedagogía social hasta la actualidad el concepto de aprendizaje cooperativo se ha ido modificando, teniendo en cuenta que se trata de algo más que trabajar en equipos. Para poder progresar los alumnos deben interactuar ayudando a los miembros del equipo y trabajando en conjunto, produciéndose una participación equitativa de todos los estudiantes, sin competición. Los miembros del grupo deben compartir objetivos estableciendo responsabilidades. Debemos ser conscientes de que el instaurar dinámicas cooperativas es un proceso complejo que se puede llegar a instaurar como recurso paulatinamente en el aula de infantil y de otras etapas educativas, fomentando la cooperación de nuestros alumnos. En conclusión, citando palabras de Oliver (2009), “la búsqueda de soluciones en un clima compartido es un concepto clave para la innovación y el aprendizaje”.
Bibliografía
- Barba-Martín, R. (2014). El papel crítico y reflexivo del profesor ante el aprendizaje cooperativo. Revista Digital de Educación Física, nº29,1-11.
- Hassard, J. (1990). The AHP soviet exchange project. 1983. Journal of Humanistic.
- Johnson, D y Johnson, R. (1999). Aprender juntos y solos. Aprendizaje cooperativo, competitivo e individualista. Buenos Aires. Aique.
- Oliver, C. (2009). El valor formativo y las ataduras de las creencias en la formación del profesorado. Aquello que no se ve, pero se percibe en el aula. REIFOP, 12 (1), 63-75 Recuperado de http://www.aufop.com/aufop/uploaded_files/articulos/1240872744.pdf
- Vygotsky, L.S. (1995). Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Madrid. Aprendizaje Visor
- Woolfolk, A. (2010). Psicología evolutiva. México. Pearson-Prentice Hall
Figuras
- Figura 1: Christine Schmidt. Hombre-articulado-reunión-juntos. Kasse, Alemania. 2015 Recuperado de: https://pixabay.com/es/photos/hombre-articulado-reuni%C3%B3n-juntos-818202/
- Figura 2: Karen Arnold. Huellas-de-la-mano-colorido. Ferring, Inglaterra. 2013. Recuperado: https://pixabay.com/es/illustrations/huellas-de-la-mano-colorido-2374234/
Ana Palomo Blázquez
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