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Experiencia docente en el uso del móvil en alumnado menor de edad
A lo largo de la última década, mi labor como docente en Formación Profesional y en la etapa de Secundaria me ha permitido observar un patrón que se repite curso tras curso: la práctica totalidad del alumnado acude al centro educativo con su teléfono móvil y lo utiliza de forma habitual, tanto dentro como fuera de las aulas. En la mayoría de los casos, la supervisión familiar sobre el uso que hacen los menores de sus dispositivos móviles es frecuentemente débil o directamente inexistente y no resulta extraño encontrar a estudiantes que, incluso en centros donde está expresamente prohibido, recurren al móvil de manera disimulada durante la clase. Esta realidad se presenta tanto en centros públicos como concertados, independientemente del perfil socioeconómico o cultural de las familias, y suele ir acompañada de una permisividad generalizada y de la ausencia de normas claras y coherentes que regulen el uso de estos dispositivos. No obstante, en aquellos casos en los que la familia ejerce un seguimiento más estrecho y mantiene límites firmes, es frecuente observar un mayor nivel de atención, participación y aprovechamiento académico.

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Cada vez resulta más evidente que el uso del teléfono móvil en el entorno escolar no es un asunto menor, sino un factor que incide de forma directa en la calidad de la convivencia y en el desarrollo académico. La experiencia diaria confirma que estos dispositivos pueden propiciar problemas de atención, actitudes de falta de respeto e incluso episodios de agresividad hacia el profesorado. A ello se suma una ansiedad creciente vinculada a la necesidad de mantener el dispositivo encendido y con batería, como si estar desconectado supusiera una amenaza personal. Las redes sociales —con WhatsApp e Instagram a la cabeza— han fracturado la experiencia escolar en dos universos: el tangible de las aulas y el intangible pero igualmente real, donde los conflictos se reproducen y amplifican con nuevas dimensiones. En este espacio digital se han detectado casos de acoso escolar, manifestaciones de machismo, un aumento de la vulgaridad en el lenguaje y conductas inapropiadas en el uso de imágenes y vídeos. Estas situaciones no sólo afectan al alumnado, sino que alcanzan también al profesorado, alterando su labor y minando la confianza en el clima educativo.
Aunque la tecnología está presente en casi todos los momentos de la vida de los jóvenes, la realidad dentro del aula revela una brecha preocupante entre el consumo digital y las verdaderas competencias tecnológicas. En la práctica, se aprecia un preocupante empobrecimiento de habilidades fundamentales como la escritura, la lectura, la ortografía y la capacidad de búsqueda crítica de información. Paradójicamente, aunque el alumnado maneja con soltura redes sociales y aplicaciones de mensajería, muestra notables carencias cuando se enfrenta a herramientas digitales más complejas y esenciales para su desarrollo académico y profesional, como el uso del correo electrónico o el almacenamiento en la nube…Esta brecha entre el consumo tecnológico y la competencia digital real plantea interrogantes sobre la calidad del aprendizaje y el papel que la familia y el entorno escolar deben asumir en la formación de un uso verdaderamente educativo de la tecnología.
2. Estudios científicos en España sobre el uso del móvil en menores
A lo largo de mis años de experiencia, lo que he visto en el aula ha encontrado un eco inquietante en las estadísticas y estudios recientes. No son solo percepciones personales: los datos confirman que la situación es tan seria como parece. En España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2021), un 95 % de los menores de entre 12 y 17 años posee un teléfono móvil, y muchos lo utilizan dentro del centro educativo sin ningún tipo de supervisión. Investigaciones como la de García et al. (2019) demuestran que el control por parte de las familias suele ser permisivo, con ausencia de límites claros y consistentes. La Asociación Española de Pediatría (AEP, 2020) ya ha advertido sobre los efectos negativos de este uso excesivo: problemas de atención, aumento de la ansiedad y alteraciones en el sueño. También he comprobado cómo estudios realizados en centros educativos (Martínez y López, 2021) vinculan de forma directa el uso descontrolado con un descenso del rendimiento académico y un incremento de los conflictos de comportamiento.
Si levantamos la mirada y comparamos con otros países europeos, el informe EU Kids Online (2022) nos muestra un panorama similar: cerca del 90 % de los menores en Europa tiene un móvil propio. Sin embargo, en países como Alemania o Finlandia las familias suelen establecer normas más claras y se percibe un mayor compromiso institucional con la educación digital y la prevención del ciberacoso. Los problemas de atención y agresividad siguen existiendo, pero el abordaje preventivo es más firme.
En el Reino Unido, Ofcom (2022) indica que el 85 % de los menores de entre 12 y 15 años utiliza un teléfono móvil de manera habitual. Allí, el control parental cuenta con un nivel más alto de implantación: un 65 % de las familias aplica reglas claras y consistentes. Aun así, la preocupación por la ansiedad vinculada al uso del móvil y a las redes sociales es creciente. Los casos de ciberacoso y acoso virtual se mantienen como un reto prioritario, abordado con campañas nacionales y estrategias educativas en colaboración con centros escolares.
En Estados Unidos, la American Academy of Pediatrics (2016) ha subrayado repetidamente la necesidad de limitar el tiempo de pantalla y reforzar tanto la supervisión familiar como la educación digital. Según Pew Research Center (2022), el 95 % de los adolescentes posee un smartphone, pero solo el 40 % afirma tener reglas estrictas en el hogar. En Canadá, la Canadian Paediatric Society (2017) plantea recomendaciones similares, destacando la relevancia de la cooperación entre familias y escuelas para garantizar un uso equilibrado y responsable.
Australia presenta un panorama casi idéntico al de Estados Unidos y Canadá. El informe de la Australian Communications and Media Authority (ACMA, 2023) confirma que el uso de teléfonos móviles en menores es muy elevado, y vincula este fenómeno con problemas de ansiedad y disminución del rendimiento escolar. No obstante, se diferencia por integrar de forma más sistemática programas de educación digital y apoyo psicológico dentro de los centros, lo que ha permitido abordar de manera más preventiva las consecuencias negativas del uso excesivo.
3. Análisis comparativo y reflexión final
Tanto la evidencia empírica como mi propia experiencia apuntan a que un uso desmedido y sin supervisión del móvil entre menores deteriora no solo el aprendizaje, sino también las relaciones interpersonales y la salud emocional. España presenta un mayor nivel de permisividad y menor control parental comparado con la media europea y anglosajona, lo que coincide con las observaciones en el aula de un déficit mayor en atención, respeto y habilidades digitales básicas.
La coordinación entre familias y equipo docente es imprescindible. Es necesario que las familias confíen y apoyen la labor del profesorado, que debe contar con el respaldo firme de los equipos directivos para hacer cumplir las normas y aplicar medidas educativas efectivas. La autoridad del profesorado no debe ser disminuida, sino reforzada, para contribuir a una mejor convivencia y a la formación integral del alumnado.
4. Buenas prácticas para familias y docentes
Para las familias
- Establecer límites claros y coherentes: Definir horarios concretos para el uso del móvil y pantallas, evitando su uso durante las comidas, horas de estudio y antes de dormir.
- Supervisión activa: Conocer las aplicaciones y redes sociales que usan los hijos, supervisar contenidos y mantener diálogo abierto y sin juicios para favorecer la confianza.
- Fomentar el equilibrio digital: Incentivar actividades sin pantallas como deportes, lectura o actividades artísticas para promover un desarrollo integral.
- Educar en seguridad digital: Enseñar sobre privacidad, riesgos del ciberacoso, el manejo responsable de imágenes y la importancia de no compartir datos personales.
- Promover habilidades críticas: Ayudarles a desarrollar pensamiento crítico frente a la información que reciben, enseñándoles a identificar fuentes fiables y distinguir noticias falsas.
- Colaborar con el centro educativo: Participar en reuniones y estar en comunicación fluida con el profesorado para entender y apoyar las normas y políticas del centro sobre uso tecnológico.
- Cuidar los hábitos de sueño: Evitar el uso del móvil al menos una hora antes de dormir para mejorar la calidad del sueño y la atención durante el día.
Para el equipo docente y centros educativos
- Establecer normas claras y consensuadas: Diseñar políticas de uso del móvil en el centro que cuenten con la participación de profesorado, familias y alumnado, para que sean conocidas y respetadas.
- Reforzar la autoridad del profesorado: Los equipos directivos deben apoyar firmemente al profesorado en la aplicación de las normas, para evitar la falta de respeto y agresividad en el aula.
- Formación continua: Proporcionar formación en gestión de conflictos, uso educativo de la tecnología y estrategias para mejorar la atención y la convivencia.
- Crear espacios seguros: Impulsar programas contra el bullying, el ciberacoso y la violencia digital, promoviendo la empatía y el respeto dentro y fuera del aula.
- Comunicación constante con familias: Mantener canales fluidos para informar sobre comportamientos, avances y problemas relacionados con el uso del móvil y la convivencia escolar.
- Promover la participación del alumnado: Involucrar a los estudiantes en la creación de normas y proyectos que fomenten un uso responsable y consciente de las tecnologías.
- Vigilar signos de ansiedad o problemas emocionales: Detectar precozmente conductas asociadas a problemas derivados del uso móvil y coordinar con servicios de orientación y apoyo psicológico.
5. Conclusión
La experiencia docente acumulada durante una década, combinada con la revisión crítica de estudios científicos nacionales e internacionales, confirma que el uso habitual y no regulado del móvil por parte de alumnado menor de edad tiene un impacto negativo en la atención, el respeto a las normas y el clima de convivencia escolar. En España, esta situación se agrava debido a una permisividad familiar relativamente alta y un control parental generalmente bajo, lo que coincide con un mayor déficit de atención, agresividad y dificultades en habilidades digitales básicas.
Comparativamente, aunque en Europa, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Australia se presentan problemáticas similares, estos países suelen contar con un control parental más firme y políticas escolares más consensuadas que contribuyen a mitigar en cierta medida estos efectos. Esto resalta la necesidad imperante en España de reforzar la coordinación y comunicación entre familias y centros educativos.
Para que el alumnado pueda desarrollar competencias digitales críticas y saludables, es fundamental que las familias confíen y apoyen la labor del profesorado, que debe ser respaldado firmemente por los equipos directivos para mantener la autoridad educativa y aplicar normas claras y coherentes. Solo mediante un trabajo conjunto, basado en el respeto mutuo y la formación continua, será posible fomentar una convivencia sana, un aprendizaje eficaz y, en última instancia, contribuir a la formación de una sociedad responsable y comprometida.
6. Declaración del autor
El presente artículo refleja mi experiencia profesional y opiniones personales, basadas en la observación directa y en la revisión de estudios científicos disponibles hasta la fecha. No pretende sustituir el asesoramiento individualizado ni la normativa vigente en centros educativos. No obstante, como autor declino cualquier responsabilidad, pues este texto no pretende sustituir la orientación de especialistas ni las normativas vigentes en materia educativa. Cada contexto escolar y familiar es único; por ello, las propuestas que se incluyen deben adaptarse a las circunstancias concretas y siempre en coordinación con profesionales y equipos directivos.
Bibliografía
- (2023). Report on Children’s Media Use in Australia. https://www.acma.gov.au/publications/2023-01/report-children-media-use
- American Academy of Pediatrics. (2016). Media and Young Minds. Pediatrics, 138(5). https://pediatrics.aappublications.org/content/138/5/e20162591
- Canadian Paediatric Society. (2017). Screen Time and Young Children. https://cps.ca/en/documents/position/screen-time-and-young-children
- European Union Kids Online. (2022). EU Kids Online Report. https://eukidsonline.net
- García, J., et al. (2019). Uso del móvil y control parental en adolescentes españoles. Revista Española de Pedagogía, 77(274), 345-360.
- Instituto Nacional de Estadística (INE). (2021). Uso de tecnologías de la información y la comunicación en los hogares. https://www.ine.es
- Martínez, L., & López, R. (2021). Relación entre uso de móviles y rendimiento académico en secundaria. Educación y Tecnología, 20(3), 112-128.
- (2022). Children and Parents: Media Use and Attitudes Report. https://www.ofcom.org.uk/research-and-data/media-literacy-research/childrens/children-and-parents-media-use-and-attitudes-report-2022
- Pew Research Center. (2022). Teens, Social Media and Technology 2022. https://www.pewresearch.org/internet/2022/08/10/teens-social-media-and-technology-2022/
- Universidad de Sydney. (2020). Mobile Phone Use and Anxiety in Australian Teens. https://sydney.edu.au/research/news/mobile-phone-use-anxiety.html
- Imagen (1) de Mika Baumeister vía Unsplash (licencia libre de uso): https://unsplash.com/es/fotos/mujer-con-camisa-gris-de-manga-larga-sosteniendo-un-telefono-inteligente-negro-f4xCFAU6ZNw
Pablo Grande Nosti – ORCID iD: 0009-0000-6809-4371
* Este trabajo ya tiene una versión en preprint disponible con DOI: https://doi.org/10.35542/osf.io/qx6gm_v1