La asignatura de lengua extranjera trabajada de manera competencial

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Actualmente, el sistema educativo de las diferentes comunidades autónomas de España se rige por las competencias clave que marca Europa y por las competencias concretas que se han de trabajar en cada asignatura. El Ministerio de Educación y Formación Profesional, siguiendo las orientaciones de la Unión Europea, marca estas competencias clave del currículum de Educación Secundaria y las define como una “condición indispensable para lograr que los individuos alcancen un pleno desarrollo personal, social y profesional que se ajuste a las demandas de un mundo globalizado y haga posible el desarrollo económico, vinculado al conocimiento” (Ministerio de Educación y Formación, 2019). Todos los profesores debemos trabajar estas competencias clave con nuestro alumnado, además de centrarnos en las competencias concretas de nuestra asignatura. La finalidad central de este modelo educativo es, por tanto, provocar el desarrollo en los niños y adolescentes de competencias, lo cual supone que los docentes tenemos que estimular, orientar y acompañar el aprendizaje de nuestros alumnos.

Figura 1. Herramientas de aprendizaje.

En concreto, la asignatura de lengua extranjera se puede dividir en cuatro o cinco dimensiones que, a su vez, se dividen en competencias. Dependiendo de la comunidad autónoma encontraremos que la asignatura se divide en un número de dimensiones u otro. Por ejemplo, si leemos el currículum de lengua extranjera en Cataluña, vemos que la asignatura se estructura en: dimensión de la comunicación oral, dimensión de la comprensión lectora, dimensión de la expresión escrita y dimensión literaria. No obstante, nos podemos encontrar que otras comunidades autónomas, como Murcia, separan la dimensión de la comunicación oral en dos: comprensión oral y expresión oral. Es así como se obtienen cinco dimensiones en lugar de cuatro. En cualquier caso, se nos plantean unas competencias dentro de estas dimensiones que debemos trabajar con los alumnos para que alcancen cierto nivel de desarrollo.

Podemos comenzar con la comunicación oral. En esta dimensión debemos trabajar con los estudiantes las competencias centradas en la comprensión y expresión oral. La comunicación oral consiste en la habilidad para comprender y expresar mensajes orales teniendo en cuenta el receptor, el objetivo y la situación comunicativa. Es por ello que deberemos trabajar competencias como la obtención de información proveniente de textos orales relacionados con contextos de la vida diaria, de los medios y del mundo académico. También tendremos que hacer que el alumnado planifique y produzca textos orales adaptados a la situación comunicativa que corresponda y que haga uso de estrategias para la interacción dependiendo de la situación comunicativa.

Figura 2. Alumnas leyendo.

En referencia a la comprensión lectora, el principal objetivo es que nuestros alumnos sean capaces de comprender, valorar y usar textos escritos para desarrollar su propio conocimiento. Un lector competente es aquel que interactúa con el texto para construir significado partiendo de su conocimiento previo. Las competencias que se tienen que trabajar son, por lo tanto, la aplicación de estrategias de comprensión para obtener información e interpretar el contenido de los textos escritos, la interpretación de las características contextuales, discursivas y lingüísticas de un texto, y la selección y el uso de herramientas para comprender textos y adquirir conocimiento.

La expresión escrita es la habilidad para usar la escritura como una actividad que nos permite comunicar, organizar, aprender y participar en sociedad. Un escritor competente debe dedicar tiempo a pensar y a planificar antes de escribir. Es por eso que nuestro deber es trabajar con los alumnos la planificación de los textos escritos usando los elementos de la situación comunicativa. Del mismo modo, debemos trabajar la producción de textos escritos aplicando estrategias textuales y la revisión de estos textos para que los estudiantes sean capaces de mejorarlos de acuerdo con el objetivo comunicativo.

Figura 3. Alumnos en una biblioteca.

Finalmente, debemos acercar a nuestros alumnos a los textos literarios, pues facilitan el desarrollo del hábito lector y escritor. Además de estimular su creatividad, nos permite ayudarles a desarrollar su sentido crítico. Tanto escuchar como leer historias adecuadas a su edad, nivel educativo e intereses hace que nuestros estudiantes se diviertan mientras aprenden. Asimismo, la literatura hace que puedan comprender mejor el contexto cultural. A este respecto podemos trabajar con ellos la reproducción oral de textos literarios auténticos o adaptados y la comprensión y evaluación de los mismos por parte del alumnado.

Cualquier actividad, unidad didáctica o proyecto educativo que sea competencial debe estar diseñado y debe ser llevado a la práctica con la finalidad de empoderar al alumnado con herramientas y estrategias para aprender a aprender a su ritmo y desarrollar unas habilidades y conocimientos competenciales. Tal y como nos indica el artículo de María Luz et al., esto “implica también que el estudiante deberá intervenir en clase y deberá llegar preparado a la misma para estar en condición de ser evaluado continuamente. Asimismo, es preciso facilitar al estudiante los recursos necesarios y dotarle de materiales didácticos que le faciliten el aprendizaje autónomo” (María Luz et al., 2012). Podemos concluir pues diciendo que nuestro objetivo principal cuando trabajamos por competencias es fomentar el desarrollo de las mismas por parte de nuestro alumnado. El rol del profesor en esta metodología es de guía, orientador y acompañante de los estudiantes en su proceso de aprendizaje.

Referencias bibliográficas:

Referencias de figuras:

Claudia Fernández Beltrá

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