Fomento de las inteligencias múltiples en el aula

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La inteligencia es uno de los grandes avances evolutivos de la humanidad, es gran parte de lo que nos diferencia de otras especies y es una de las cualidades socialmente más valoradas.

Desde que a principios del s. XX Alfred Binet sentara las bases de los test de inteligencia y el coeficiente intelectual, la inteligencia se ha asociado fundamentalmente a la habilidad en aspectos lógico-matemáticos. Esto ha sido así durante gran parte del siglo pasado, hasta que Howard Gardner, psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, propuso (Gardner, H., 1983) un paradigma distinto que reconocía un abanico de habilidades que la mente es capaz de coordinar en planos muy dispares, a todos los cuales engloba bajo la denominación de inteligencias —múltiples. ¿Por qué una facilidad especial para realizar cálculos mentales es cualitativamente más extraordinario que coordinar movimientos corporales para ser el mejor en una disciplina deportiva o crear un clima interpersonal en el que todo un entorno se sienta cómodo? Ahí entran en juego las inteligencias múltiples.

Las inteligencias múltiples

Gardner definió ocho inteligencias múltiples:

  • Inteligencia lingüística.
  • Inteligencia lógico-matemática.
  • Inteligencia visual y espacial.
  • Inteligencia musical.
  • Inteligencia corporal kinestésica.
  • Inteligencia naturalista.
  • Inteligencia interpersonal.
  • Inteligencia intrapersonal.

En realidad, definió siete a las que posteriormente añadió una más y probablemente usted mismo está pensando en otras. Lo realmente importante no es una enumeración en particular: la gran noticia es evolucionar de singular a plural.

Triunfar en la vida

Uno de los objetivos del sistema educativo es o, quizá más bien debería ser, crear personas felices. En este contexto, una buena pregunta es: ¿qué es triunfar en la vida? Triunfar en la vida se puede definir de muchísimas maneras y probablemente haya tantas definiciones como personas. Sin embargo, todas ellas tienen un denominador común: ser feliz. Algunas personas serán felices dedicando un colosal esfuerzo a su carrera profesional; otras lo serán estando cerca de la naturaleza y otras, cerca de su familia; algunas personas necesitarán poco, en el sentido material, y otras necesitarán mucho.

Pero todas ellas necesitarán obtener recursos y servicios del resto de la sociedad en mayor o menor medida: alimento, vivienda, seguridad, ocio… Y, para ello, deberán aportar a su vez algo a la sociedad. Aquí llegamos otro de los grandes objetivos del sistema educativo: formar a personas que sepan hacer cosas que la sociedad necesite, para permitir su integración en ella. Encontrar un empleo o, en su defecto, crearse uno.

Una persona puede integrarse en el mercado laboral de muchas maneras. Algunos descubrirán la manera de aprovechar la energía de la fusión nuclear, otros protagonizarán películas, unos cuantos serán excelentes vendedores de productos creados por mentes ingeniosas y muchos tendrán empleos no cualificados. Su sentimiento de haber triunfado en la vida dependerá en gran medida de lo cómoda que se sienta con el empleo que tiene.

Gardner en el aula

Por las manos de un maestro o profesor pasan miles de alumnos. Algunos de esos alumnos son académicamente brillantes mientras que otros no lo son, no al menos bajo esos parámetros, y es que el sistema educativo está diseñado para trabajar y medir principalmente la inteligencia lógico-matemática y la que podría denominarse memorística. Muchas de las personas que sienten que son felices no han sido académicamente brillantes y muchas de las personas académicamente brillantes son profundamente infelices y esto, además de ser una tragedia social, es un fracaso del sistema educativo.

Por suerte, ya desde la literatura infantil empiezan a surgir iniciativas en esta dirección. En De mayor quiero ser… Feliz (Anna Morató García y Eva Rami, 2018) se abordan distintas cuestiones relacionadas con la inteligencia emocional y su propio título es toda una declaración de intenciones.

Figura 1. Nuestros alumnos están a tiempo de tomar buenas decisiones

La responsabilidad que tenemos como docentes incluye identificar estas inteligencias, hacerles conscientes de ellas y potenciarlas desde un enfoque realista y aplicable. No solo en infantil sino en cualquier otra etapa educativa. Esto favorecerá que esas personas encuentren mejor su camino en la vida, eligiendo la formación y tomando en los momentos clave las decisiones que más sinergias tengan con sus habilidades.

Pero, ¿cómo? He aquí algunas propuestas.

Identificar

Es muy probable que el concepto de inteligencia de los alumnos sea el simplista: es inteligente el que es bueno en mates. No hay más.

Thomas Armstrong aborda el asunto en una guía práctica para educadores (Thomas Armstrong, 2006) muy rica en ejemplos y propuestas directamente aplicables.

Un primer paso puede ser, simplemente, presentar a los alumnos el marco de Gardner. Es una actividad perfecta para una tutoría. Vicens Vives propone una colección de aplicaciones y actividades, bien selecionadas y estructuradas (Vicens Vives, 2017).

Pero no ejercer de tutor en absoluto impide trabajar estos temas en el aula. Durante un curso se dan multitud de momentos, comentarios de alumnos, noticias y anécdotas que brindan al docente la oportunidad de abrir miras y de buscar reflexiones sobre lo que pasa fuera de la materia. Es tan sencillo como aprovechar estas oportunidades para hacer pensar a los alumnos, presentarles el marco y pedirles que piensen cuál de esas inteligencias no oficiales es la suya.

Crear consciencia

“Existen muchas maneras de ser inteligente en cada categoría” (Thomas Armstrong, 2006): todas las personas tienen todas las inteligencias, en distinta medida. Además, interactúan entre sí creando innumerables combinaciones.

Ya en educación infantil se observan líderes, pensadores, niños que brillan por su empatía. Solamente verbalizar esas habilidades puede ser suficiente para que el niño valore su capacidad y observe la utilidad que tiene en su día a día.

En otros niveles superiores no propedéuticos, especialmente en aquellos menos asociados a un rendimiento académico oficialmente brillante, hay un gran número de alumnos que se sienten inferiores al resto porque su inteligencia lógico-matemática no es la que más ha destacado. Tienen a menudo un profundo sentimiento de fracaso y, sin embargo, estas personas pueden tener capacidades artísticas, creativas, interpersonales que los pueden conducir a un triunfo laboral y personal incontestable. Si están matriculados en determinadas enseñanzas en un área, quizá esperen encontrar en esta área la motivación que no han encontrado en los cursos anteriores y quien está al otro lado es el docente. La responsabilidad es enorme.

Potenciar

Thomas Armstrong (2006) propone una variedad muy valiosa de técnicas, estrategias, ejemplos e ideas para trabajar las inteligencias múltiples en el aula. Por desgracia, no siempre se cuenta con el tiempo necesario para aplicar estas propuestas, especialmente fuera de un ambiente de tutoría.

Fuera de ese ámbito, en un día a día, es fundamental aprovechar bien las pequeñas oportunidades que surjan para hacer ver a los alumnos lo efectivo de sus actuaciones. Puede ser el artículo que se elige para el comentario de texto, una discusión sobre un conflicto surgido en clase o una noticia de gran calado.

La evaluación es otro de los ámbitos importantes en los que puede potenciar el desarrollo de otras formas de inteligencia. Materias como música, educación física o evalúan aspectos musicales, kinestésicos y artísticos, pero en el grueso de materias y etapas educativas la evaluación, fuera de las citadas materias, tiende a centrarse en habilidades lógicas y en pura memorización, condenando al olvido a una gran parte de las inteligencias propuestas por Gardner y, desde luego, a la gran mayoría de las inteligencias adicionales que puedan postularse quedan fuera de las calificaciones.

A continuación se plantean algunas propuestas:

  • Juegos de rol, presentaciones o debates pueden servir para evaluar la inteligencia interpersonal.
  • Elaborar de planos, esquemas, mapas mentales o diagramas puede despertar en alguien un ¡eureka!: ese alumno no era capaz de interiorizar información en formato textual pero si la organiza de otra manera no solo puede aprenderla mejor sino que consigue entenderla de forma más profunda.
  • Realizar búsquedas en internet en otro idioma (aún) más utilizado que el español, como el inglés, proporciona muchos más resultados, a menudo, más relevantes. Si lo que se busca es una imagen en particular, realizar la búsquea en el idioma más extendido aumenta las posibilidades de éxito. Esto puede aumentar el valor que, para los alumnos, tiene el conocer diferentes idiomas.

En definitiva, se trata de abrir la perspectiva y contribuir a que los estudiantes que pasan por nuestras manos no solo se lleven formación académica sino que, además, puedan aprender a ser felices. Una persona que estudia algo que no encaja con sus puntos fuertes es una trabajadora frustrada, un gasto educativo desperdiciado y un fracaso de la sociedad. En ocasiones, el triunfo no está tanto en trabajar suficientemente duro para avanzar por el camino difícil sino en saber elegir sabiamente una opción más apropiada.

Referencias

  • Anna Morató García, Eva Rami (2018). De mayor quiero ser… feliz. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial.
  • Editorial Vicens Vives (2017). Aplicaciones para desarrollar las inteligencias múltiples en el aula. Recuperado de http://blog.vicensvives.com/aplicaciones-para-desarrollar-las-inteligencias-multiples-en-el-aula/
  • Howard Gardner (1983): Multiple intelligences. Nueva York: Basic Books.
  • Thomas Armstrong (2006). Inteligencias múltiples en el aula. Barcelona: Paidós educación.

Imágenes

Alain Fernández Fernández

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