Detección y prevención de las distorsiones en la percepción de la realidad en la E.S.O. Sensores y alarmas fundamentales

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Resumen

El presente artículo de divulgación quiere transmitir estrategias y técnicas que los docentes, tutores y educadores puedan utilizar en la detección y prevención de las distorsiones en la percepción que los estudiantes tienen de su realidad en el ámbito escolar y en su entorno social y familiar diario.

Las distorsiones cognitivas pueden acarrear problemas emocionales de ansiedad, depresión, tristeza, etc y, por supuesto, incidir negativamente en los resultados académicos, el comportamiento durante las clases y en la actitud ante el estudio de nuestr@s pupil@s.

La importancia de estos pensamientos erróneos es clave en la adolescencia y será básica en el futuro desarrollo de las personas y su actitud a la hora de afrontar problemas serios en el plano económico, social, familiar o de la salud por citar algunos ejemplos.

Si bien el artículo está escrito desde el punto de vista educativo, la mayor parte la podemos aplicar a nuestra vida adulta sin más que cambiar los ejemplos estudiantiles por situaciones de nuestro quehacer diario.


¿Cómo es posible?. Diego llevaba preparando este examen durante dos semanas y ahora, en el momento de la verdad se ha quedado en blanco. Lo único que hace es mirar hacia las paredes y el techo y negar con la cabeza. ¿Qué ha ocurrido?.

En el otro edificio algunos alumnos de bachillerato han renunciado a intentar aprobar determinadas asignaturas puesto que las consideran de todo punto infranqueables para ell@s.

Hoy animé a dos alumnos por su proyecto y sus comentarios fueron “solo nos dices esto para animarnos pero realmente no es un buen trabajo”.

Estas y otras situaciones son bastante comunes en la ESO y corresponden con algunos pensamientos equivocados en cuanto a la realidad que los adolescentes perciben en su entorno y la gestión que hacen de los mismos. Por suerte en esta edad temprana los estudiantes están formando sus creencias y tendencias de pensamiento y no supondrán aún problemas graves de conducta, ansiedad o peores pero, desde luego, irán forjando la base para futuras desviaciones emocionales.

Veremos, después de un análisis metódico de esta problemática, las formas para detectar dichas distorsiones, prevenirlas o tratar de manejarlas de la mejor forma posible de manera que podamos reconducir la situación.


Figura 1. Preocupación

Fundamentos

Las distorsiones cognitivas son tendencias de pensamiento para nada relacionadas con la inteligencia de cada persona. Es decir, formas de interpretar la realidad que hemos ido aprendiendo. Una de las principales características es que suelen generar sufrimiento y en algunos casos están implicadas en el desarrollo y mantenimiento de algunos trastornos mentales. (Jesús Mato, 2018)

Nuestro cerebro, preparado para responder con rapidez a fin de garantizar la supervivencia desde tiempos ancestrales, solamente procesa ciertos estímulos de cada situación que afrontamos. Es por esto, que en algunas ocasiones traducimos de forma errónea lo que está ocurriendo.

A medida que nuestro desarrollo avanza con la edad, vamos generando tendencias de pensamiento, en algunos casos muy adecuadas pero en otros, es posible que nos cree problemas.

Por ejemplo, una persona organizada que siempre funcionó muy bien con sus impulsos perfeccionistas y controladores y que obtuvo buenos resultados por ello, podría, en determinado momento de su vida encontrarse en un entorno en el que le  resulte imposible gestionarlo todo  y entonces aparecerán la ansiedad y el estrés.

Como en todo, hay cierta influencia genética puesto que el pensamiento aparece en el cerebro pero también hay parte de aprendizaje por contacto con gente con distorsiones parecidas o condicionamiento clásico en base a la experiencia directa que tenemos.

Figura 1. Preocupación

Sensores habituales

Si bien en la psicología moderna pueden contarse por docenas las señales de alarma que referencias estas distorsiones en la percepción de la realidad, vamos a enunciar las más comunes (D. Burns, 1980 y Julio Gross, 2012).

  • Etiquetado.- Realizar una evaluación global del ser humano basada en aspectos negativos.

Ej. “Soy torpe, soy un desastre en esta o aquella asignatura”

  • Personalización.- Atribuirse toda la culpa de los sucesos que influyen negativamente en los demás, sin base para ello.

Ej. En un grupo muy unido, es común que sufra en demasía si alguna persona tiene un problema y colabore intensamente hasta que lo resuelva.

  • Pensamiento todo o nada.- Se ven las cosas desde los extremos sin apreciar puntos intermedios (blanco/negro). Si no está perfecto, esta mal.

Ej. En clase de Ed. Física se comete un pequeño fallo en baloncesto y se piensa “estamos jugando fatal”. En un examen no se recuerda alguna característica en una respuesta y pensamos “me está saliendo fatal”.

  • Generalización excesiva.- Derrotismo, pesimismo. Un solo hecho negativo nos hace considerar que siempre saldrá todo igual de mal, se pierde la esperanza. Palabras como “siempre” o “nunca” son muy habituales en estos comportamientos.

Ej. Sólo por suspender un examen rendirse en esa asignatura o abandonarla.

  • Filtro mental.- (abstracción selectiva). Un detalle negativo nubla los demás aspectos de la realidad.

Ej. Llegar tarde un día a clase y pensar “ya he estropeado todo”.

  • Descalificación de lo positivo. Ver nuestros comportamientos positivos como lo habitual o normal. No pensar que las cosas agradables hay que tenerlas también en cuenta.

Ej. Una profesora me halaga delante de la clase y pensamos que lo hizo para animarme porque en el fondo sabe que no lo hice bien.

  • Magnificación o minimización.- Exagerar la importancia de las situaciones o los hechos o bien reducirlas hasta que parecen diminutas.

Ej. Minimizar las cualidades para determinadas asignaturas y exagerar  nuestras imperfecciones.

  • Conclusión precipitada. Interpretar las cosas de forma negativa sin datos que avalen las conclusiones. Aquí sería importante hacer una subdivisión.
  • Lectura del pensamiento. Suponer sin pruebas lo que otros piensan sin verificarlo.

Ej. Le preguntó al profesor y en ese momento no me contesta. “Me ha evitado porque mi pregunta era una tontería”.

  • Anticipación negativa. Esperar que las cosas saldrán mal sin tener pruebas de ello.

Ej. “No me atrevo a proponer mi idea en mi grupo porque seguro que mis compañeros no les gustará”. “La próxima clase va a ser un rollo porque nos toca el tema 7”.

  • Razonamiento emocional.- Suponer que las emociones negativas reflejan forzosamente la realidad.

Ej. “Me siento incapaz para esta asignatura, luego soy un inútil y nunca la voy a aprobar”.

  • Deberías.- Usar exigencias absolutistas y rígidas como normas para uno mismo: “debo de”, “tengo que”; para los demás: “deben de” o “tienen que” o “la vida no debería ser así”.

Ej. “Tengo que aprobar ese examen como sea”

Figura 3. Sensores cerebrales

Detección, prevención y gestión

Para una detección precoz será imprescindible nuestra escucha activa frente a los estímulos a los que sometemos a diario a nuestr@s alumn@s; exámenes, entrega de trabajos, exposiciones orales, prácticas, etc. También la observación de sus comportamientos y comentarios cuando se encuentran relajados como por ejemplo durante la realización de algún proyecto manual o en el aula de ordenadores.

Por otro lado también convendría establecer contacto habitual con los alumnos que consideramos más equilibrados mentalmente a fin de recabar información sobre sus compañer@s con actitudes sospechosas en el sentido de las distorsiones cognitivas.

En los casos más claros y repetitivos podemos incluso llevar algún tipo de informe que, por supuesto, pondremos en conocimiento del departamento de orientación como entendidos en la materia que son por su formación y experiencia.

Comentarios como “entonces profesor si no apruebo este trabajo ya suspendo ¿verdad?”, “bueno, seguro que el equipo 2 sacará sobresaliente y nosotros suspenderemos”, “voy a dejar Física porque ese profesor nunca me va a aprobar”, “es que ese profesor suspende a la gente que le cae mal”,…etc. y en suma, cualquier otra variante de las alarmas del apartado anterior pueden ser señales inequívocas de esas falsas percepciones de la realidad.

En cuanto a la prevención se refiere, nuestra actitud como docentes será fundamental. Evitar todo tipo de comentarios negativos o de futuro desagradable para ell@s en cuanto a las consecuencias de fracasar en nuestras respectivas asignaturas puede mejorar su percepción sobre las mismas e influir en sus resultados académicos.

Si bien en ocasiones es imprescindible utilizar determinadas “armas” conductuales como partes, castigos o reprobaciones en público, no conviene abusar de las mismas a fin de crear un clima de trabajo en calma y con refuerzos positivos en la medida de lo posible.

Como estrategia se pueden utilizar billetes falsos (de algún juego de mesa por ejemplo) a modo de recompensas inmediatas en una dinámica de preguntas y respuestas sobre el tema que estemos explicando en ese momento. Más tarde podemos traducir la posesión de esos billetes en positivos o subidas en sus medias.

Otra posibilidad es utilizar a menudo el plural de modestia consistente en referirse a uno mismo, sea hablante o escritor, mediante el uso de la primera persona del plural y usando el pronombre “Nos” en sustitución del “yo”. Si bien, en nuestro caso, la finalidad será incluirlos en toda actividad que se vaya a realizar de modo que sientan que tod@s somos un equipo y que pierdan de vista el escalón de jerarquía que existe en la relación profesor-alumn@.

Con vistas a la gestión de los problemas ya aparecidos hay que tener muy presente que su mantenimiento en el tiempo por parte de nuestr@s alumn@s puede desembocar en problemas más grandes de personalidad en el futuro e incluso trastornos de la conducta como depresión, ansiedad, etc.

Para los reincidentes y los casos más claros desde luego debemos informar a las familias y trabajar conjuntamente con orientación a fín de paliar los problemas actuales en el ámbito escolar y no trasladar las frustraciones en su mente hacia adelante. Debemos tener muy presente que es, precisamente en la adolescencia cuando estos comportamientos se aprenden y fijan en los cerebros y cuando este órgano como flexible y elástico que es tiene más facilidad para ser moldeado. Es posible que se haga necesaria la intervención de psicólogos o terapeutas especializados en el campo.

Mientras tanto y a nuestro nivel deberíamos evitar que ninguna de estas personas se convierta en referente de otros compañer@s. Para ello hablaremos en privado con dich@s pupil@s intentando cambiar sus pensamientos más negativos por otros más positivos y acordes a la realidad. No se trata pues de engañarles sino de intentar reconducir las situaciones de confusión hacia la veracidad y la objetividad de cada asunto.

Como estrategia general podemos pedirles individualmente que hagan una lista de sus fortalezas o puntos fuertes y otra de sus capacidades personales que creen que pueden mejorar (intentar siempre evitar términos negativos como “debilidades”, “puntos débiles”, etc). Así les indicaremos a la vista de dichos ítem la forma de trabajar en estos puntos a mejorar enfocándolos desde la óptica de los sensores más frecuentes que se trataron antes.

Figura 4. Ansiedad

También, y como quiera que muchos de estos pensamientos son recurrentes e impiden ver las cosas desde otro ángulo que no sea aquel que nos confunde podemos pedirles que lleven un diario sobre los momentos en que “piensan mal”, es decir, cuando su mente se dedica a trabajar por su cuenta o “improvisa” actitudes o comentarios que ellos piensan que se repiten con cierta frecuencia. Con esta bitácora trabajaremos sobre aquellos comportamientos que se asimilan a los reflejados en nuestro modelo anterior a fin de cambiar estas percepciones erróneas.

Como, además, la entrada en círculo vicioso a la que puede llevarles este tipo de distorsiones cognitivas podría agravar la situación general convendrá pedirles que hagan una lista de las cosas que más les gusta hacer en su tiempo de ocio y las que nunca llevan a cabo pero alguna vez piensan en acometer. Con dicha lista les pediremos que intenten dedicar tiempo a las mismas a fin de mantener su mente concentrada en otro tipo de actividades que no sean pensar en si mism@s y sus problemas habituales que tampoco favor les hacen.

Una vida activa, el ejercicio físico, paseos largos, evitar el sedentarismo que muchas adicciones de hoy en día provocan, la comunicación personal, las técnicas básicas de relajación y el mindfulness pueden ayudar a paliar esta recursividad del pensamiento.

El mensaje principal a transmitir sin entrar en posibles repercusiones futuras es que estos problemas tienen solución dedicando esfuerzo, trabajo, paciencia y un mensaje esperanzador de que “todo mal pasará”.

Resultados

Muchas de estas técnicas están confrontadas con la bibliografía y opiniones de psicólogos profesionales con años de experiencia así como con personas de toda edad que han padecido o padecen ansiedad, depresiones y estrés por situaciones de su vida comparables a las que nuestr@s alumn@s pueden vivir en su nivel social, familiar y escolar.

Los resultados que tales estrategias y técnicas en esta etapa de su vida en la que no podemos aún hablar de problemas graves sino de “semillas” de los mismos son, sobre todo, preventivas y conductuales a no ser topemos con algún trastorno mental precoz.

En los casos adultos las “píldoras conductuales” referidas en el apartado de gestión ejercen una mejoría inmediata en porcentajes muy altos que puede traducirse en una vida completamente normal pasado un año del comienzo del trabajo que cada persona realiza consigo misma. En nuestro entorno solo se tratará de modificar ligeramente estos comienzos de deriva y distorsión antes de llegar a problemas más serios.

  Bibliografía y referencias.

  • Burns, D. D. (1999). The feeling good handbook (Rev. ed.). New York, NY, US: Plume/Penguin Books.
  • Alicia Fernández-Zuñiga Marcos de León. (Ed. Pirámide). 2014 . Habilidades del terapeuta de niños y adolescents.

Figuras

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