Constructivismo en la lectoescritura

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¿Por qué el modelo constructivista?

Este modelo tiene en cuenta a niño/a, es el alumno el que tiene el papel activo en el proceso, el que construye su propio aprendizaje, el que tiene una identidad propia y produce y asimila ideas en base a lo que ya conoce. Se respeta su ritmo de aprendizaje, partiendo de lo que ya sabe y ve el aprendizaje como un proceso de interacción, no de imitación y repetición como en otro tipo de metodologías. Siguiendo a Solé y Teberosky (Coll, Palacios, Marchesi, 2001, p.466) “La perspectiva constructivista aporta la dimensión evolutiva e histórica de la alfabetización considerando al mismo tiempo su dimensión cognitiva y social”, considerando, por tanto, la lectoescritura como un todo global, enmarcando lo formal, lo cognitivo y lo social en una visión completa de este proceso.

A su vez, Díez (2000) nos dice que esta metodología es la que mejor aceptación tiene no solo como docentes sino por los resultados obtenidos:

El modelo constructivista en el que nos situamos, que considera la lectoescritura como un proceso global de construcción e interpretación de significados en entornos culturales alfabetizados está ampliamente avalado en la actualidad por numerosas propuestas educativas (dos buenos ejemplos de lo que decimos los podéis en alguno de los monográficos de Guix dedicados a la lectura y escritura, como el número 219, de enero de 1996, o el número 231, de enero de 1997) (pp. 11-12)

El constructivismo es uno de los enfoques que ha tenido y sigue teniendo mayores repercusiones sobre el aprendizaje escolar en todos los niveles educativos. Desde finales de la década de 1950 y de forma ininterrumpida, se ha ido imponiendo en el campo de la psicología, la pedagogía y la didáctica. (Coll, 2004; citado en Sanchidirán, y Ruiz Berrio, 2010. p. 293) Como explicación psicológica hunde sus raíces en la psicología y la epistemología genética y en los trabajo de Piaget y sus colaboradores, Vygostky, Ausubel y Bruner. (Coll, 1996;citado en Sanchidirán, y Ruiz Berrio, 2010. p. 293).

Para Piaget (1896 – 1980), el niño es un sujeto activo que participa en su aprendizaje interaccionado con el medio que le rodea. Construye esquemas de conocimiento que se van haciendo cada vez más complejos y lo hace de una forma autónoma, relacionándose con el entorno y manipulando objetos, fomentando así el aprendizaje. El niño asimila los nuevos conocimientos y los acomoda modificando las estructuras que tenía, transformando y reorganizando las estructuras cognitivas.

Vygostky (1896 – 1934) nos habla de un aprendizaje social, destacando la importancia del trabajo en grupo. Aportó el concepto de “Zona de desarrollo próximo” que sería la distancia entre el nivel de desarrollo real, es decir, lo que es capaz de hacer el niño por sí mismo, y el nivel de desarrollo potencial, lo que es capaz de hacer con la ayuda de un compañero o adulto más experto.

Brunner (1915 – 2016) defiende un aprendizaje por descubrimiento. Se le debe proporcionar al alumno las herramientas necesarias para que por sí mismo investigue y descubra los nuevos conocimientos.

Ausubel (1918 -2008) aporta una concepción del aprendizaje significativo. Siguiendo a Martín y Solé , 2004; citado en Sanchidirán y Ruiz Berrio, 2010:

Por aprendizaje significativo se entendería aquél en el que la nueva información se relaciona de manera no arbitraria con los conocimientos que el alumno ya tiene, produciéndose una transformación tanto en el contenido que se asimila como en lo que éste ya sabía.

(p. 302)

El constructivismo en la educación

El enfoque constructivista comienza a tomar relevancia en España con la Ley Orgánica General del Sistema Educativo 1/1990, en la que se habla ya de una metodología en la que el alumno actúe de forma activa en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Y es éste principio como el básico en la metodología constructivista, además de otros que comentaremos más adelante.
La idea original del constructivismo es que el conocimiento y el aprendizaje es el resultado de una dinámica en la que las aportaciones del sujeto al acto de conocer y aprender juegan un papel decisivo” (Coll, 2001, p.157)

Desde esta visión, se considera al alumno como un agente activo con identidad propia que es capaz de producir ideas en base a unas previas, asimilarla y reestructurarla para construir el nuevo aprendizaje. En las enseñanzas tradicionales, el alumno era un sujeto pasivo que reproducía la información obtenida, un imitador. Pasamos al lado opuesto en el que el niño es el eje del conocimiento actuando de forma autónoma, interactuando con todo lo que tiene alrededor para comprender el mundo que le rodea.

El aprendizaje de los nuevos contenidos, está condicionado por los conocimientos previos que posean los alumnos, ajustando las nuevas experiencias a lo que ya saben o lo que están preparados a asimilar, es decir, tener en cuenta su nivel de desarrollo cognitivo. Los intereses y la motivación de los niños/as hacen posible su participación en el aprendizaje y por tanto que tenga sentido su actividad.

Siguiendo a Coll (Coll et al. 2001) debemos tener claro que es diferente lo que el alumno es capaz de hacer por sí solo y lo que es capaz de hacer con la ayuda de otros, es decir que pueda aprender gracias a otras personas siguiendo sus instrucciones, colaborando de forma conjunta, observando… Este mismo autor nos dice:

Para que un aprendizaje sea significativo deben cumplirse las dos condiciones esenciales identificadas por Ausubel: el contenido del aprendizaje debe ser potencialmente significativo, tanto desde el punto de vista lógico (el contenido debe ser portador de significados) como desde el punto de vista psicológico (debe haber en la estructura mental del alumno elementos relacionables de forma sustantiva y no arbitraria con el contenido) y el alumno ha de tener una disposición favorable para realizar el aprendizaje significativo sobre el contenido en cuestión.

(Coll et al. 2001, p. 181)

Derivado de todo esto, debemos tener presente otros de los principios, para que esto suceda debemos respetar los ritmos de aprendizaje de los alumnos, a su desarrollo. Esto es muy patente respecto a la lectoescritura, observamos diferentes niveles de desarrollo o preparación para este aprendizaje, respetar estas diferencias y no presionar ni acelerar un aprendizaje es fundamental para que podamos realizar una enseñanza correcta y evitaremos problemas y dificultades posteriores en éste ámbito.

El papel del profesor en este proceso es muy importante. Será éste quien favorezca la aparición de una actividad mental constructiva, pero además tiene la responsabilidad de orientar y guiar ésta, llevarles al nuevo aprendizaje a través del descubrimiento y experimentación, orientándoles y dándoles un apoyo o guía didáctica pero no será el instructor y ellos los imitadores, sino el apoyo de los alumnos activos. El aprendizaje es un resultado de un proceso relacional entre profesor – contenidos – alumnos, un “triángulo interactivo” (Coll. et al. 2001, p.179).

Siguiendo este principio queda relacionado el principio de aprendizaje colaborativo, la interacción y la colaboración entre iguales favorecen la construcción de nuevos aprendizajes, ya que nos ofrecen más posibilidades de aprendizaje aprender de lo que nos ofrecen otros. Díez, Pardo, Lara, Anula y González (1999 p. 38) hablan de que “las interacciones de conflicto facilitan el análisis del problema y la progresión del razonamiento a través de las justificaciones y de la explicación de las propias tomas de posición

Esta metodología contrasta notablemente con las metodologías tradicionales. Y podemos ver sustancialmente las diferencias entre ambas:

Conclusiones

En líneas generales podemos decir que la aplicación del método constructivista no es un modelo único sobre otros métodos, sino que es un método más a tener presente, con sus ventajas y sus posibilidades y que su utilización se verá marcado porque el docente se sienta identificado y cómodo trabajando según las orientaciones propuestas.

Referencias bibliográficas

  • Bigas, M. & Correig, M. (2001). Capítulo 6: Aprender a leer y escribir. En Didáctica de la Lengua en Educación Infantil. Madrid: Síntesis. Recuperado de http://pedagogiayescritura.blogspot.com/2015/04/bigas-correig-aprender-leer-y-escribir.html.
  • Coll, C; Martín, E; Mauri, T; Miras, M; Onrubia, J; Solé, I; Zabala, A; (1993) El constructivismo en el aula. Barcelona. Grao.
  • Coll, C; Palacios, J; Marchesi, A. (comps.) (2001): Desarrollo psicológico y educación. 2. Psicología de la educación escolar. Madrid. Alianza Editorial.
  • Díez de Ulzurrun Pausas, A. (Coord.); Arguilaga Pellisé, D; Arnabat Mata, Mª T.; Colet Olivella, F; Farrera Pinyol, N.… Sellarés Colomer, P. (2009). El aprendizaje de la lectoescritura desde una perspectiva constructivista. Vol. I; Actividades para hacer en el aula: textos funcionales y cuentos. Barcerlona. Grao.
  • Díez,C., Pardo, P., Lara, F., Anula, J.J. y González, L. (1999) La interacción en el inicio de la lectoescritura. Madrid. Secretaría general técnica.

Referencias de imagenes

Beatriz Sánchez Coloma

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